El reto
Allí estaba
él, sentado en la butaca número treinta y cinco, de la fila tres, del salón de
actos. Con un gesto de cabeza y una sonrisa saludaba a los que habían sido sus
compañeros. Hoy por fin sus esfuerzos, sus desvelos se iban a ver
recompensados. Todos los recuerdos se le agolparon de repente. Ese primer día,
las miradas de asombro, las risas soterradas, su incertidumbre. Un anciano
entre un grupo de jóvenes llenos de vida, pero así era como se sentía él, lleno
de vida.
Había
llegado su hora, lo que para otros era una locura, para él supuso una
liberación. Demasiado tiempo había mantenido enterrados sus deseos, por no
enfrentarse a unos padres demasiado protectores, por no encarar ese sentimiento
poderoso capaz de agarrotar, inmovilizar, asfixiar cualquier posibilidad de
respuesta… Y es que no hay barreras más altas que las que uno mismo se impone.
Pero ya todo esto era pasado, encaró sus miedos y venció.
El silencio
reino en la sala. La emoción se aferro a su garganta como aviso de esas
lágrimas que sin pudor comenzaban a brotar.
- D. Julián
Martínez Collado, su nombre resonó en la sala y una ovación lo envolvió. Todos
los asistentes se pusieron en pie. Él avanzó con paso firme. Lo había
conseguido.
El rector tomó
sus manos con fuerza mientras le decía: Enhorabuena.
Muchas miradas más en casa de Pepe