La miro, desde una distancia infinita, edificada
segundo a segundo, por pasos y giros descompasados, en esta danza absurda de
palabras mudas.
La veo moverse entre las gentes, retroceder, avanzar poco a poco, despejar la gris monotonía, de las horas que muerden y
apremian el reloj de mi vida.
Es un levitar que abrasa y acelera, que hostiga y oprime.
_Cósete a mí, repito en letanía, dejando escapar otra
ocasión de tenerla entre mis manos.
Mi mundo y el suyo, se engendró de materias distintas.
A pesar de ello, desde donde me encuentro, no dejo de imaginar, cómo sería mi vida con ella.
Que despertares tan nuevos, tan dulces, tan vivos…
Abrir mis ojos tras la noche oscura y descubrirla allí,
a tan solo un soplo de mi cuerpo.
Que placer inmenso, palpar, acariciar, besar esa
piel dorada donde el sol se oculta.
Me pregunto, si el sonido de su voz será el mismo,
cuando las palabras que nazcan de su boca solo me pertenezcan a mí.
Vivir con ella, en ella. Descubrirme en ella, descubrirla en mí.
Más allá de lo que sabe, de lo que espera. Más allá
de la nada, del todo.
Yo que conozco el sabor de la ausencia, sueño e
imagino mi vida con ella.
Se gira, me mira, sí me ha mirado. Se acerca, se
está acercando…
Otras imaginaciones en el nombre del amor, en casa de MATICES