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jueves, 31 de marzo de 2011
Aquel viaje a Alicante.
No sé muy bien qué extraño resorte hace que un acontecimiento que ocurrió hace años acuda a tu memoria y lo vivas de nuevo.
Esta mañana mi compañera me dijo: _ San despierta ¿qué estás pensando que sonríes de esa manera?
Y mirándola comencé a contarle un viaje que realicé hace años a la ciudad de Alicante. Me habían propuesto un curso de formación y como el tema era de mi interés (resolución de conflictos) acepté.
En un primer lugar había decidido ir en mi coche, pero por no sé qué problema, que no viene ahora a cuento, al final me pareció una idea buena, ir en autobús. Ocho horas de maravilloso viaje en un autobús con las piernas encogidas por que el espacio entre asiento y asiento era minúsculo. Hablo de hace unos diez años más o menos, no fue ayer ni mucho menos.
No imaginaba yo que la carretera era una sucesión de curvas y más curvas, subiendo hacia unas sierras que ni os cuento, aquello me pareció que estaba a ¡vaya usted a saber!. Que lo de las autovías allí no había llegado. Bueno a lo que iba, toda decidida tomo mi autobús, oigan sesenta plazas ¿creen que se lleno? pues no, allí estaba una señora entrada en años, el conductor y yo.
A la hora establecida aquel conductor.-Señoras prepárense que el viaje comienza ya.
Todo iba bien dentro de la más absoluta normalidad, silencio absoluto, tomo mi libro para entretener el tiempo y la señora.- Que hija de viaje ¿no? yo que la miro muy sonriente.- Pues sí de viaje.
_Y qué cómo te llamas, yo me llamo Obdulia.
- Yo San !valgame Dios! ¿y qué nombre es ese?
Así comenzó una tormenta de preguntas sin respuesta la mayoría, porque no me daba la oportunidad de responder. Hablaba, hablaba, hablaba. En cuestión de un par de horitas, la señora Obdulia me contó su vida y la de medio vecindario. Yo educadamente asentía, con mi libro reposando entre las manos.
La señora Obdulia estaba viuda, tenía siete hijos, y su marido, que en paz descanse, era un santo, pero un santo, la única peguita, que cuando bebía se le iba la mano. Eso lo contaba entre sonrisitas entrecortadas,
- El muy mamón, menos mal que se fue.
-Señora Obdulia ¿como dice eso?
-Hija, Dios lo tenga en su gloria, porque yo sí que vivo en la gloria desde que se marcho, fíjate hasta viajo, que si estuviera aquí !cualquiera!
Y aquí el conductor que se llamaba Juan, no aguantó más y !zas! también nos contó que recién se había separado, " que su Pepi era mucha mujer, “mu limpia y mu madre" eso decía.
Yo ante tanta confesión me fui entregando a las historias y pregunté:
-Si tan buena mujer era ¿por qué la dejo?
-Mira niña, yo soy “ mu macho, pero mu macho”, y las hembras me vuelven loco. Mi Pepi "pa" la casa y "pa" los niños “mu” buena, pero no cumplía conmigo, que yo necesitaba de ella cada noche y ella que "na" de "na" y un hombre que es hombre, tiene que salir de su casa para no buscar "na" fuera "exprimio como los limones"
Aquí casi me da un infarto, no pude menos que reír, reír a carcajadas bien sonoras, Jamás había escuchado nada igual. Ni Buñuel en sus mejores tiempos hubiese retratado situación igual.
Dicho esto dio al play y "Los Chichos" arrancaron a cantar. Entre canción y canción, entre parada y parada el autobús se fue llenando de nuevos pasajeros, pero ese momento de confesión de la señora Obdulia y del señor Juan quedó grabado en mi memoria.
Para conocer un pais y a sus gentes, nada como un largo viaje en autobús, cruzar las manos, abrir ojos y oidos, sonreir y llenarse de sus historias. Cuando se comparte tiempo con alguien que sabe que no va a volverte a ver más, sale una vida por la boca.
JAjaaj parece de película de Almodovar!. Mira al final no pudiste leer, pero seguro que el viaje se te hizo cortisimo!.
ResponderEliminarFeliz finde San ;)
es para que se te haya quedado grabado
ResponderEliminarla una de , si me pega , pero lo justo, y el otro que en evz de conductor iba de macho sobrao,
en fin asi nos va
buen finde san
un beso
Hay niña, ha veces vale la pena ir por cuenta de uno mismo y hacer las paradas que te apetezcan, nadie te molesta y aunque no puedas hacer nada más que conducir, es mejor que soportar las tonterías de los demás.
ResponderEliminarQue pases un buen finde guapa. Besitos.
No he tenido yo esas experiencias, aquí los trayectos son cortos, el viaje más largo fue de Madrid a Alicante, pero fue en el Talgo, y mi compañero de asiento era mi hijo.Desde luego parece sacado de una peli, como te dicen arriba, pero me imagino que tantas horas de viaje, dan para mucho, y tanto la señora, como el conductor, al ser tan pocos, te tomaron como confesora. Sin duda son cosas que se recordarán siempre. Buen fin de semana. Besitos.
ResponderEliminarjaja! San, cómo olvidar semejante experiencia de viaje? Imagínate, que historias has recogido... que a veces sin pensarlo, encuentras al paso cuentos más sorprendentes de la vida real, que los que pueda contener un libro (o de lo contrario te escribes uno propio "Memorias en viaje" o posteas esta entrada para deleite de todos quienes te leemos!
ResponderEliminarPues, me ha gustado tu modo de contarlo! Y bueno, vente para aquí, mujer, que las distancias son cortitas, llegas a cualquier lado en menos de lo que canta un gallo y a lo sumo lo más largo que te puede llegar a contar algún pasajero, es un chiste! :-D
Besitos!!!!
Gaby*
San, eso no es un viaje, es una penitencia...
ResponderEliminarPero es verdad, la gente a veces tiene necesidad de sacar fuera sus vidas.
Aún así, si te das un paseito por algún pueblo serrano, todavía te encuentras la señora que si le das un poquito de calor, allí sentada en su silla de nea y con su toquilla de lana te relata la historia de su vida... y en el fondo, se te dibuja una sonrisa en el corazón...
Besos
Muy bueno, Sam.
ResponderEliminarLa gente está siempre deseando que la escuchen.
jajaja
ResponderEliminarEs muy cierto, si viajas así, puedes conocer muchísimas historias dignas de hacer un relato.
Un beso!
jajaja yo creo que el conductor te estaba echando la caña jajaja por eso presumía de macho, remacho y no creo que sus segundas intenciones fueran dirigidas a Obdulia.
ResponderEliminarDesde luego se olvida uno del libro que siempre estará ahí esperando otro momento, para escuchar historias reales y desinhibidas de la vida real. Un beso guapa
Estamos tan necesitados de ser escuchados...
ResponderEliminarBesos
Me parece al leer tu realto de ese viaje estar mirando y escuchando por encima del respaldo de asiento, ajajajaja, por Dios, que lejos te debió parecer que estaba Alicante. Pero por otra parte, de todas esas experiencias tambien se sacan enseñanzas, ¿verdad?.
ResponderEliminarUn beso
Buena experiencia San, estos momentos son dificiles de borrar eh jaja
ResponderEliminarGracias por compartir!
Un beso grande y buena semana =)
la experiencia hecha VIVENCIA...
ResponderEliminarFelicidades San por este relato...
Gracias por compartir :))
Besos desde un lugar dónde a veces llega el autobús
Me ha encantado esta entrada. La vida en estado puro.
ResponderEliminarYa lo dijo Manolo García en una canción: "Barras de bar,vertederos de amor".
Si los camareros hablaran....
La señora Obdulia y el conductor necesitaban compartir sus historias, y tú les escuchaste. Cada día que pasa nos llenamos de nuevas historias...
ResponderEliminarSaludos!
Si, es verdad, ahora creo que la gente se está volviendo como más reservada, se nota que el españolito medio se va domesticando, ¿demasiado?, no sé, para algunas cosas si, pero para otras ya nos iba haciendo falta.
ResponderEliminarAbrazos San
es cierto...
ResponderEliminarla gente cree que viajar es montarse un avion y "aterrizar" en la puerta del hotel..
viajar es otra cosa...
hermoso post...
un abrazo
Me encanta la forma de relatar tus historias, la verdad lo haces de una manera muy amena. La ventaja de viajar en autobús fue que compartiste con otras personas, aunque parece ser que sólo ellas hablaron, de todos modos te hicieron el viaje entretenido, de tal manera que aun hoy después de tanto tiempo lo recuerdas.
ResponderEliminarUn abrazo