No os he hablado de mi amigo Juan, pero después de contarme su última aventura y de llorar, pero llorar literalmente de risa viendo sus exageradas expresiones y oyendo tremenda odisea, no puedo menos que compartirla con todos vosotros , claro está que bajo su autorización.
Esto fue lo que le ocurrió a Juan.
Juan trabaja en una agencia de viajes y una vez al año realiza cursos de formación, por aquello de reciclar al personal, si, si reciclar como se recicla los plásticos y los cartones.
Este año el encuentro fue en un hotel de la sierra de Granada, un lugar realmente precioso en medio de un gran pinar, solo se escuchaba a los pajaritos cantar, por qué haber no había nada a su alrededor, bueno ni a su alrededor ni a cuarenta kilómetros a la redonda.
Siempre que Juan tiene que ir a estos eventos, solicita una habitación individual, es tremendamente escrupuloso, y que no se moleste pero un poquito maniático también. Como estamos, como estamos y la crisis lo abraza todo, pues lo de individual nada, fuera solicitud y a compartir habitación como buenos hermanos. Y en ello estaba el hombre compartiendo habitación y baño, esto era lo peor, decía. Lo peor creía él, porque realmente lo peor llegó horas después.
Todo iba según lo establecido, desayuno, exposición de los temas a tratar, comida, unos paseos sesteros, de nuevo exposición, de nuevo paseos, cena, unas horas de relax y a dormir que mañana es otro día.
Y aquí llegó lo bueno, la segunda cena consistió en unas verduritas hervidas y unos filetes bañados con una salsa, ummmmmm ¡que salsa! Allí mojó hasta Dios que descendió de los Cielos para probar ese manjar. Todos los comensales se chuparon hasta los dedos. Y a eso de las doce a dormir que es lo que toca.
Al intentar abrazar los sueños comenzó Juan a notar cierto trajín en su estomago, de cierto trajín pasó a un rugir, a un tronar que ni el motor de una Harris Davidson podía igualar.
Samuel que así se llamaba su compañero de habitación, hombre finiiiiiiiisimo y educadiiiiiiisimo, al no poder conciliar el sueño por tantas vueltas y revueltas que Juan daba bajo las sabanas, le decía
-Chico Juan ya vale, que no hay quien coja el sueño.
-Hay Samuel que me estoy poniendo muy malo, que ni te imaginas como me siento, si parece que el séptimo de caballería cabalga por mis adentros.
Y al terminar la frase aquello fue un tronar de trompetas que ni las bandas de semana santa suenan tan al compás. De un salto se fue para el baño,
-¡Señor, señor! que veo la muerte pasar frente a mí, pero que es la muerte, que sí que lo es, se lamentaba.
-Vamos Juan no seas tan quejica hombre, le decía Samuel.
-Aquí te quisiera yo ver, aquí,! pero que malo estoy!.
Así estuvo mi pobre amigo, de la cama al baño, del baño a la cama. Envuelto en lamentos agonizantes.
-¡Pero qué exagerado!, esta noche está visto que no se duerme en esta habitación.,
-¡A ti te quisiera ver yo, aquí sentado!.
En ese ir y venir, que el pobre hombre ya ni pantalón de pijama, ni nada de nada, ya iba y venía a pelo que no podía perder tiempo la criatura en bajar y subir ropa alguna.
Y en un ¡ayyyyy! que se queja Samuel.
- ¡Señor, que retortijón, porque Juan esto es un retortijón ¿no?
Dio un salto y en cuestión de una milésima de segundo se plantó en el baño.
-Quita hombre que esto no espera, le dijo a Juan, que seguía atrincherado en el baño.
¡Dios mío! yo quiero morirme, pensó Juan al ver a Samuel como su madre lo trajo al mundo en mitad del baño, pidiendo que se levantara de aquel digno trono.
-Que no Samuel, que no me puedo levantar. ¡Joderrrr! Esto lo cuento y no me lo creen.
-Pues no puedo, que no puedo….
Y ese hombretón de un metro ochenta finiiiisimo y educadiiiiisimo , se sentó en el bidé y muy serio dijo:
-Si cuentas esto, yo te mato.
Juan para sentir que aquello no iba con él miraba al techo, pero los ojos se le iban al hombretón y a sus desnudeces, y el pobre se decía para sus adentros:
-¡Madre del amor hermoso ¡no había visto aparato igual en toda mi vida, quita, quita no mires, ¡dios santo! que escena, ¡dios santo! que cuadro.
Mecidos por una suave melodía de cisternas, la del piso de arriba, la del piso de abajo, la de la habitación de la izquierda, la de la habitación de la derecha, a las seis de la mañana las excursiones cesaron y los dos compañeros de pasión lograron descansar de tan esperpéntica noche
A la mañana siguiente al entrar en la sala de reuniones lo que encontraron hizo que rieran hasta no poder más. Todos los asistentes al curso presentaban la misma estampa que ellos, caras blancas como el mismo papel y unas ojeras negras como el carbón.
Qué compañeros ¿como fue la noche? Silencio absoluto……
En el comedor todos pidieron para desayunar una buena dosis de Fortasec.
Amigos, amigas, antes de compartir habitación pensadlo dos veces.
Nos vemos las caras y nos partimos de la risa. eso pasa cuando hay tan "hermosas" experiencias compartidas y compicidad!!!
ResponderEliminarMuy buena ésta, sí señora!
Beso.
jocosa situación en la que por ser multiple se salva la cara...un poco
ResponderEliminaren caso asi, no me extraña exista la ley del silencio
a pesar de ello...pues transcendió
buen finde san
beso
jajajajajaa...pobre hombre!...qué situación más espantosa! jajajaja...sin conocer a tu amigo me lo imagino muy correcto y formal, como lo cuentas. Igual su compañero de cuarto! jajajaaj...y en esas circunstancias, no está uno como para esperar formalidades! jajajajaj
ResponderEliminarBuenísima la anécdota!...me has hecho reir con ganas! jajaja
Un abrazo.
Primera vez que entro a tu blog y me voy con la risa a mas no poder, gracias hace tiempo que no reía con tantas ganas.
ResponderEliminarUn abrazo
El problema no es la compañía, es la salsa...jo, ¡qué cuadro!
ResponderEliminarBienvenida Carmen Rosa, vuelve cuando quieras, aquí tienes un rinconcito esperando.
ResponderEliminarBesos.
Situaciones de difil solución politicamente correcta, jajajajajaja, lo mejor en esa situación es la via directa...... por derecho.
ResponderEliminarA la mañana siguiente paraeceria un velatorio ma que un curso jjajajajajajaa.
A lo que le paso a tu amigo le llamamos "la venganza del viajero"
Besossss, San
Buena manera de solidarizarse con el compañero... seguro que Samuel no quiso que Juan se sintiera solo en semejante gesta! Jajaja! Todos los comensales aprendieron a bailar salsa esa noche, seguro que sí! Qué ritmo!
ResponderEliminarUna situación penosa para el que la vive, para el que la lee desde tu relato, sumamente jocosa!
Besitos al vuelo!
Gaby*
¡¡Yo me muero!!, Alguna vez me toca ir reuniones de estas donde donde te venden que hay que ser un equipo y demás. Uff!! no me puedo imaginar que el ejercicio fuera este, jajajaja
ResponderEliminarMe he reído mucho, pero entiendo que debe ser desagradable, más si no conoces a la persona o no tienes afinidad..
Besos
Jajajaja que corte por Dios, me pasa a mi y me da algo, que situaciòn mas violenta, es que me inmagino a los dos ahi frente a frente y me parto!, jajajaja.
ResponderEliminarJajajaja pobre tu amigo Juan ¡ bueno y el resto de compañeros también. Si que se pasa mal cuando uno se pone malo, pero encima si en compañía de unos desconocidos o de gente que acabas de conocer... pobres¡
ResponderEliminarUn Saludo ; )