Juan y Luci habían estado toda la tarde dando vueltas a una idea, ya hacía tres años que se conocían y consideraron que era el momento de poner fin a esta situación, tenían que enfrentar sus miedos y comenzar una vida en común.
-No hay paso atrás Luci, esta noche se lo decimos. Dijo Juan.
Cogidos de la mano frente a los padres de Luci, dieron la noticia. Ellos pensaban que se opondrían a su decisión argumentando lo jóvenes que eran, pero para nada fue así, se alegraron al ver a su hija tan decidida y tan segura de que eso era lo que realmente deseaba. El amor se reflejaba en esos ojos que una y otra vez cruzaban miradas cómplices y sonrisas traviesas.
- No os preocupes le dijo el padre, os ayudaremos en todo.
A la mañana siguiente Ana le comentó la noticia a la abuela Manuela y esta le dijo.
- Ana a esta niña hay que hacerle el “ajuar” porque seguro que tú no le has ido preparando nada, mira quiero recordar que Rosa la del cuarto iba a un sitio llamado ¿Cómo era? Ya recuerdo iba a Portugal, allí compraba toallas, sabanas…. en fin todo lo necesario y por unos precios muy, pero que muy buenos. Sin pensarlo dos veces Ana fue a casa de Rosa a informarse de la dirección del pueblo en el que se podía comprar todo el “ajuar “de una novia.
Rosa le habló de un pueblo llamado Valenca do Minho indicándole como podía llegar hasta allí, le entregó mapas y direcciones de comercios, pero sobre todo le hablo de Casa Clara, uno de los comercios más antiguos de la zona, cuatro generaciones dedicadas en cuerpo y alma a la venta de ropas para el hogar.
-Cuando llegues preguntas por Rosita, es la dueña, ya vas a ver qué dulce mujer y que entendida en estos temas. El oficio lo aprendió del abuelo y codo a codo lo trabajo con el padre. Se me olvidaba, lleva bien llenito el depósito del coche, en Portugal la gasolina es mucho más cara que en España.
Buena recomendación pensó Ana. Todo sea por la economía familiar y sonrío.
A los pocos días Ana y Pepe partieron rumbo a Portugal. Pepe le iba comentando a su mujer que los portugueses estaban viviendo momentos difíciles, el periódico hablaba de que Portugal había colocado obligaciones a un interés record. Que precisaba de una intervención inmediata, de un rescate europeo. Dicen que el factor más importante es de tipo político.Fíjate Ana, el primer ministro ha dimitido.
Pero Ana no estaba en esos problemas, Ana estaba repasando la lista de todo lo que iba a comprarle a su preciosa hija.
Cuando divisaron a lo lejos Valenca do Minho, se quedaron prendados. El pueblo estaba unido a España por dos puentes, uno más antiguo y el otro más moderno, el puente antiguo fue obra de uno de los discípulos del arquitecto que diseño la torre Eiffel. Bajo los puentes, corría el río Miño.
Era un pueblo amurallado, protegía calles y casas por una antigua fortaleza.
En seguida encontraron Casa Clara, estaba situada en una larga calle toda repleta de comercios, donde se exponían toallas, albornoces, alfombras, accesorios de cocina, todo lo necesario para equipar el hogar.
Al entrar les recibió una mujer muy hermosa de unos sesenta años, tras preguntar lo que deseaban, les fue mostrando lo que su tienda ofrecía. Ana y Juan adquirieron todo lo que buscaban y felices se despidieron de Rosita.
Cuando se marchaban Ana y Pepe, Rosita miró el reloj, era la hora de cerrar. Del mostrador tomo un cartel que decía, “Tras ofrecer nuestros servicios durante cuatro generaciones, Casa Clara cierra sus puertas para siempre”.
Cuando ordeno los estantes después del último día de ventas, Rosita se miró en el gran espejo que presidía la tienda, en él centenares de mujeres se habían mirado, buscando ver como les quedaba ese mantón bordado que sería la envidia de las vecinas en las fiestas del pueblo. Tomo un mantón negro todo alfombrado de claveles rojos, se dejó abrazar por él y caminó hasta la puerta, volvió su mirada, una última mirada para recordar una vida hecha en esa tienda, dos lágrimas corrieron por sus mejillas. Salió y cerró.
Sobre el mostrador un periódico cuyos titulares rezaban: Recortes de sueldos en el sector público, congelación de pensiones, aumento del IVA, cierre de cientos de establecimientos, se deja notar esta crisis especialmente en el pequeño comercio.
Otros ojos y otras formas de mirar en casa de Gustavo
Otros ojos y otras formas de mirar en casa de Gustavo
Es muy triste esta realidad.
ResponderEliminarBesos
La realidad no la muestran ni las estadísticas ni los balances, la muestra la vida cotidiana que padece las necesidades que imponen los aparatos financieros y los grandes intereses económicos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una realidad que cuentas en el relato que es tambien del nuestro, han ido desapareciendo todos las pequeñas tiendas de toda la vida, a causa en muchos casos de dar prioridad a las grandes superficies perjudican a las familias que trabajaban como autonomos.
ResponderEliminarPrimavera
Hola San devuelvo tu visita, fiel amiga, andamos perdidas, yo también con una gripe de 15 días uffff es mucho, recién revivo hoy con alguna secuela.
ResponderEliminarPaso a leerte después cuando ponga mis desastres al día.
Un gran abrazo y nos vemos ((:))
Pareciera que está fuera, la crisis mayor que habrá existido.
ResponderEliminar¿Nos desenfocaría mucho saber que la unión política europea se ha acabado a la hora de aceptarnos?
No ya de pais, de entorno propio.
¿Podrá el dinero una vez más y no la más íntima confianza?
Nosotros cruzábamos en busca de sábanas, retales, ajuar de novia en suma. Pero no cruzando el Miño, sino por el Guadiana. Una vez cruzado el puente continúa un trecho la carretera y te encuentras con el puesto fronterizo. A lo que de él haya quedado todavía.
Luega un trecho y esa ciudad amurallada de animado discurrir entre sus calles por razones de comercio.
Un relato muy bonito.
Un abrazo.
Tésalo
Por un lado me has llevado a recordar cuando se cruzaba la frontera para comprar toallas y demás por que era barato. Ya no es tan económico, pero sirve de excusa.
ResponderEliminarLo triste, creo que es un espejo para mirarnos y no debemos perder de cerca, España no está en su mejor momento. Solo hay que mirar alrededor nuestra.
Besos
Me has sorprendido, esta semana parecía difícil hacer un relato de ficcion y has hecho uno muy bonito, con varios giros hasta ese final, que probable y tristemente se esté produciendo.
ResponderEliminarMuy buen relato San, muchos besos y un abrazo para Jose.
Sigo encandilado con tu cuento de la semana pasada, el de la receta de las magdalenas.
San, es la voz que corre !a Portugal a por toallas, sábanas, manteles..." Se cruza un bello puente y se abren paisajes y vidas.
ResponderEliminarRosita cierra persianas, como tantas otras en Portugal o donde sea. Al cerran una tienda como esa, con historia, se cierra la ventana a los orígenes, nos quedamos huérfanos, !lástima!
Portugal, tierra hermana, es algo más que el primer pueblo, que le bacalao,incluso que el Fado...Debemos entrar adentro, sin prisas.
Un relato que dice muchísimo, que me deja con sabor algo amargo, me deja cerrando una vieja botica, ¿la de mi barrio? Besitoooo.
Me gusta ese entremezclar en el relato, la vida llena de ilusiones que empieza una pareja, y la tristeza de la que tiene que cerrar la tienda en donde transcurrió la mayor parte de su vida. Eso es una realidad, se ve en todas partes, aquí me muero de pena cuando veo como cierran pequeñas tiendas que he visto desde pequeña, ya quedan muy pocas, se abren franquicias, pero tampoco duran mucho, es un continuo, abrir y cerrar comercios. Esperemos que esta crisis acabe pronto y todo vuelva a la normalidad. Besitos.
ResponderEliminarbella manera de presentarnos la triste situación a la que se enfrenta el país vecino. hasta ahora un sitio donde comprar ventajosamente, actualmente un país donde a pesar de la crisis hay muchos españoles que van a encontar trabajo en mejores condiciones y a veces incluso mas dignas y reconocidas en su valor.
ResponderEliminarDicen... España no es Portugal, pero yo cada vez veo le futuro mas parecido
Un beso
Valença tiene la suerte de estar cerca de España y tardará más en caer que otros lugares.
ResponderEliminarAsí es, todavía recuerdo la de veces que crucé el puente internacional de Tuy. Pero sólo conozco ese pueblo, el de Valença. Es precioso. Pena que todo decaiga, estamos en el otro lado del péndulo histórico, cambios vivimos.
ResponderEliminarBesito.
Hubo un tiempo en que Portugal era el objetivo de compras a buen precio sobre todo mantelerias, toallas, etc., hace poco era un país donde ir a buscar y lograr un trabajo mejor remunerado y más reconocido. Ahora con esta situación económica... quien sabe, temo que tendremos que prepararnos para lo peor.
ResponderEliminarUn beso
Aún tengo una preciosa colcha blanca que compré en Elvas, preciosa ciudad portuguesa muy próxima a Badajoz. La dichosa crisis está acabando con muchísimos pequeños comercios en ambos paises. Ojalá no dure mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo.
A todos nos ha pasado igual. Retornaron nuestros post pero desaparecieron los comentarios!...en fin, algo es algo!
ResponderEliminar...y reitero que me parece una excelente historia como para homenajear a ese gran pais.
Un abrazo!
Hola SAN
ResponderEliminarTus relatos, entre verdad y fantasía me encantan y llevan mi imaginación por caminos desconocidos, pero interesantes.
Un abrazo y feliz fin de semana
Vuelvo por aquí otra vez, pues como me imaginaba se ha borrado el comentario, vaya día.
ResponderEliminarUn relato muy entrañable, sobre todo esa mujer que tiene por última vez que bajar la persiana de su tienda donde ha trabajado toda su vida, y la tristeza que siente al hacerlo.
Un beso
Esperemos que esta crisis no dure mucho, porque los comerciantes chicos son los que más sufren, así como el negocio de Casa Clara.
ResponderEliminarMuchos saludos cordiales te envío desde Alemania.
Tan dulce como preparar ese ajuar, me parece ese lugar que nombras, que ya voy a buscar en imagenes de google. Lástima que llegaré tarde a esa tienda, pero quien te dice... algún día las cosas tendrán que mejorar!!!
ResponderEliminarUn relato con el encanto de tu sonrisa. Escribes con dulzura y arte.
un fuerte beso, mi amiga San
Supongo que no debemos dejar de mirar de cerca lo que está pasando en el pais vecino. Si paseas por las calles de cualquier ciudad, ves como muchos comercios cierran y todo se llena de carteles de "se alquila", el paisaje va cambiando...
ResponderEliminarEL relato encantador, como siempre
Besos
Cuanta fibra emotiva tenes San! Como toca la emoción! Un relato simple, un retazo de vida común, personas ordinarias como cualquier otra, y ya esta!
ResponderEliminarRosita dejó escapar solo un par de lágrimas! Seguramente ya tendría los ojos secos de tanto llorar.
Me encantó este pincelazo de Portugal en tu relato!
Besito