De pié frente al espejo miró su cara, estaba pálida. Pasó su mano sobre el rostro que se reflejaba en el cristal y lo acarició, la dura barba no terminaba de aparecer, solo algo parecido a una suave pelusilla dorada, a pesar de ello cada mañana la eliminaba, era un hombre, dijese esa pelusa lo que dijese.
Peinó su alborotado cabello, para sus amigos demasiado largo, le insistían en que la moda era cortarlo al estilo militar, todos lo hacían, pero él… no, no podía, era su marca.
En ese instante sin previo aviso llegaron a su memoria las palabras que desde pequeño oía recitar una y otra vez a su padre. “Los putos extranjeros nos invaden, se están haciendo dueños de nuestra tierra, se casan incluso con nuestras mujeres, mezclan sangre, nada es ya puro. Se pasean inmunes por nuestras calles, Terminaran echándonos de nuestro país si no se acaba con ello…”
Todos sus amigos, su círculo, pensaban igual. “Julio decídete, ha llegado la hora de actuar, no seas nenaza tío”, le decían.
Julio se educó entre dragones, la princesa del cuento la que a veces le rescataba de tanto fuego cruzado, era su madre, solo ella. “No Julio, el que todos digan o hagan no significa que ello esté bien, no escuches, no te dejes arrastrar”
No, hoy no hay lugar para las dudas, si todos lo creen es lo correcto, lo que se debe hacer.
Yo soy uno de ellos, uno más.
A las dos de la madrugada salió de casa, el sonido de la puerta tras de sí, inquietó a la madre.
Un suspiro y el alma encogida serían sus compañeros de sueños esta noche para ella.
Larga noche, sangrienta, brutal, extremadamente brutal.
Amaneció tarde para Julio. Su iniciación se había materializado, exhausto habia caido sobre las inmaculadas sábanas.
Abrió sus azules ojos a un nuevo y grandioso día, se relamió los labios cual vampiro tras su último banquete. Había estado bien, aunque en su interior se revolvía una leve brizna de extraños remordimientos, los acalló sin más de un manotazo al viento.
Desayunó tranquilo. Su madre desde la sala le llamó. “Julio por favor puedes subir la caja del sótano, la que está en el último estante.”
El canturreando obedeció, al intentar tomarla, un viejo y polvoriento álbum repleto de fotografías se le vino encima. Curioso lo hojeo, no conocía a las personas que en el aparecían.
Subió junto a su madre. -Oye mama ¿Quién son estos?
Ella tomó asiento, “te pareces a él ¿verdad? Eres igual a él cuando tenía tu misma edad. Es tu abuelo Juan junto a Amina.”
Un escalofrío recorrió la espalda de Julio, su cuerpo rompió a sudar, tapo su boca para acallar un grito, una arcada se adueño de su estremecido estómago. Todo su mundo se desmoronó. Sus piernas cedieron a tanta pesadumbre, su cuerpo inconsciente se precipitó en el frio mármol, en su mano la fotografía de un hombre rubio de ojos azules y tez blanca como la nieve agarraba por la cintura a Amina, una hermosísima mujer de piel negra como la negra noche que cubrió a Julio.
Fina, finísima la línea que separa el bien y el mal. Lo blanco de lo negro. Lo puro de lo impuro. La mentira de la verdad.La banalidad del Mal vista por otros ojos en casa de Juan Carlos
No existe la -tan manida y cruel- pureza de sangre. Somos fruto del mestizaje desde el inicio de los tiempos ¿cómo si no hemos llegado a superpoblar la Tierra?
ResponderEliminarMagnífico relato que debería imprimirse en póster y empapelar todas las calles de todas las ciudades
Un abrazo (o dos)
Uffff qué mensaje. Me encantó. Es un relato maravilloso.
ResponderEliminarSan....ayyy, por poco, se parece tu relato y el mío en algunos aspectos.
ResponderEliminarUn final merecido para Julio, acabado de traspasar la ligera línea sin vuelta atrás.
Ni una gota de sangre es pura, desde los siglos somos mezcla, por suerte. No existe lo impoluto, lo puro absoluto, es imposible y sería una monstruosidad creer en ello, cosa que algunos hacen según vemos cada día.
Aplauso por este rotundo relato.
¿El show debe continuar? Debemos cambiar la función, el argumento.
Besitos cariñosos.
Y como a veces el odio puede amargar tanto a un niño, que cuando crece es igual que sus progenitores... Me pregunto como la gente se atreve a juzgar por el color de la piel, cuando la gente mala no es característica por un color oscuro de piel, si no por un corazón negro.
ResponderEliminarUn beso.
¿Será que el mal se extiende porque no sabemos defender el bien ante la impiedad de lo que vemos, hacen la ignorancia, el miedo y la búsqueda de aceptación? ¿será que hemos claudicado en la transmisión de valores sólidos?
ResponderEliminarMe quedo pensando...
Un abrazo, San!
Es triste pero los referentes conforman parte de la educación que reciben los hijos, la familia es importante y los valores que te ofrecen más. ¿Quien guardaba el secreto? a lo mejor la madre lo hubiera salvado si se hubiera enfrentado a su propia realidad, la xenofobia en el seno familiar inoculándose como un veneno. Que pena, bajó el cajón cuando ya era tarde... y sin darse cuenta, fue cómplice del mal.
ResponderEliminarBesos
Genial el firo final del cuento. Yo tampoco creo en la pureza de sangre, todos somos el resultado de la mezcla de muchas culturas y pueblos desde que el mundo es mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
mi familia es muy curiosa, desde que tengo nuso de razón, me di cuenta que algo raro tenemos. Mi padre se casó con mi madre, pero ahi no acaba la cosa, mi abuelo con mi abuela, mi tio con mi tia. Todos somos fruto de un incesto familiar.
ResponderEliminarBueno yo para romper la tradición algun dia me casaré con alguien que no es de la familia
¡Pero que barbaridad!!!!!! Seguramente entre todos los males que banalizamos por repetitivos o generales, el racismo es francamente abominable. En realidad todo lo que margina a una persona por razón de diferencia cultural es perverso.
ResponderEliminarBonito ejemplo de una cara más de la trivialización del mal.
Besitos
Como siempre ameno, interesante y elaborado relato.
ResponderEliminarEl mensaje es contundente, pero es predicar en el desierto. Este mundo está enfermo, y todos padecemos desde un constipado emocional a una ambición cancerígena.
Uno llega a pensar si realmente somos dueños de algo.
Besos
cáncer ninfoma smn
Empiezas increíble. The show must go on: sensacional, de las canciones más intensas en sentimientos que se han hecho.
ResponderEliminarEl relato, muy bien llevado, como siempre. Sí que ví parecidos al de Natalí y con el mío, al menos en como terminan los protagonistas, ambos sufren arcadas.
Muy bueno, un beso, amiga.
he leído ya algunos jueves. algunos los he comentado desde el punto d evista de las ideas...pero el tuyo quiero comentarlo desde el punto de vista formal, pues me HA ENCANTADOOOO...veamos, sin decir qué demonios ha hecho el crío, todos sabemos que se ha cargado a un extranjero y que ese extranjero es negro..(espero haber entendido bien, que si no me estoy metiendo en un lío...)y eso, incluso si lo he entendido mal..eso es precioso, ea técnica de decir sin decir, esta vez, chelo-san, me ha encantado...medio beso.
ResponderEliminarUn relato feroz dentro de la sutileza y del buen gusto. La intolerancia a veces se nutre de pequeños comentarios, chistes, parodias, etc. Al final inducen a la actuación y después a la justificación.
ResponderEliminarEl video, apropiadisimo, pase lo que pase hay que seguir adelante.
Un beso, San
No creo que exista una raza pura en ninguna parte del planeta, y te aseguro que tendré muchos defectos, pero de racista, ni un solo pelo, todas las razas me pareces magnificas, sean de donde sean. Hoy vi un chinito de unos tres meses, y te juro que me lo hubiese traído a casa, que cosa más bonita.
ResponderEliminarTu relato es precioso, ojalá lo leyese la humanidad entera. Besitos.
Por fin, no conseguía llegar a tu relato, ni con el enlace de Juan Carlos, ni pinchado en tu perfil, pero quien la sigue la consigue y aquí me tienes buceando en tu relato que no quería perderme como perdido se ha quedado Julio al conocer el mal que ha hecho, y es que a veces solo lo que nos toca de cerca nos parece brutal y la brutalidad es extrañamente tolerada y a veces estúpidamente vitoreada, extraño verdad?, miles de besossssssssssssssssssss
ResponderEliminar¿De qué sirve conocer la verdad? ¿Qué es lo que nos ata a ella?
ResponderEliminarMucha luz, encanto.
Creo, quiero creer, que algún día seremos los más lo que creemos que todos formamos parte de lo mismo y somos lo mismo... pero, por ahora, cada vez más las murallas se levantan y el suelo que pisamos se subdivide maliciosamente.
ResponderEliminarTu relato impecable de pe a pa, nos lleva por un derrotero acertado en este tema que tratamos, de manera de reflexionar e invocar cordura y sensibilidad para entender, perdonar y armonizar.
un enorme abrazo, mi tempranera y siempre lista (EN TODOS LOS SENTIDOS) San.
Leyendote.
ResponderEliminarReniego ampliamente del racismo.
Y creo que la maldad en realidad no tiene colores.
Cariños
Escalofriante, San. Todo lo que uno puede llegar a odiar se confabula para ponerse más cerca de lo que uno cree...
ResponderEliminarDesde luego, lo más inquietante del mal es precisamente el fino hilillo que le separa del bien; no en vano de dice que son dos caras de la misma moneda.
Un viejo y sabio amigo mío, decía siempre a esas personas intolerantes por sistema: "Ten cuidado con lo que más detestas... porque está siempre dentro de tí..."
Un besito, San...
La semilla estaba puesta.Esta puesta quien sabe desde cuando.
ResponderEliminarCariños
apropiado el video traducido
hola amiga,
ResponderEliminar"Fina, finísima la línea que separa el bien y el mal. Lo blanco de lo negro. Lo puro de lo impuro. La mentira de la verdad."
PUES SI!
El mal es más fácil de hacer…..
Un besito amiga San.
No somos conscientes del daño que pueden hacer las palabras en epocas de aprendizaje y de como esos prejuicios pueden marcar la vida de las personas.
ResponderEliminarMi querida amiga, me ha gustado muchisimo.
UN besazo
Cuando nos demos cuenta de que nada nos separa, la perfección, el color, la raza, la riqueza o la pobreza, los acentos, la mirada... Que no sea tarde.
ResponderEliminarPrecioso.
Un beso
Lo que realmente, a mi juicio, importa es el corazón de la gente, los buenos sentimientos y obras, los sueños, las ilusiones, lo demas es superfluo.
ResponderEliminarFue un agrado leerte.
Te dejo un cariñoso abrazo.
Que buena reflexión guarda esta relato, que bella verdad esconden muchas veces las mentiras...
ResponderEliminarGracias por tus letras, siempre enriquecedoras :))
FELIZ VERANO!
Besos multicolores
Los prejuicios, la discriminación, la soberbia de creernos superiores a otros, son condicionantes que envilecen el espíritu del que los ejercita. Y del odio y el rencor, dificilmente se vuelve.
ResponderEliminarSólido relato.
Un beso de lunes en martes. :)
Soy Carlos de Apenas penas)
Gracias por siempre estar!!!!!
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