Bajo la sombra de la vieja encina, se dejo caer. El sol azotaba con fuerza
a esa hora. La espesa calina arrastraba un aire irrespirable. La sequedad
del ambiente y el duro trabajo acometido, hizo que su cuerpo le reclamara un
buchito de agua fresca. Al inclinar el botijo, cerró los ojos. Qué placer
sentir ese frescor abriéndose paso dentro de él…Saciar la sed de este modo
siempre le pareció tan sensual… sobre todo cuando vio a Dolores beber de esta
manera.
Él la observaba, cuando decidida agarró el búcaro empinándolo sobre su
cabeza. Un chorro cristalino se precipitó sobre su boca. Tanto cayó que
no dándole tiempo a tragar, por las comisuras de sus labios, el agua se le
rebosaba. Con el revés de su mano secó ese camino empapado, pero unas gotas
revoltosas resbalaron por el cuello abajo hasta alcanzar sus pechos. Rió
bulliciosa y alegre al sentirse invadida.
Él continúo mirándola mientras sus pasos se alejaban, hasta perder su
imagen tras el horizonte.
Hoy, en las horas muertas de la siesta, rememora el ardor de ese momento.
Los 46 grados, que la radio anuncia, nunca podrán compararse, con el calor
que sintió aquella tarde.
Otros muchos calurosos los encontrareis abanicandose en casa de Mª José
Es que es diferente el calor de la ardentía...
ResponderEliminarEs que hay calores y calores y calores incomparables que se miden con otra escala jejeje
ResponderEliminarBesos
Y esas gotas cayendo entre los pechos de Dolores subieron la temperatura y le causaron un dolor jejeje
ResponderEliminarEl agua deslizándose es una imagen muy sensual, que atrapa y no se puede dejar de mirar por lo que provoca, como tu texto, esa tarde no la podrá olvidar y exactamente no por los 46 grados.
ResponderEliminar:)
Un abrazo San.
Bonito relato sobre el calor, y digo yo, ¿vosotros como escribís?, ¿el calor o la calor? siempre tuve dudas, un saludo.
ResponderEliminarMi querida San, me da que nuestra imaginación de una forma u otra recorrio el mismo camino, no?, jajaja, relato costumbrista muy bien redondeado abrazando el caluroso tema, por cierto, un secreto, el agua del botijo es la que tiene la temperatura perfecta que nos gusta a las sirenas, emmm, juro por papá pitufo que nada tiene que ver que el agua acabe siempre escurriéndose por el descote, jejeje, miles de besosssssssssssss
ResponderEliminarHija mía, qué calores me has dejado, pordió. Ya hemos tenido un día por aquí bien apretado de solana, ya. Yo con faringitis, tos y ojos llorosos, sin poder ir a la piscina o beber frío... es la muerte, amiga. Para arreglarlo nos han traído el resto de muebles que adquirimos en mayo y... abre cajas, monta, dobla cartones ¡Ay, qué día!
ResponderEliminarBesote de cuatro.
Epa! que 'calorcito" se siente por alli!
ResponderEliminarUn "buchito" de agua fresca en medio del calor tal vez sea el mayor placer que exista. Y que ese trago se lo dé la bella Dolores puede ser el máximo del morbo.
ResponderEliminarEntiendo al hombre de bajo la encina.
Bueno, San. Besos.
Mucha sensualidad en un acto simple... creo que cuando la mente transpira, la imaginación se enciende; así prenden llamita esos recuerdos que uno rara veces puede quitárselos de encima (todavía si el calor apabulla los sentidos!).
ResponderEliminarMuy buen relato! Me ha dado sed... ;)
Besitos San!
Gaby*
Hombre, hay calores y calores, y el sensual es el mejor, y ese recuerdo seguro que le ayudó a soportar mejor el calor.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que hay calores y calores. A mí me ponen a un pedazo de hombre bebiendo agua de un botijo con la camisa entreabierta y tienen que venir a apagarme los bomberos...que chuli te ha quedado el relato.
ResponderEliminarBESICOS.
Calores diferentes. relato muy bien logrado
ResponderEliminarUn abrazo
También me ha gustado mucho. Me ha recordado a las películas italianas de los años 50-60 de Sofía Loren :)), ella una mujer con un escote y un busto provocador y exorbitante jaja y mientras él, el pobre, disfrutando en silencio de esa imagen... qué bueno!!
ResponderEliminarun abrazo
Sensual imagen que subió la temperatura más allá de lo que el termómetro marcaba. Gotas de agua fresca resbalando entre dos turgentes senos...inolvidable visión.
ResponderEliminarUn beso, Leonor.
Mmmmmmm ese tipo de calor, siempre acaba "refrescándote" :)
ResponderEliminarPrecioso recuerdo antes de los 46 grados que va a sufrir.
Besitos.
El cántaro recuerda un pecho, el pezón, agua cristalina que brota.
ResponderEliminarGotas que resbalan, en lo mismo estamos, entre dos esferas la gota se pasea, similar inspiración que dejé caminando parecido sendero.
Hay que aliviar la caló, también el frío.Lo he disfrutado ese recuerdo olvidada la siesta.
Besito fresquito con espumas del norte.
me apunto para un concurso de camisetas mojadas, Estoy dispuesto lo hagamos por antigüedad
ResponderEliminarel calor interno del placer es divino.... en nada se compara con el calor del desierto o del más bajo de los infiernos..... es dulce como el agua del mar que nos refresca y nos empuja a querer más.... como una droga mortal que nos seduce hasta saciarnos y cuando haya pasado lo mejor volveremos por más..... es un círculo vicioso del cual no queremos salir, recordándolo a cada instante para así poder regresar al momento justo que nos gustó más.... además según dicen todos, recordar es volver a vivir, aunque yo no lo veo así, lo sugiere mucho tu escrito....
ResponderEliminarRelato campero, si señó...y es que no hay ná como el chorrito del búcaro para refrescar el mediodía en la era.
ResponderEliminarUn besazoooooo
No me extraña que no se olvidara de aquel instante, esa Dolores bebiendo y el agua rebosando de su boca... Me ha encantado y ademas me ha refrescado tus bellas palabras. Hoy tb va a ser un día muy caluroso. Gracias por participar. Un beso
ResponderEliminarPues es que es eso, ya puede marcar el termómetro 46 grados y encima a la sombra...si hay una mujer, que bebiendo de manera tan sensual, se moja la comisura de los labios y encima los pechos; si además tiene el cuerpo empapado en sudor y sonríe mientras te cae la baba...pues el incendio está más que asegurado.
ResponderEliminarUn beso
Lo que da de sí beber un trago de agua de un botijo de barro... ;-)
ResponderEliminarSaludos!
Me ha gustado mucho San, especialmente la ambientación que rodea al instante del agua resbalando por los pechos femeninos. Ese tórrido calor, la acogedora sombra de la encina, ese reposo momentáneo en la faena, el botijo de barro, el recuerdo imborrable de un momento acalorado y sensual. Toda una preciosa y ardiente ambientación para un mágico momento.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Es que hay calores que valen la pena pasar!!! Hermoso relato San!!!
ResponderEliminarBesitos :)
Exquisita descripción de algo tan simple y cotidiano como saciar la sed.
ResponderEliminarLo haces de una manera sensual, con ricas palabras e imagenes que nos refrescan al tiempo que nos encienden.
Muy bello, muy bien recreado, descripto con buen gusto y el calor justo.
besos querida Chelo
Hay calores y "calores" y los de ese día, seguro que ni el mejor de los termómetros lo podría marcar.
ResponderEliminarMuy bien descrito el calor junto al recuerdo.
Besitos, hoy por fortuna algo más frescos.
¡Qué lindo y cálido recuerdo ese San!, un poco de frescura invasiva en formas de gotas cristalinas le deben traer muy buenas evocaciones sobre todo para pasar los inviernos crudos
ResponderEliminarUn abrazo amiga
Precioso este relato! Me gusta mucho la descripción que haces, el modo en que lo cuentas... Te felicito!, está genial
ResponderEliminarmmm! muy evocador. Precioso relato
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