No era
extraño que la luz se fuera. El edificio era antiguo, así como la instalación
eléctrica. Toni conocía mi fobia a la oscuridad y supo anticiparse. Comenzó a
hablar para ahuyentar mis temores.
-¿Qué te
cuento? dijo mientras encendía una vela. ¿Te he hablado de Mayca? Preguntó atusándose
su espeso bigote. ¡Sí mujer, esa misma en la que piensas! La oronda morena de
la primera planta, la “chochona” de la que todo el edificio murmura. Yo negué
con la cabeza, mientras le respondía: -No, no me has hablado
-Pues, verás.
Al poco de entrar en la empresa, trabajé en la misma sección con ella. Por
entonces no estaba así. Era una morenaza entradita en carnes, pero prieta, muy
prieta.
Le gustaba
usar pantalones ajustados y de talle corto. Nos traía locos a todos los chicos
de la sección. Yo ya estaba casado
con Lola pero había momentos en los que
no podía sacarla de mi pensamiento.
Llegado
este punto, me sentía más que interesada en la historia.- Sigue, sigue, le
increpé. El continuó.
– El
motivo de esta obsesión, era una tira de fino encaje que le asomaba por encima
del pantalón. ¡Dios!, se agachaba y aquella cinta, roja, negra, verde…asomaba y
mis ojos como mi corazón la tocaban desde la distancia. Sus carnes le rebosaban
esparramándose todas. Aquello me tenía tan trastornado que una noche la soñé.
-Sí, no te rías. Tuve un sueño erótico con
Mayca, la gorda Mayca. La veía agachada recogiendo aceituna, con unos refajos
apretando sus carnes, mostrando su enorme culo de luna llena. Mis manos en sus
caderas… ¡Uf! no sigo, no puedo seguir contando.
Yo a estas
alturas, viendo la expresión de su cara y sus ojos rompí a reír.
-No me lo
puedo creer, tu un hombre tan, tan…delicado…
-No te
rías, que sí que Mayca es un poquito
espesa. Bueno, muy espesa. Pero es que tiene un culo…
-¿Le
contaste esto a tu Lola?
- Quita,
quita. Si es que mi Lola de tangas nada. Y como siempre le digo que me encanta
esa especie de tienda de campaña que usa…
Otras luces encencidas en casa de Encarni.