¿Cómo se
puede morder la mano que te alimentó? Esta pregunta le martilleaba el
pensamiento mientras sostenía su mirada. Ella al llegar a la sala, se mostró
inquieta, pero ahora le retaba en la distancia. No tengo miedo, creyó escucharla. Pero sus labios
no se habían movido. Se sintió
despreciable.
Itziar, ¡que bella estaba!
Aquella
noche aún a sabiendas de lo que el resto del grupo haría con él, descerrajo la
puerta y abrió el zulo dejándola escapar. Ella corrió hasta caer desfallecida.
Durante meses él siguió agarrado a su corazón, pero aquello no fue amor, hoy Itziar
lo sabía.
Otras historias en casa de Mª José.
No sé si me creerás: estaba pensando en pasar a "verte" y zas! has aparecido por mi blog. :)
ResponderEliminarSí, a mí también me ha llamado la atención P.L.Travers.
Sobre tu relato me parece el disparo que no se produjo. Limpio, certero. Chapeau!
Besos.
Una historia de amor, aderezada con y dentro de actos terroristas. Creo que a esto se el llama "síndrome de Estocolmo" se han dado muchos casos. ¿Recuerdas a Patricia Heart?
ResponderEliminarPero Itziar estaba al quite.
Me ha gustado tu entrada, San. Besos.
Existe la compasión o la conmiseración en un secuestrador? son personas por tanto, todo puede suceder, hasta enamorarse de su propio rehén. Lo original de este relato es que se da el Síndrome de Estocolmo a la inversa. Buena idea.
ResponderEliminarun abrazo :)
´¿Sindrome de Estocolmo?
ResponderEliminarUna historia que por suerte termina bien para ella, lo que pase con él ojalá que sea justo.
ResponderEliminarNadie tiene derecho a tomar a otros, por lo menos esta vez logró hacerle caso a su corazón y deshizo lo hecho.
Un beso.
Ahora el encerrado sería él.
ResponderEliminarSaludos!!
Muy bueno tu relato San!! por si querés, mañana publicaré el mío en el blog de Narraciones Ordinarias Lao al cual se puede acceder por cualquiera de los otros. Muchos saludos.
ResponderEliminarA veces el arma se carga a la inversa... ese efecto placebo es una trampa para él.
ResponderEliminarBesos!!
Una convivencia, aunque sea a la fuerza, tan cercana, hace cambiar los parámetros del universo; pero después cuando se deja esa convivencia las cosas se ven de otra manera.
ResponderEliminarUn abrazo
Excelente relato!
ResponderEliminarUn abrazo.
Atrapado por quien se secuestró...interesante giro para este tema!
ResponderEliminarUn abrazo
Imagino lo terrible que debe ser la situación de la chica. Me paraliza el solo pensarlo.
ResponderEliminarHalló un salvador. Pocos casos de esos se dan.
Ahora él, deberá pagar por ello.
Otra variante del tema. Me ha gustado San!
Besos!
Gaby*
Sin pronunciarlo has presentado de una manera distinta, ese temible miedo al desorden del terror, tantas veces silenciado. Y quizás menos considerado, pero en algún momento alguien tiene la suerte de verlo y otros de escapar, aunque le abran la puerta.
ResponderEliminarMe encanto San.
Un abrazo:)
síndrome de Estocolmo. Un cautivo se aferra a un hálito de cariño que confunde con amor lo que es...cualquier otra cosa
ResponderEliminarImagino un mar de sentimientos contradictorios en su corazón. Somos realmente complejos, quizá por eso hay esperanza.
ResponderEliminarUn beso
Y que duro olvido igual que ahora el recuerdo.
ResponderEliminarFascinante como la mente se adapta a las situaciones creando su propia realidad.
El de ella no, ¿El de él ...?
ResponderEliminarUna situación muy bien reflejada, solo cien palabras pero traen una escena perfectamente definida y muchos recuerdos en ambos.
Besos.
Síndrome de Estocolmo inverso, el fanatismo y la cortedad de miras que suele acompañar esos actos no suelen facilitar que aparezca. El rehén no deja de ser un medio para conseguir ese fin. No recuerdo ningún caso de ese sentimiento que tan bien describes, quizás porque para tenerlo primero se tiene que tener bondad.
ResponderEliminarUn beso, San
Un amor que nace del encierro involuntario no puede llevar a nada bueno, tarde o temprano saldrán reproches y rencores que envolverán ese amor bajo el manto de la incomprensión.
ResponderEliminarBesos libres
La angustia que tiene que generar es estar encerrado en un cuarto, hora tras hora tiene que ser muy duro para tu cuerpo, pero sobre todo para tu mente, que en ocasiones puede reaccionar justificando y sintiendo simpatía por los captores, quizás una forma para poder sobrevivir. Besote
ResponderEliminarEl amor no puede vivir en un zulo, porque le falta el aire como a las plantas y necesariamente tiene que morir. Es triste que el corazón viva así.
ResponderEliminarUn abrazo
Sentimientos encontrados, dificil situación.
ResponderEliminarBuen relato. Un abrazo
cuando los sentimientos son intensos como el miedo, todo en el cerebro se confunde y se retuerce, será por la misma razón? que las mujeres golpeadas siempre perdonan a sus parejas? creo que todo viene de alguna especie de psicosis, completamente fuera de la normalidad....
ResponderEliminarBonito relato con una situación posible aunque difícil.Enhorabuena!!
ResponderEliminarHola San.
ResponderEliminarUna intensa historia relatada impecablemente. Él, en el fondo, no es tan despreciable como parece. Le dió la libertad que luego se volvió en su contra. A cada cual...lo suyo.
Un abrazote.
Lupe
Ese "No tengo miedo" me ha llegado al corazón. Podría ocurrir. Bss.
ResponderEliminarSan, me apunto a la expresión de Valaf "...quizás por eso hay esperanza." Si el secuestrador puede sentirse identificado con la secuestrada hasta el punto de soltarla afrontando las consecuencias, entonces sí que hay esperanza. Un relato muy intenso.
ResponderEliminarUn beso.
El amor no tiene muros...
ResponderEliminarElla no tenía miedo...
besos
El guardián y el preso acaban siendo dependientes de no se que extraño sentimiento... El amor es otra cosa.
ResponderEliminarBesos
Un buen relato mi querida San, creo que la secuestrada, tenia el Síndrome de Estocolmo, aparece afectividad, tanto en el secuestrado como secuestrador, por eso la deja libre.
ResponderEliminarEn cuanto mi post, al tener tantos seguidores y más de la mitad con relaciones personales, tengo herramientas para hacer un juicio bastante acertado.
Te dejo mi ternura
Sor.Cecilia
Tu relato deja una puerta abierta a la esperanza, algo de humanidad en el verdugo. Ahora él será juzgado, las malas obras se pagan por mucho que después te arrepientas de ellas.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, ya lo han dicho, pero es lo primero que se me ocurrió: síndrome de Estocolmo. Puede pasar...
ResponderEliminarbesos
es como el síndrome de Estocolmo
ResponderEliminary aunque suene repetitivo es lo que me asomo primero al terminar el relato
el terrorismo excede todo imaginario
solo quienes lo han vivido saben realmente la magnitud de ello
nosotros solo podemos inferirlo e imaginarlo
recuerdo los casos de tortura en la época de Pinochet, aún muchos
presentan secuelas que alteraron para siempre sus conductas
al igual que los casos de pedofilia y maltrato psicológico constante
abrazos y felix comienzo de semana
Si aquellos sentimientos sirvieron para que ella volviera a conseguir la libertad, bienvenidos sean. Buena historia con buen final. Un beso.
ResponderEliminarMe da que brota un rayo de esperanza en tu relato, San.
ResponderEliminarBajo las ideologías que dan cobijo al terror todavía late el corazón de quienes, en su día, fueron niños no adoctrinados. Como dice mi marido, hay esperanza, siempre la hay.
B7s -Encantada con tu visita...;))