Cada
mañana a la misma hora, minuto arriba o minuto abajo, el teléfono vibra tres
veces; es la señal que la saca del letargo en el que está sumida. Bajo
cualquier excusa se aparta a un lugar, donde la privacidad como único testigo,
deja volar libres las preguntas y las respuestas que ambos se intercalan
atropelladamente. A través de estos hilos invisibles que les unen, circulan sus
secretos, vibran sus risas, acarician sus palabras… Unos minutos robados al
día, en los que el reloj del mundo se detiene, insuficientes para saciar tanta
necesidad de saber el uno del otro.
Hoy
por primera vez desde que los ingresaron, cuelga el teléfono con la sonrisa
dibujada en su rostro. Se ha decidido; por fin cruzará, el pasillo que los
separa.
Otras horas y otros relojes en el blog de Charo
Un bonito reloj el que has descrito a través de hilos invisibles.
ResponderEliminarMuy original tu texto.
Besos.
Todo tipo de situaciones y recuerdos se anudan al tiempo, incluso una pequeña esperanza de un después.
ResponderEliminarUn beso, San
La ansiedad hecha relato, me ha gustado lo que has expresado en pocas palabras.
ResponderEliminarEspero que esa decisión los haga más feliz todavía.
ResponderEliminarUn abrazo
Brillante microrrelato. Aunque la tristeza y el dolor marquen las horas , van mucho más deprisa los segundos de la esperanza, de un amor que se presiente lenitivo y capaz de borrar todos los dolores.
ResponderEliminarBesos.
La hora de acortar distancias y arriesgarse le llegó.
ResponderEliminarUn saludo.
Bonito momento para recordar más tarde.
ResponderEliminarUn beso.
Una historia preciosa. Me hubiera gustado que nos hubieras contado más cosas, aunque yo en mi cabeza ya me los he imaginado a los dos y a los avatares que los han llevado al sitio donde están ingresados...Me gusta la decisión que ha tomado ella de reunirse por fin con él para nunca más estar solos.
ResponderEliminarGracias por participar.
Un beso
el reencuentro... he tenido pocos, en los que he disfrutado cada segundo, cada silencio, cada mirada, cada pregunta, cada sonrisa... lamentablemente, son pocos, y este relato, me supo a uno de ellos... excelente...
ResponderEliminarUna llamada que la hace vibrar y compartir, ahora falta ver que hay al otro lado del pasillo. Muy bueno, besos.
ResponderEliminarEn este caso,esas palabras,sonrisas ,emociones,son como una recompensa más dada su situación.
ResponderEliminarNo sabemos el final,pero...mejor imaginamos que se cruza el pasillo y ya no habrá paredes que les separen.Me gustan las cosas bonitas y tiernas.
Besucos ,amiguca
Gó
¡Hola! Me gusta esa llamada de pocos minutos que hace que cambie todo e incluso, le da fuerza para decidirse y tener esas charlas en persona. Muy bonito.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
No se si es un hospital o una residencia de ancianos, lo que si se es que me pareció de lo más tierno.
ResponderEliminarUn micro perfecto. Dejas a nuestra imaginación el lugar donde están ingresados y cada uno podrá situar la historia allí donde más le guste. A mí me encantan las historias que surgen en los psiquiátricos y es ese el lugar que he imaginado.
ResponderEliminarBesos.
Es sólo que el pasillo, que lucía tan estrecho, al parecer, no lo es tanto...
ResponderEliminarSuerte!
J.