jueves, 29 de marzo de 2018

ESTE JUEVES UN RELATO...Dibujos ( Del Demiurgo)


El viento recio, arrasó todo cuanto entorpeció su paso. Por unos días la lluvia y él fueron los dueños de la tierra, apoderándose de cada uno de sus rincones. Furioso él, desnudó los árboles frondosos, dejando las ramas desabrigadas. Hecho su trabajo, la naturaleza a veces actúa así, descontrolada, todo volvió a la calma. De igual manera, el remolino de emociones que había estado sacudiendo su vida, amainó. El temporal había cesado, ahora solo restaba reconstruir cada una de las piezas dañadas y regresarlas a su lugar, el lugar al que pertenecían.
La primavera, tras su ventana, comenzaba a brotar.





Otros dibujos más con otras historias podéis encontrarlas en el Blog del Demiurg de Hurlingham

miércoles, 21 de marzo de 2018

ESTE JUEVES UN RELATO...Juegos y juguetes



Sobre una pinza de madera, yo montaba a horcajadas un muñeco hecho de papel. Mi muñeco no era un muñeco cualquiera, era un policía con casco y todo; el tapón de la botellita de leche que las monjas nos daban en el recreo para desayunar. Ese era mi juguete preferido. Mirándolo cualquiera podía pensar que realmente era una birria, pero yo era así, imaginativo y para mí era lo más. Vamos era igualito al de Juanín, el hijo de mi vecina del quinto.  Ahora bien, eso no quitaba que todos los años, al escribir la carta a los reyes magos, pidiera mi super policía con moto, no solo en casa, también en la de los abuelos. Me desilusioné un poco cuando se les olvidó dejarlo en casa este año, pero aún quedaba la de los abuelos. Bajo su árbol vi dos paquetes igualitos, uno con el nombre del primo Luis y otro con el mío. El primero en abrirlo fue el primo Luis, por ser algo mayor que yo. Rompió el papel  y apareció la moto con el policía, era la que yo había pedido, la misma. Luis emocionado presionó un botón y al hacerlo salió disparada por el salón mientras la sirena sonaba, ¡huuuuuuuuuu, huuuuuuu! Dios, qué maravilloso sonido y cómo corría. Por favor ahora el mío, rogué dando palmadas y saltitos. Sentado en el suelo mientras rasgaba el papel, mi corazón latía tan fuerte que casi lo escuchaba. Pero… ¿Qué era esa caja grisácea sin forma determinada? Miré la cara de los abuelos que sonreían, la de mi primo Luis que de rodillas seguía su moto, escuchaba el ¡huuuuuu! de la sirena, y me quedé fijo en los ojos de mamá con aquello entre las manos. La miré y ella movió su cabeza de lado a lado, mamá era adivina… No le hice caso, me puse en pie, levanté las manos y con todas mis fuerzas lo lancé rompiendo a llorar. Todas las piezas de un puzle tres D se estrellaron en la pantalla del televisor.
Aún hoy sigo castigado.



Otros juegos y otros juguetes para jugar en casa de Dorotea.

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