sábado, 20 de agosto de 2011

Cosas que pasan.


Llevo días de salud perjudicada, tanto que al final decidí gustosamente (es un decir) visitar a nuestro médico de familia, éste gentilmente (también es un decir) me recomendó pasar por radiología y que sacaran una radiografía a mi espalda y a mi cadera, yo incrédula total pienso que no servirá de nada, pero obediente accedí.
Cuatro semanas más tarde (las listas de espera son largas) me hallaba sentada en el fría sala de espera, como el tiempo se me hace eterno lo amenizo con la lectura de mi última adquisición, “Los enamoramientos” de Javier Marías, entre paso de página y página advertí que una señora me miraba, mejor, no apartaba su mirada de mi cara. Algo violenta me comencé a sentir, para relajar tensión sonreí, un recurso sencillo que siempre da buenos resultados. Ya, ya…
Rosario del Rosal que así me dijo que se llamaba, cambio de asiento y en el que había libre junto al mío se vino a sentar.
-Perdone que le moleste, pero ¿a usted le importo yo?
La mire asombrada, ¡Qué pregunta! ¿Qué respondo?
-Verá no la conozco, no sé muy bien que decir, me importa en tanto en cuanto está usted aquí sentada junto a mi haciéndome una extraña pregunta.
-Veras guapa te cuento, resulta que yo cuando le importo a una persona, termino sufriendo, y como estoy viviendo un momento infernal, he decidido contárselo más que nada por desahogarme, a la primera persona que me sonría, signo de amabilidad y cortesía, pero que no le importe un carajo.
La miraba estupefacta, no me podía estar pasando esto, yo solo había sonreído… Cierto que en las salas de espera de un hospital, es preferible mirar siempre al suelo, si no quieres ser el confesor de aquel que padece la extraña enfermedad de vomitar palabras. Sienten una necesidad imperiosa de compartir cada nimio detalle del calvario de pruebas médicas, diagnósticos acertados o no, medicamentos administrados etc, etc, y tu paciente receptor de tanto trajín asientes percibiendo cada síntoma en tu mismo cuerpo, ¡Dios quiero salir de aquí!! Pero no, no te escucha, Dios se encuentra resolviendo asuntos mucho más importantes. Tú estás ahí para escucharles a ellos.
Y comienzan a hablar y hablar, usan términos médicos, que una se pregunta ¿cómo pueden recordar tanto nombre raro?, porque si era eso lo que buscaban en sus vidas ¿por qué no estudiaron medicina? Así, sin más presentación, confraternizan con una servidora y le cuentan media vida, pero con pelos y señales, nada de escatimar detalles, y algunos bastante grotescos.
De tanto en tanto y entre frase  y frase un fracasado intento de meter una cuñita como:
-perdone pero tengo que llamar por teléfono,
- ¿no puede esperar a que termine? Es que luego no me acuerdo por donde iba.
 ¡Anda queeeee! Miro de reojo el reloj, y rezo para que la enfermera en su próxima salida grite mi nombre ¡San, pasa a la sala 1!.
Siento remordimientos, esta educación forjada a fuego….. ya me vale, ya, La pobre señora me mira con ojos cuajaditos de gotitas de lluvia, y yo que soy muy sentía, le acerco un clínex
-Vamos, mujer verá que no va a ser nada. Lo que le pasó a su vecina Juana no tiene porque pasarle a usted, ande no se asuste, que sí, que yo entro con usted para que no se sienta sola.
Sale la enfermera: Rosario del Rosal sala 5.
Se agarra de mi  brazo, ¡como tira la condená!.
-¿Es usted familiar? Con cara de malas pulgas me pregunta una enorme enfermera.
- Si señorita es mi hermana la Luisa, contesta rápida y certera Rosario del Rosal.
¡ Ya me da la risa! y las dos pasamos a consulta.
Terminado todo el proceso, Rosario quiere invitarme a desayunar,
-Rosario te lo gradezco, pero ahora me llamarán a mí. Anda vete tranquila que otra vez será. Con dos besos en la mejilla se despide y un gracias guapa.
La veo alejarse entre las gentes y pienso: que solos viven los que viven solos. Y esas gotas de lluvia contenidas en los ojos de Rosario del Rosal, se vienen a  desbordar en los míos.

16 comentarios:

  1. Ayyyy, San pero que bonita eres. La educación no asegura escuchar con cariño (regalo valioso para esa señora) como me trasmiten tus palabras y mucho menos compartir tu tiempo con alguien que necesita un poquito de atención de esa manera tan tierna.

    Todos estamos solos alguna vez.

    Besos

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  2. Que razón tienes, que solos viven los que viven solos, y lo poco que nos cuesta sonreirles, escucharles y depsués pasar página. Seguramente la señora ni se espera que hayas contado su historia, ni siquiera espera que te haya hecho reflexionar... Nunca se sabe de quien se puede aprender.

    Mejorate guapa, y que no sea nada.

    Un beso.

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  3. Me encantó.
    Rosario del Rosal es tan común como la vida misma. Y San también.
    Hay que cambiar el verso aquel de "Dios mío, qué solos se quedan los muertos" por, "Dios mío, qué solos estamos los vivos"

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  4. Querida San, si alguna vez me encuentro en los zapatos de Rosario Nadal, espero encontrarme con alguien que lleve los zapatos de San.
    Un besito

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  5. Caramba San, me has hecho reir dentro de la profunda tragedia que esconde esa necesidad de hablar que tenía la pobre Rosario aunque fuera con una autentica desconocida. Ese día hicistes más bien que muchos en toda su vida. eso si, reconoce que la Sra. Rosario tenia buena vista para elegir contertulia, ¿eh?
    Besossss

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  6. Querida San, me has puesto una sonrisa en el rostro.
    Un beso.

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  7. Como conmueve lo que compartes.
    Fijate que si ir mas lejos, ayer cuando fui a la policlinica a buscar mis remedios, un señor en la salita de espera estaba dando un discurso similar y a viva voz.
    Mientras esperaba ser atendida pensaba.....pobre cuan solo esta!!!!!
    Y coincidencia vengo acá y me encuentro tu post.
    CONECTADOS??????????

    Cariños mil y buen fin de semana!!!!!

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  8. No me parezco en nada a Rosario, pero no me importaría encontrarme muchas San :)

    por cierto, ¿qué tal la espalda?

    un abrazo

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  9. Me has hecho sonreír, hace un par de años estuve una temporada en la que pasaba más tiempo en el Ambulatorio que en mi casa, pues hija, debo de tener cara de YO LE ESCUCHO, no veas las de cosas que me contaron, y es que me he dado cuenta, que en las consultas medicas, las personas, si no están acompañadas, siente la necesidad de contar lo que les ocurre. Tú si que sabes contar las cosas desde el corazón. Besitos y feliz domingo.

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  10. Muy buena experiencia. Me gusto mucho.
    Esos momentos serán inolvidables para ambas.

    Cuando creemos que la vida ya no nos sorprende, ella misma nos saca de ese error y siempre una sonrisa es un guiño a la vida.

    Abrazos.

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  11. Hola San: el mundo está lleno de rosarios del Rosal. Solo que todos están concentrados en las salas de espera de los centros médicos.
    Un abrazo, me temo que muy caluroso.

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  12. Hola San, no sé cómo he llegado a esta entrada... pero ha merecido la pena... tu historia con Rosario del Rosal...

    Con tu permiso, voy a seguir paseando por tu blog, tiene buena pinta, y sobre todo desprende...cómo te diría yo...buen rollito?? Pues eso. Un saludo. Te sigo.

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  13. Me he visto mas de una vez en situacion parecida y cuando lo he contado en casa, mis hijos me dicen...mamá, si es que tu llevas un cartel en la frente que invita: "Cuentamelo todo"
    Asi pues, no se si seguir regalandome los oidos con las historias de los extraños o...dejarme crecer el flequillo.
    Besosssss

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  14. Este relato me deja pensando, en un mundo donde vive tantísima gente, algunos están mas solos que nunca. Y se ve mucho!

    Me dio ternura tu relato.

    Un abrazo!

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  15. Primero y principal, como dicen ahora, agradecerte que te pases por el daily y nos dejes tu opinión. Son dos recomendaciones que vale tener en cuenta, verdad?

    En cuanto a tu relato, te decimos de parte de Casss, que la has hecho reir, y sonreir, identificarse y admirarte por la forma tan cadenciosa y entreteida de contarlo.

    Besos enormes y agradecidos.

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  16. jajajaajja

    eres buena gente , san.

    capaz de hacerte con una hermana de buenas a primeras en una sala de espera jaja.

    Y por cierto tu espalda qué tal ??


    (Reyes)

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