El escondite inglés
¡Un,
dos, tres, pollito inglés, sin mover los pies! cantaba Carmela, dando
golpecitos, marcando el ritmo de las notas sobre las piedras de la fachada de
la iglesia. En lo alto de la cuesta se colocaba la pandilla, que a zancadas, descendían
para llegar hasta donde ella se encontraba, en un intento de ser el primero o
la primera del grupo, y sin ser visto erigirse como ganador, cuando Carmela se
girara tras terminar el estribillo de ese “pollito inglés”. Al volverse lo
hacía muy rápido para pillarlos desprevenidos en algún gesto descontrolado,
pero todos se quedaban quietos como estatuas en un equilibrio imposible de
mantener. Si ella tan solo intuía un leve pestañeo, gritaba eufórica ¡te vi, vuelve a tu puesto y comienza de nuevo!.
La pandilla se dividía entre los que siempre ganaban y los que siempre perdían
y luego estaban los “guay” los que sabían de todo y se lo callaban para seguir
siendo importantes. Aquí se encontraba Santi, el chico más guapo y divertido del barrio, y
el que jugaba solo para compensar y a cambio, poder jugar al juego que a él
realmente le gustaba: el de los médicos y enfermeras. Pero en este ya no
participaban los pequeños, solo algunas chicas atrevidas y algunos listillos;
lo digo porque eso era lo que comentaban los que se morían por entrar en la
selección de aquella travesura, del que los chicos salían del portal de Santi
sonrojados y las chicas muy sonrientes. Como era de las pequeñas nunca descubrí ese juego tan secreto. Así pasábamos las tardes de una
primavera que florecía a la vez que nosotros. Luego la vida nos separó y no volvimos a vernos, pero hace unos días
me encontré a una de las chicas mayores, al rememorar aquellos tiempos, me dijo
que Santi entró en el seminario y se hizo cura.
¡Hay
que ver qué cosas tiene la vida! pensé.
Si queréis leer de otros juegos, visitad el blog de Censura Siglo XXI
Las vueltas que da la vida!!!
ResponderEliminarBesos =))))
Aunque parezca raro la profesión de cura suele sentar bien a cierto tipo de nenes. Palabra de anticlerical con experiencia en el sector.
ResponderEliminarJajá, realmente la vida tiene cosas... Divertido y con bonitos detalles.
ResponderEliminarLo que más me gusta es leerte de nuevo en este encuentro semanal, un abrazo muy cariñoso.
Os voy leyendo y todos recordáis los juegos en la calle, algo imposible hoy en día, salvo en verano en el pueblo o en la playa. La vida siempre nos sorprende como en este caso y la decisión de tu compañero de juegos
ResponderEliminarHola San! Grata lectura. He recordado algo de mi adolescencia. Todos guardamanos momentos en los que aprendíamos,conocíamos a los demás y descubríamos el mundo de los mayores. Siempre un placer leerte y recrearme con tus palabras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Me has hecho rememorar esos tiempos del Pollito Inglés, en un principio pensé escribir sobre él, pero luego las musas me llevaron por otros derroteros.
ResponderEliminarLos juegos y el despertar a la vida, descubrir, aprender, disfrutar...Y recordar ahora con una sonrisa.
ResponderEliminarUn besazo
SOnrío!Pues sí,las cosas de la vida!!
ResponderEliminarMe has hecho dar un paseo por la infancia y me ha gustado mucho.Entonces no nabía consolas ni móviles.Los niñossalíamos a jugra a la calle,al escondite,a pescar...y Santi,a lo que podía y podía porque le seguían eljuego.
Y me alegro de que se haya hecho cura con conocimiento de ...la vida,si señor!!jaja
Besucos,Sam,buen relato!!
Yo también te escribo desde el corazón.
Gó
Un, dos, tres, pollito dublinés. Divertido recordar la infancia de diferentes generaciones y diferentes lugares. Sus dichos, sus claves, sus secretos. Santi aprendió ahí, a guardar secreto de confesión? Quien sabe, con las sorpresas que nos da la vida!! (por suerte).
ResponderEliminarJugamos a la payana???? besos amigasa
Sí que da vueltas la vida, me hiciste reír, me ha gustado
ResponderEliminarUn beso, San
¡Vaya con Santi¡. Precoz, el muchacho. En lo que a mí respecta, hasta el primer guateque, nada de nada. Y lo recuerdo por el constante forcejeo intimidatorio de mi pareja.
ResponderEliminarBesos.
jajaa eso sí que seguro las chicas no se lo esperarían!...con el pasar de los años su vocación por "la medicina" quedó bajo las sotanas!
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por compartir tus recuerdos.
tiempos en que los niños jugaban en la calle y todo era diferente.
ResponderEliminarbesos
Que epocas donde los niños disfrutaban del barrio
ResponderEliminarAun de tarde en tarde mis nietas juegas a la "escondida"
Cariños
Es curioso ver como los juegos son casi identicos aunque sea otro el estribillo aqui es : Un, dos, tres pica pared! Y como no puede ser de otra forma tambien tenemos Santis avanzados. Me ha encantado tu relato y al final me ha hecho reir. Besos.
ResponderEliminarQue giro argumental. Más de una chica habra´quedado desilusionada.
ResponderEliminarSaludos.
Que final!!! y que incertidumbre...o sea, no le preguntaste que hacían ellas con Santi para salir tan sonrientes?..Tienes razón..la vida da tantas vueltas...besos..
ResponderEliminarHola San, me alegra leerte. Buen relato con un simpático final. El muchacho, Santi, quizá descubrió en aquellos juegos que no era lo que buscaba y se decantó por la sotana que da para muchos juegos. O le vino la llamada del Altísimo que no hay que ser mal pensado.
ResponderEliminarUn beso.
!Que lindos juegos! Me ha encantado ese pollito inglés. Adore el juego de Santi, y me impresionó su final. Un chico guapo arranca para un seminario? que desperdicio, diría yo.
ResponderEliminarBso
jugar te hace feliz simplemente!
ResponderEliminarbesos
una dos y tres, escondite ingles !! todos sabemos de esos juegos, y del pañuelo y de el látigo y, como no, el de médicos y enfermeras, pero que conste que siempre erais vosotras las que le proponían
ResponderEliminarEs verdad! me has hecho recordar ese juego tan divertido...me refiero al "Escondite Inglés" je,je...aunque el otro también tenía su gracia. Lo que no me esperaba es que el "guapo" se metiera a cura...!Qué cosas!.
ResponderEliminarEncantada de leerte de nuevo!
un beso
También jugaba a ese juego, era muy divertido. Éramos felices.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola San: Un gsuto volverte a leer amiga. Además con un teme tan divertido como son los juegos de infancia. todos y todas recordamos con inmensa ternura aquellos dias tan lejanos, Y buena sorpresa te llevaste cuando supiste la carrera que habia escogido aquel amigo tan precoz en sus juegos menos infantiles. El mundo al revés.
ResponderEliminarMe ha hecho sonreir tus recuerdos infantiles, ese pollito inglés al que yo también jugué con más inocencia de la que se le suponía a Santi. Y me ha hecho sonreir porque se me ha ocurrido una maldad. Demostró ser muy inteligente al optar por trabajar media hora al día y con vino.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cambiando un poco, diría que la vida es un juego y los juegos, juegos son...hasta el punto de acabar en el seminario...jajaja...muy gracioso
ResponderEliminarPues sí! Qué cosas tiene lavida! jejej Graciosa historia.
ResponderEliminarBesos