Acecho con avidez el
caer de la tarde, sus últimos rayos de sol sosiegan la inquietud de la espera.
Con avaricia realizo mis tareas para así poder dedicarme, ya sin prisas, a este
placer recién descubierto: esconderme tras los visillos de mi habitación y
espiar lo que ocurre en el edificio situado al otro lado de la calle. Sus
habitantes confiados, dejan los ventanales desnudos creyendo que la distancia
de acera a acera es suficiente para mantenerlos a salvo de miradas indiscretas,
pero no es así. Comencé como si de un juego se tratara. Desde el primer piso
hasta el último, iba visionándolo todo y secuencia a secuencia se me revelaban,
tanto las actividades cotidianas como los secretos ocultos de mis vecinos.
Pasaba de unos a otros, deteniéndome solo en aquellos donde las escenas estaban
cargadas de aparente felicidad y amor, en casa de esto había carencias. Tras
días de exhaustiva vigilancia, mi atención quedó atrapada en lo que estaba aconteciendo
en la quinta planta. Se trataba de dos ancianos que cenaban en la cocina. Se
les veía muy sonrientes y atentos el uno con el otro. Esa noche fue
especialmente calurosa y él en la intimidad de su hogar se había quedado en
ropa interior, ella llevaba toda la cabeza llena de rulos, pero a ninguno
parecía importarle su aspecto. Mi
sorpresa fue lo que ocurrió tras el postre, él se levantó mirándola como nunca
vi mirarse a dos personas, la tomó por la cintura y entre sonrisas cómplices, comenzaron
a bailar. Se les veía tan llenos de vida, tan felices que los envidié desde mi
escondite. Así fue como supe lo que tenía que pedir.
Queridos reyes
magos…
Para mi mamá este
año, quiero que le traigáis como regalo, un compañero de baile.
Para descubir otras ventanas y otras vidas tras ellas, visitad el blog de Alfredo: La Plaza del Diamante.
jaja la inocencia de quienes entienden la felicidad como una suma simple de factores individuales... con un compañero de baile seguro la mamá alcanzaría esa felicidad que hasta ahora, aparenta haberle sido negada!Muy buen relato. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué ternura la de la niña! Espero que no siguiera mirando
ResponderEliminarQue tierno tu relato, dos ancianos en una romantica velada y bailando , que importa lleve rulos ella si los dos son tan felices disfrutando de buena compañía.
ResponderEliminarMe encantó tu relato.
Besos.
Delicada y enternecedora historia,amiga SAN. Te deseo que los Reyes ye traigan pronto este compañero de baile que les pides. Y si te lo traen pide uno para mí.
ResponderEliminarUn abrazo
Un tierno relato , donde se ve el amor de dos ancianos que a pesar de su edad todavía guardan esa complicidad de complacerse mutuamente con un baile al anochecer.
ResponderEliminarUn abrazo .
Un compañero de baile, es precioso, y es que la felicidad está ahí con rulos y en calzones. Abrazos
ResponderEliminarQué delicadeza,Sam.A mí todo lo que trate de ancianos me conmueve ,lo sabes y esas caricias de su amor,caricias de los años vividos ,caricias de agradecimiento,de compañeros...son ejemplo para los que aún no somos tan ancianitos(pero poco nos queda)
ResponderEliminarMuy tierno tu relato,si ,amiguca
Besucos
Gó
¡Hola! ¡Cuánta ternura desprende el relato! Me ha sacado una gran sonrisa con ese final inesperado.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
y que no le importe que lleve rulos. La intimidad es ese espacio sin caretas que todos disfrutamos
ResponderEliminarHacen falta muchos besos, muchas caricias, muchas lágrimas, muchos suspiros, muchos dolores y alegrías compartidas, para olvidarse de todo y ponerse a bailar un bolero.
ResponderEliminarLo de menos es el atuendo. Lo de más es el temblar como cuando se era joven, con el tacto de la persona amada.
Bello relato que comparto.
Besos.
Relato tierno y final aún más tierno todavía.
ResponderEliminarBesos de ternura.
Hace falta mucho para llegar a un punto así, y cuando sucede, suspira quien observa, tierno y emotivo relato, San
ResponderEliminarMi beso
Que ternura de relato! Y eso de buscar solo los hogares donde se respira felicidad....todo el es una delicia, precioso, besos
ResponderEliminar¡Precioso! Felicidades, San. No es fácil convertir lo cotidiano en algo tan sublime con tanta sencillez. Me has emocionado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que sutileza, y ternura de relato, San. El final me tomó de sorpresa, pensé que no terminaria bien. Y zas! De repente un giro distinto y me a sacado una sonrisa de felicidad. Genial!
ResponderEliminarBeso
Me pongo a soñar con ese compañero de baile!
ResponderEliminartu relato es un caramelo de miel, con un final de chocolate!
digo: bravo! yo también!
besos
Un bello relato cargado de ternura. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarLa síntesis de la felicidad, un compañero de baile, es un punto de vista infantil sabio y para nada despreciable
ResponderEliminarMe encantó querida San!!, a mi también me da mucho gusto compartir tus dulces letras
Abrazo y beso juevero
Vaya vaya...que nota tan bella has escrito...tiene tanta ternura y sorpresa a la vez, que se me han humedecido los ojos...que tengas un bello fin de semana...besossss
ResponderEliminarLa belleza, el amor... la alegría es el mejor regalo que una observadora indiscreta le hará a su mamá. Sonrisas y felicidad!!
ResponderEliminarBesos!!
Qué tierno! Esperaba un final trágico y me has hecho sonreír.
ResponderEliminarUn beso al compás de un vals.
Es la parte amable del fisgoneo. Un baile tan sencillo como el cuento y con tanto, o más, mensaje. ¡¡Bailemos! Gracias por acudir a mi convocatoria. Besos
ResponderEliminarSan me encanto!!!!!!!!
ResponderEliminarLa inocencia de la niña aun mas
Cariños
Cuánto romanticismo entre estas dos personas. Me encantó, aunque pensé que el pedido no sería para la mamá sino ella jaja. Un beso
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