jueves, 31 de enero de 2019

ESTE JUEVES UN RELATO...Cocinillas

Todas las mujeres importantes de mi vida han sido y son grandes cocineras, ante esto uno se acomoda y se deja querer, culinariamente hablando y hace como que se vuelve torpe. Esto no es por falta de ganas, es que cuando estoy con ellas en la cocina, me extasío contemplándolas mientras trajinan entre cacerolas y sartenes, mientras amasan y cuecen. Pero ese gusanillo de cocinitas estaba ahí, instalado dentro de mí. Decidido acordé buscar una fecha para estrenarme como chef. Elegí el día del aniversario de mi boda con Gloria, ese sería mi regalo para ella. Teniendo claro el menú y habiendo comprado a escondidas todo lo necesario, me puse a ello. De primero unas croquetitas, pero no unas cualquiera, no, unas croquetas de calabacín. Que bien me sonó a mí esa combinación y qué buena pinta tenían en la fotografía que la tía Rosario les hizo. Mientras calentaba la mantequilla y sofreía las verduras, llamaron a la puerta, nada un segundo, solo fue un segundo, pero cuando entré no se veía ni los baldosines, todo estaba llenó de un humo negro y de un olor… La olla y los cazos quedaron inservibles en el fregadero, lugar que fui llenando hasta formar una montaña de utensilios sucios. De nuevo tenaz, seguí todos los pasos de la receta, puedo jurarlo, pero aquella masa no espesaba, era una especie de engrudo verdoso donde se hundían los dedos hasta perderse. Tan concentrado estaba que no escuche como Gloria abría la puerta. La vi allí plantada, quieta, muy, muy quieta, con los ojos tan abiertos como los de un búho, la boca apretada, tanto que sus mandíbulas sobresalían de sus mejillas. Supongo que no era para menos su estupor, sobre la encimera de nuestra cocina no cabía ni el pelo de una gamba. Pobrecita, pensé, y con una media sonrisa solo se me ocurrió decir, ¿pedimos una pizza?

Otros y otras cocinillas las podéis encontrar en el blog de Mar (LA BITACORA)

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