Un día de agosto, caluroso día, caluroso mes, después de una espera de nueve meses,los dolores anunciaron que llegaba, que ya venía. Muy temprano se preparaba Sara para ir al encuentro de ese ser que estaba por nacer. Pero algo iba mal, no era como la primera vez. Noto como se inundaba todo a su paso, hasta sus pies rodaba un espeso líquido verde. Definitivamente algo iba mal.
Solo tardo unos pocos minutos en entrar por la puerta del centro hospitalario donde fue atendida. Sedada no pudo abrazar al hijo que acababa de alumbrar. Al despertar, el niño no estaba junto a ella, se lo llevaron a la planta de prematuros. ¿Prematuros? Preguntó, pero si venía con más días de la cuenta. – Quiero verlo pidió.
Y al llegar descubrió a un niño de ojos azules, lleno de pelusita rubia, grandote y rollizo, todo un hombretón de tan solo cinco horas.
Todos los familiares fueron llegando poco a poco con el deseo de conocer al recién nacido.
La feliz mamá fue acompañando de dos en dos a los visitantes, esa sala era un lugar especial, y no podia ser de otra forma.
A última hora de la tarde llegaron los afortunados abuelos y llena de gozo los dirigió hasta el lugar en el que reposaba el pequeño. Para acceder habia que entrar en un pasillo largo, una cristalera separaba a los recien nacidos de sus visitas, podian verlos pero no acercarse a ellos, no podian acariciarlos, abrazalos, besarlos.
El primer bebe que vieron se perdia en la palma de una mano, estaba todo lleno de cables, el segundo casi igual y así hasta llegar al último, ese niño gordito, rubito y tan hermoso y grande! Chocaba tanto verle allí!
La feliz mamá miraba a los abuelos, unos abuelos tremendamente expresivos que se mostraban muy callados en esta ocasión, el abuelo incluso triste.
Al salir de allí, el abuelo Martín dijo, -Perdóname hija pero mientras el pequeño esté aquí no podré volver.
Sara extrañada le preguntó el porqué, y lo que su padre le narro la dejo sin palabras.
Hace ya muchos años, tenía yo entonces tan solo diez, el abuelo Manuel a demás de trabajar en el campo era un hombre muy comprometido con su pueblo, tanto que trabajo en el ayuntamiento, era concejal. Corría el año 1936, época triste para España. Una España que se dividió, que se partió en dos.
Una mañana se llevaron al abuelo Manuel detenido y fue juzgado sentenciado a muerte.
Durante dos años estuvo en la cárcel a la espera de que se cumpliera su sentencia. Durante esos dos años, yo dos veces a la semana le llevaba comida y ropa limpia.
-Pero Papá, solo tenías diez años, y el pueblo de la ciudad está a más de cincuenta kilómetros ¿Cómo ibas?
- Caminando, iba caminando, la abuela lo preparaba todo y yo de noche caminaba hasta llegar bien entrado el día. Cuando nos permitían pasar a ver a los presos teniamos que atravesar un corredor estrecho con un muro de cristal que nos separaba de las personas que amábamos. Yo veía a mi padre y no podía tocarlo, abrazarlo. Esto duró dos largos años.
Ahora al verme aquí frente a mi nieto, he recordado el dolor de un niño que no podía abrazar a su padre, y es el mismo que siente un abuelo al no poder abrazar ahora a su nieto.
Ven papá, y lo tomo Sara de la mano, eso no es así, ven y poniéndole una bata verde para aislar y proteger de cualquier contagio a los bebes, lo dejo pasar hasta la habitación del pequeño nieto.
Con él entre sus brazos sus ojos sonreían inundados de felicidad, - y dime Papa ¿Qué fue del abuelo?.
El abuelo era un hombre honrado, justo y bueno, por ello se desplazaron a la ciudad, el señor cura, el farmacéutico, el maestro y el médico ,abogaron por él y fue absuelto.
- Papa y de qué bando era el abuelo.
- ¡Y qué más da hija si los dos bandos sufrieron!
Un héroe de tan solo diez años, durante dos, acudiendo al encuentro de su padre encarcelado, caminando en la noche, alejando sus miedos y despertando sonrisas para alegrar la mañana de un hombre jamás derrotado.
La fuerza del AMOR. La historia de unas vidas sencillas. La historia de una España renacida.
Más relatos históricos,
muchos más en casa de Gustavo:http://callejamoran.blogspot.com/
San, me ha encantado tu historia de vidas sencillas, esta llena de buenas intenciones, buenos sentimientos y futuro.
ResponderEliminarAdemas de todo eso me gustaria destacar dos frases:
-Papa y de qué bando era el abuelo.
-¡Y qué más da hija si los dos bandos sufrieron!
Resume toda una filosofía de vida y es lo que deberíamos pensar todos para seguir construyendo un futuro mejor.
Repito, me ha ncantado.
Un beso
San:
ResponderEliminarHola, muy linda la historia.Me emociona ver como son los de profundos los lazos familiares.
Hay flores para ti en http://unrinconcitoespecial.blogspot.com
Con cariño!!
Amiga, nos has regalado con una hermosa y emotiva historia que, intuyo, tiene mucho de vos.
ResponderEliminarun placer compartirla.
Un abrazo!
ambos bandos sufrieron , qué verdad más cierta.
ResponderEliminarójala ambos bandos volvamos a perdonar de nuevo
gracias
beso
Todos pierden en la guerra. O quizá no todos.
ResponderEliminarGanan los que venden armas y están en sus despachos.
Ganan los militares de alta graduación.
Ganan los jerifaltes que no le quieren al pueblo.
Hoy es día de gritar Viva la república.
San, enlazas el parto, una nueva vida, con otra que guarda un secreto doloroso. Esa separación del cristal que no le deja tocar al nieto, es como las rejas que no le dejaban abrazar al padre.
ResponderEliminarSeparaciones, dolor encajado en la memoria, y al final ese niñito como un regalo por estrenar, el consuelo, la alegría.
Una história muy bien trazada, urdida de emociones intensas. Besitoooos sonriente y dulce amiga.
San, pequeño gran heroe, el amor todo lo puede.
ResponderEliminarMuy hermoso, gracias por compartir.
Besos
VIDA en Letra...
ResponderEliminarGracias por esta Deliciosa Lectura :))
Un placer pasarme por tu casa
Besos de Primavera
Muy emotivo y sangrante, así es la historia, me quedo con la frase , qué más da hija, si todos los bandos sufrieron, así es en una guerra, no hay ganadores, solo sufrimirnto.
ResponderEliminarMe quedo con las ganas de ver al niño,¡qué rico!
un besazo
Marian
Relato de esperanzas y de recuerdos dolorosos, de futuro y de llagas del pasado. De la pena que fue y del amor que viene.
ResponderEliminarComo la vida misma.
Un beso.
Hay momentos que traen recuerdos qeu quieres olvidar pero que sirve para las otras generaciones, de lo que fue un tiempo vivido por los protagonistas de abajo...como bien dices...los dos bandos sufrieron..
ResponderEliminarGenial relato me encanto.
Primavera
No rotundo. No, no todos pierden en una guerra, eso es cómodo de decir.
ResponderEliminarSí, es importante del bando que seas...
Leamos un poco de Historia Contemporánea de España, o de cualquier lugar... unos ganaron y otros perdieron, pero MUCHOS MURIERON, algunos perdieron hijos PERO LOS ROBARON A OTROS, familiares murieron PERO LES DIERON TÍTULOS HONORÍFICOS Y PAGAS DE POR VIDA NO TAN HONORÍFICAS MILLONARIAS, otros perdieron a sus esposas PERO TOMARON A LAS CRIADAS, TUVIERON HIJOS Y ABANDONARON A LAS CRIADAS DESPUÉS... No, no todos perdieron.
La ELIMINACIÓN DE LAS guerras debería ser el primer paso para la civilización.
Muy interesante escrito y muy polémico, BRAVO!!!!
Beso.
Muy bonita y tierna la historia, comparando dos situaciones,una en el pasado y una en el presente, unidas en el tiempo por un mismo sentimiento.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Verónica llevas razón "algunos" ganan, pero la gente sencilla pierde, siempre pierde.
ResponderEliminarAntes de llegar a las armas deberian pensarlo dos veces.
Un abrazo.
Una muestra que el amor es indispensable, sobretodo en la familia.
ResponderEliminarLindo relato.
Un abrazo SAN
Preciosa historia San, parece...vivida el sentimiento y sensibilidad que desparramas hace que parezca parte de ti, "todos pierden" estoy contigo, en una guerra todos pierden y es lo que se debiera pensar para poder terminar con ellas. Enternecedor recuerdo el del abuelo al recordar a su padre mientras ve desde el cristal a su nieto. Al menos a este puede abrazarlo. Un besito amiga de la preciosa sonrisa.
ResponderEliminarIntensa y conmovedora la imagen del vidrio que separa, provoca una irradiación del relato hacia el pasado de la guerra civil (cruel y dolorosa como todas las guerras)y una conexión con ese presente esperanzador que es la vida recién llegada de aquel niño. La vida y la muerte siempre conectadas. Y el amor lo único que nos salva (¡de ambas!).
ResponderEliminarTodo mi cariño para ti linda San!
Sam, el amor, mueve montañas. Todo es posible si se hace con amor.
ResponderEliminarPrecioso relato lleno de sentimientos y ternura.
Recuerdo cuando nació mi hijo mayor y lo tuve por primera vez en brazos... no encuentro palabras para describir lo que sentí.
Un beso
Precioso relato, en el que mezclas la llegada de un bebé a este mundo, con los recuerdos de su abuelo cuando niño. Detesto las guerras, pero muchos más a los que fabrican armas y las venden, si ellas no existieran, las guerras se acabarían. Yo sueño que en un día no muy lejano pueda suceder. Tu relato rezuma ternura. Un abrazo y buen fin de semana.
ResponderEliminarHistorias reconditas que marcan a fuego.
ResponderEliminarY salen a luz para festejar la vida.
Precioso
Cariñitos
Se me cayó una lágrima. Es impresionante cómo situaciones de la vida nos hacen acordar a otras pero sin embargo siempre es el amor lo que triunfa. Hermosa historia!
ResponderEliminarsan, ese niño un día cumplirá los años del entendimiento, ese ...a ese niño haría que contarle esta historia. se la ha ganado por el mero hecho de haber nacido y por el mero hecho de haber provocado un despertar en el agüelo. a ese niño...sí, sin duda se le debe esta historia...
ResponderEliminarpor otra parte, cuán canalla es una guerra, cuán hija de su madre es una guerra...si es capaz de provocar heridas en niños de 10 años, y lo es, por desgracia lo es, cuán mala es una guerra si una vez que ha herido a un niño esa herida perdura y perdura...
se debería de herir de muerte a la guerra...que desaparecieran del mapa. pero mucho me temo que las guerras son esos pasos necesarios en el hombre..necesarios desde el punto de vista de volver a incidir en su precario recuerdo, es decir, el hombre se olvida a la mínima lo cruel que es una guerra, así que esta por narices vuelve para decirle al hombre que es un paso que no se ha de dar...que gilipollas es el hombre que olvida con esa facilidad, qué gilipollas pues ha de entrar en una nueva guerra para saber cómo es un enfrentamiento armado...
medio beso, san.
Las guerras, todas las guerras que han sido y que lamentablemente serán, nos hablan de la sinrazón más absoluta al tiempo que sacan hacia fuera lo peor de nosotros mismos. Provocadas por los perversos intereses de unos pocos, atentan gravemente contra muchos. En todas las guerras hay vencedores y vencidos, no pierden todos, no.
ResponderEliminarSus devastadores efectos como el cristal o la reja de tu preciosa narracion, duran durante generaciones.
Un abrazo.
Cuantas historias quedan enganchadas de nuestros recuerdos, los abuelos han sido durante años la voz del que nunca olvida, del que sufre la guerra. Recuerdo un día en el patio del colegio, en secundaria, una compañera contó que su abuelo tenía miedo a los espacios cerrados y él porque, fue motivado por la guerra, eso me impresiono tanto que aún bucea por mi memoria.
ResponderEliminarBonita historia... Besos
Querida San, recuerdo un poema de Cesar Vallejo que dice algo así: "entre los vencidos el pueblo llano paso hambre, entre los vencedores el pueblo llano, la pasó también"
ResponderEliminarLas guerras son siempre malas para la mayoría y buenas para unos pocos.
Yo también eche mano de la guerra civil, es lo más cercano que tenemos y lo más injusto que recordamos.
Besos y abrazos a ambos.
La historia es profundamente conmovedora. Ese abuelo es un personaje increíble.
ResponderEliminarConozco personas que sufrieron traumas por la guerra, pero éste es trmendo.
Por otra parte me has recordado los veinte días que mi pequeño pasó en la UCI y a 200 km. de casa. Y los ratos que nos dejaban tocarle, con la bata verde, claro.
Muy buena la frase : para alegrar la mañana de un hombre jamas derrotado.
Besos San.
Sinceramene, he pensado que a aquel hombre le mataban, despues de aquellos años años de tan duro sacrificio por parte de su nieto y marcados en su vida por la incertidumbre.
ResponderEliminarLas historias de este tipo no siempre han acabado bien.
El silencio suele avalar mas bien la dureza de algunas situaciones.
En cuanto a lo diminuto de esos niños, a su fragilidad, la decidida actitud de aquella madre de acercar los nietos a su abuelo, entronca bien con la idea de la España renacida.
Tésalo
San me ha encantado y conmovido tu relato. Deja aflorar la emoción por aquellos anonimos que con pequeños actos de amor se le cruzan a la iniquidad, y redimen con actos valerosos los de vida sencilla, sin estridencias ni aplausos.
ResponderEliminarVaya entonces mi aplauso para ese abuelo/niño y para vos que sabes tocar con maestría las fibras sensibles.
Besito
Un abrazo de generaciones desde dos vivencias que convergen en un sentimiento que llama a otro a través del tiempo. A veces se hace difícil superar ciertas situaciones que marcan la vida, pero sin dudas, no quedarnos allí, donde la memoria nos duele más, también es necesario. Ese abrazo de abuelo y nietito recién llegado, ha sido un augurio de tiempos que se renuevan (ojalá que con aires de paz).
ResponderEliminarBesitos al vuelo!
Gaby*
Conmovedora historia, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo desde Berlín.
Que bella historia y que mensaje tan profundo..
ResponderEliminarde que importa de que bando se es en un pais dividido si todos son hermanos y de la misma manera sufren..
un beso y gracias por esta enternecedora historia