Camino despacio, un pie primero, luego le
sigue el otro y de nuevo uno y de nuevo el otro. La línea es tan delgada que
apenas entra el zapato que calzo. Miro al frente, me detengo y espero a que
cese el movimiento ondulante que ejerce mi peso, sobre este trazo delgado. Te
veo atravesar el control que te lleva hacía tu nuevo destino. Vuelves la cabeza
y sonríes, mientras tus ojos se clavan en los míos. Mi corazón se detiene por
un momento, te devuelvo la mirada, te lanzo un beso que te abrigue y
reconforte. Sé que tras esas puertas un mundo de nuevas posibilidades se abre a
ti. Hoy dejas atrás al niño que fuiste, a tu regreso, la vida me devolverá al hombre
en el que te vas a convertir.
Otras muchas emociones y otros muchos equilibrios en el blog de Rhodea Blason
Imagino que es un momento muy duro a la vez que inmenso en emociones, ver avanzar a un hijo para labrar su camino es el fruto del esfuerzo, la dedicación, el amor, aún así, seguro que duele, muy buen relato
ResponderEliminarComo has descrito el avance de la vida paso a paso como es ver crecer al niño y saber que afuera le espera todo un mundo de vivencias y él tendrá que aprender a vivirlas .
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde de semana.
Un relato lleno de ternura que explica con mucha sensibilidad el momento en el que un hijo se marcha siendo niño y vuelve siendo hombre. El corazón se nos rompe ante los temores de la vida, pero debemos dejarles volar con sus alas, aunque sea muy difícil. Enhorabuena por un relato tan hermoso y bien escrito
ResponderEliminarGracias por parcicipar
Un saludo
Preciosa realidad.
ResponderEliminarNunca crecen del todo, nos cuesta verlos crecer porque lo hacen demasiado deprisa. Abrazos
ResponderEliminarLinda metáfora. Un beso
ResponderEliminarSe necesita cierto equilibrio para mantenerse en pie aun cuando el corazon se derrumba pedazo a pedazo...no es facil dejar partir a los hijos...soltar sus pasos...pero como madres, debemos seguir en pie y esperar que sean lo mejor posible...Ahora que lo pienso bien, es en esa etapa cuando realmente sabemos que somos personas maduras..
ResponderEliminarEmotivo tu relato....besos
Todo nos lleva en un círculo perfecto a el inicio.
ResponderEliminarQUé bonito ese paso de la infancia a hombre... ese es uno de los momentos más complejos emocionalmente.
ResponderEliminarPrecioso tu relato!
Bss
Buenas tardes, San:
ResponderEliminarEnhorabuena por tu relato introspectivo. Hay dos aspectos que me han resultado muy destacables en él: la atmósfera intimista que creas, y el mensaje positivo que transmites. No ves el despedida a la infancia como un adiós a la inocencia, sino como una esperanza en lo que supone el cambio y la adaptación a cada etapa en nuestra madurez emocional.
Un abrazo, San.
Bella y literaria manera de narrar el miedo del desprendimiento, con la esperanza de que todo el bagaje que pusimos en la mochila, terminará por dar sus frutos.
ResponderEliminarBesos.
El paso del tiempo, ese que nos va haciendo crecer, qué bonito lo has narrado.
ResponderEliminarUn besazo.
Expresás muy bien las emociones ante esos pasos cada vez más equilibrados.
ResponderEliminarUn abrazo
El problema es que dejamos de ser niños antes de en verdad querer hacerlo.
ResponderEliminarPor eso nos pasamos el resto de la vida deseando regresar...
Saludos,
J.
Un relato lleno de emociones y verdades. Aunque seamos adultos, conservamos parte del niño qué fuimos, ese niño, nos ayuda a mantener la alegría y la ilusión de todo el futuro qué tenemos ante nosotros.
ResponderEliminarUn placer volver a leerte amiga, siempre tan sensible y acogedora.
Abrazos querida San, la felicidad es mutua.
Cuantas sensaciones encontradas desde la primera vez que lo dejamos salir de nuestro regazo.
ResponderEliminarCariños