miércoles, 4 de mayo de 2011

Este jueves un relato: LA COMIDA


Me gusta cocinar, siempre me gustó.  Para mí es un arte, es como pintar un cuadro, lo imaginas, ves sus formas, sus colores y aquí añado sus olores, porque entrar en la cocina es  oler. El sensual aroma de la canela, ese picante curri, la albahaca, la hierbabuena.
Desde pequeña disfruté con todo el ceremonial de preparación antes de cualquier fiesta. Si era día de reyes el roscón, si era el día de los santos difuntos las gachas , las castañas, si era San Antón la calabaza asada y si era semana santa las magdalenas.
Ummm!!! Las magdalenas,  este año decidí hacerlas yo, recordaba las que hacia mi tía Amelia, de niña le ayudaba,  bueno ella mas bien decía: - Esta niña siempre enredando en la cocina, pero luego me dejaba antes de hornearlas cubrirlas con azúcar, me ofrecía una cucharita y con ella iba espolvoreando   esa nieve blanca.
Hacía años que había fallecido, supuse que  su hermana, tía Eulalia tendría la famosa receta, la llamé.
-Si cariño, me dijo, ven y la buscaremos.
Al día siguiente llegué a casa de tía Eulalia, una viejecita de noventa años, alegre y pizpireta  y con unas enormes ganas de compartir una tarde de charla junto a un humeante café.
Entre taza y taza tía Eulalia, me ofreció la libreta con todas las recetas familiares y la muy secreta receta de las magdalenas de tía Amelia. Al entregármela dijo:
-San cielo, estas recetas no puedes compartirlas con nadie, han pasado de generación en generación, pero sobre todo San, la receta de las magdalenas, esa sí que es solo de uso familiar. ¿Te contó tu madre como logro tía Amelia que fueran tan extremadamente deliciosas?
-Noooo, solo me dijo que después de la última hornada tía Amelia falleció.
-Pues ya tienes edad hija, de conocer lo que ocurrió. Y comenzó a hilar una historia de cuento o de pesadilla.
Con voz ronca y fría comenzó: Desde pequeña Amelia destacó en la elaboración de todo tipo de repostería, no había postre, pastel, confitura, crema o chocolate que entre sus manos no se transformara en  puro placer de dioses. Era la envidia de los mejores reposteros de la ciudad e incluso su fama llegó al extranjero.
 Un día la abuela le apeteció unas esponjosas magdalenas para merendar  y le pidió que las hiciera, por primera vez Amelia lloró de rabia. Cuando las probó no eran lo que ella esperaba.  Ella quería la perfección y esas magdalenas eran corrientes, muy corrientes. Desde ese día Amelia se obsesionó de tal manera que todos los días al amanecer metida en su cocina, mezclaba y cambia ingredientes, tenían que se perfectas, pero no, no lo eran.  Al principio las regalaba, a todos nos parecían exquisitas, pero para ella suponía una decepción tras otra comprobar su mediocridad.
Dejó de salir, de relacionarse con amigos y familiares. Todos estábamos muy preocupados por ella, insistíamos en que dejara esa estúpida obsesión. La hicimos visitar a innumerables profesionales de la medicina, para ver si la podían ayudar a superar esa especie de locura. Pero todo fue inútil. Un día dijo basta y desapareció.
Se fue de la ciudad, no supimos de ella hasta pasados unos  años. La policía a través de  una llamada de teléfono nos informó de su muerte. Cuando llegamos a la ciudad donde vivía,  nos contó un comisario muy amable lo que estupefactos descubrieron.
Amelia vivía en una pequeña casa a las afueras de la ciudad, allí comenzó de nuevo su  búsqueda de esa receta que hiciera de sus magdalenas las mejores, las inigualables, las insuperables. Cada día  a través de la chimenea las calles se inundaban del dulce aroma a azúcar tostado, a masa horneada. Nadie sabía que hacía con lo que Amelia horneaba, porque nunca la vieron salir y nunca vieron a nadie entrar en esa casa. Así día tras día durante dos largos años. Sabían que existía por la nube envolvente del  olor a magdalena.
Una mañana el cartero al pasar frente a su puerta, percibió que algo ocurría, no se sintió embriagado como era ya costumbre de los olores que aquella casa emanaba y fue quien dio la voz de alarma.
Tras llamar insistentemente  a  esa puerta que nadie abría, intentaron forzarla a base de golpes y empujones, pero algo impedía que pudiera ser abierta. Lo mismo ocurría con ventanas y balcones. No podían ver lo que había dentro,  persianas y tupidas cortinas lo impedían.
Tras mucho insistir la puerta cedió y un aroma a canela y azúcar lo envolvió  todo a su paso. Cuando por fin traspasaron la entrada, no podían dar crédito a lo que veían sus asombrados ojos, toda la estancia estaba llena de magdalenas, kilos de magdalenas por todas partes, toneladas de ellas, habitación por habitación rebosaban magdalenas. No habia un solo rincón sin cubrir por ese esponjoso relleno.
Al llegar a la cocina, encontraron a tía Amelia, sentada en su vieja silla, en la mano sostenía una libreta, esa libreta que ahora tú tienes entre tus manos, su cabeza reposaba sobre la mesa, una mesa cubierta por una espesa capa de harina ,  con un dedo había escrito: POR FIN.
-Bueno querida San, ya sabes cuan especial es esta receta. No hables de sus ingredientes jamás con nadie. Pero ofrece este dulce manjar a todo aquel que tú ames.
Y aquí estoy, amigos y amigas con una bandeja repleta de ricas magdalenas. Las magdalenas de tía Amelia ¿os apetece?
Si quereis comer más acercaros a la casa de MªJosé

32 comentarios:

  1. Pues en este momento no solo una me como dos...pero lastima esto se avisa que con un cafe esta divino...
    Preciosa historia que te engancha desde el principio hasta el final...encontro la formula perfecta y se marcho...pero te has fijado de un pequeño detalle que aunque tengas la medida sea estricta en ello no salen lo mismo...eh...ja ja ja en mi casa me dio por hacer bizcocho porque tengo una compi que de vez en cuando lo lleva al trabajo y se me ocurrio que era super facil, si si, empezamos a engordar y no salia igual que las de ella..ja ja ja
    Primavera

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  2. Magnifico relato, pero no puedes hacernos esto, no puedes dejarnos con el aroma cubriendo tu relato y sin una magdalena. Quedas emplazada par poder probarlas, jajajajajajaja.
    Un beso, San

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  3. El perfeccionismo como actirud es un trasunto de una carencia grave, normalmente afectiva
    ¡Pero es verdad, la magdalena es deliciosa! De ahí que haya existido en su elaboración la fama y el misterio. Ese sabor, que afanosamente buscan los que fabrican bollería industrial y que no encuentran.
    Consiguen efectivamente un sabor de marca definidor. Pero ineviablemente, cansa. Como en todo comer algo exquisito, tendría su ritmo. A mí me ha gusado siempre mojar por esta causa. . O café con leche como acompañante o batido de chocolate. De esto último, yo no me cansaría nunca.

    Tésalo

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  4. ¡Ay,San!,como me gustaría probarlas, lo hago con la mente y con el alma que es la forma que tenemos en la virtualidad. Me encantan las magdalenas ¡pero seguro que no he conocido aún magdalenas como las de Eulalia.
    El relato es especial, logra ( como en la cocina) una fusión agridulce que es deliciosa. Arte, locura y muerte se unen para dejar como legado una obra maravillosa para el paladar ( y ya sabemos, del paladar al espíritu hay un sólo paso). Tiene tintes de realismo mágico... eso de que murió tras la última horneada... es genial!.
    Mi abrazo y mi gratitud por tu cercanía.

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  5. Ah! aprovecho para invitarte a
    http://www.laplumaafilada.blogspot.com
    sección: Lengua Virtual!

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  6. Mi dulce San:
    es tan suave y dulce este escrito... Las descriciones están muy logradas. Consigo visualizate con tu tía, la que te pasa la receta. Y veo a la pobre Amelia rodeada de magdalenas, allí muerta con ese "por fin". Lo consiguió "por fin"; por fin puede descansar, morir tranquila. La perfección y la obsesión por conseguirla enferma y mata a cualquiera.
    Acaba con las relaciones, con las personas, ¿verdad?
    La repostería es lo que más me gusta cocinar (a mí que no me gusta cocinar!). Quizás poque el dulce es mi perdición. Me encantan las magdalenas; de todo tipo. Mamá las hacía, aunque no es de lo que más recuerdo de su cocina. Yo las he hecho también alguna vez. Y siempre que salgo de noche, a la vuelta, tomo un vaso de leche con magdalenas. Son de paquete, no es lo mismo por supuesto. Pero es algo dulce y blandito que mima el paladar, que me sosiega antes de ir a dormir.
    ¿Sabes? Me has contagiado melancolía y me has abierto el apetito de leer más de este jueves.
    Un dulce abrazo.

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  7. Olores de cocina, cuantas evocaciones.
    El cuento me ha gustado mucho, esa idea de la casa llena de magdalenas, el mundo creado por la tía Amelia. El final ¿feliz? Logra su obsesión.
    Me ha hecho acordarme de otro cuento con protagonismo del olor de magdalena: "Magdalena Peruana" de Bryce Echenique, muy diferente, por cierto.
    Besos San y si me puedes llevar alguna magdalena la próxima vez que nos veamos ...

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  8. San, la de sonrisa resplandeciente...la pasión por algo nos lleva al límite. Magdalenas asesinas, puede ocurrir, pero murió a gusto Amelia, !conseguido!
    Mis respetos por esta dulce repostera, pasión por algo y entregarse, merece un elogio, peor es estar amorfa, contenta con la rutina y los resultados mediocres. !Salve! Amelia, gastaste tu vida en encontrar la perfecta magdalena, no es poco tanta pasión.
    Pero...cuidadito con las recetas, a lo mejor esconden un conjuro culinario para llegar al máximo, conoces los riesgos, tú misma, amiga del alma.
    Me como una magdalena en honor a Amelia, no será tan deliciosa, seguro.
    Respeto cualquier pasión íntima y personal, y que cada cual...llegue hasta donde quiera.
    Relato impregnado de olores, fragancias, gustos y pasiones. Besitooooooooo.

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  9. Delicioso aroma emana de tu texto, un cuento dulce, cubierto de azúcar. En cualquier terreno llegar a obsesionarse por la perfección te hace enfermar. Tú no te obsesiones, tu jueves está envuelto con esa mezcla agridulce de la madalena perfecta y la obsesión hasta el límite que lo hace también perfecto. Un beso guapísima.

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  10. Ayyyyyyyyyyyyy! he imaginado la casita repleta de magdalenas, todo como un cuento. Es un relato que activa todos los sentidos. Estoy salivando. Enhorabuena! Me ha gustado muchísimo. Sin duda, cuando coma magdalenas me acordaré de esta maravillosa historia.
    Besos

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  11. San, coñe! casi me da yuyu comerme esas magdalenas, ya las haré yo en casa... además tengo la receta de una amiga que son cien y la madre de familia y me dio la medida de los ingredientes en cantidades industriales, cada vez que hago magdalenas me pasa como a la pobre tiíta, acabamos inundados!!!!

    Besito bien gordo!

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  12. Eso no se hace por Diossssss, a la hora de la merienda se me está haciendo la boca agua con las dichosas madalenas. Que relato mas apetitoso San, incluidos puntos y comas mmmmm
    Un besazo

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  13. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  14. Rosa se repitió y borre uno. Besitos.

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  15. Aromas, texturas para paladear despacio, con su tiempo, dejando escapar los sentidos... San, las he saboreado mientras leía tu relato...
    La receta como que no...¿no?

    Besos

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  16. sindrome de diógenes magdalenil. Y es que perder la cordura por una magdalena perfecta es algo disculpable
    dulce beso sin electrificar

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  17. Que disfrute leerte! como comerme una de esas magadalenas que al fin quedaron perfectas. Claro, a qué costo!!! (por fi...la receta, dale, San... dale no seas malita...porfi)

    El aroma atrapa como tus letras.
    besotes

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  18. La verdad es que resulta una tentación que no se puede vencer...el pedirte que nos pases la receta! jejeje
    Un abrazo!

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  19. Cierto SAN, la cocina es un arte y el olor y el sabor de la magdalenas me llegan hasta el otro lado del mundo, imagino lo sabrosas que estarán. Lindo cuento que me mantuvo enganchada.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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  20. Llevo años tras la busqueda de la magdalena perfecta jajaja hasta escribí un post sobre eso. Y aún no la he encontrado, de todas formas espero que no me pase comoa tu tia Amelia ;)

    Feliz finde guapa.

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  21. Querida San, amiguina sonriente:
    Después de degustar esa comida, después de conocer a tu tía y sentir su presencia enmi mesa, degusto las magdalenas, ricas ricas.
    ¿El relato? entretenido, con enseñanza y tan dulce como tú.
    Besinos.

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  22. Tiene ese tinte a cuentos de hadas... pero no es así porque creo que obsesionarse tanto por algo a veces no vale la pena.
    Qué rico! Ahora me dieron ganas de comer magdalenas :(
    Un saludo, hermosa historia.

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  23. Ya pueden estar buenas ¡Qué historia! tienen que ser mágicas San,asegurate de si tienen poderes especiales... no me extrañaría.
    Todo un relato.
    Un abrazo
    V.Nas

    Mi aportación no es literaria, podrás verla aquí

    http://gijondelucesvnas.blogspot.com/2011/05/el-meson.html

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  24. Yo quiero una magdalenaaaaaaaa!!! que se me ha hecho la boca agua y hasta me ha llegado el olorcito. No puedes dejarnos sin probarlas. Verás como haga yo mi bizcocho....
    Un beso dulce

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  25. Me he retrotraido a mi infancia con tu relato. Me he visto haciendo roscos con mi madre, sentada encima del pollete y el olor a la canela y el anis. Si te digo la verdad me has dejado un nudo en la garganta. Gracias por hacerme recordar. A veces olvidamos el patrimonio que nos han transmitido. Nosotras debemos hacer lo mismo.
    Un besazo preciosa

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  26. Pobre tia AMELIA; Pero aunque tarde lo consiguió. Las obsesiones no son buenas.
    Me ha gustado mucho tu cuento

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  27. Quita, quita...¡con lo cabezona que soy yo!
    Por eso las compro en la panadería de la esquina.

    Aunque cualquier día, quizá abran mi puerta y me encuentren rodeada de entrecots y planchas de cocina je!

    Magnífico y envolvente relato.

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  28. Mi querida San, esta semana no he podido visitar a nadie, ni siquiera actualicé. Tu cuento me encantó, lo viví, me gusta cocinar y mi vida está llena de recuerdos de aromas, es una preciosidad, te felicito, ya volveré a leer el resto. Besitos.

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  29. Pasión mortal la de tia Amelia, y que mejor destino para una pasión que lograr la mas exquisita, legado para el mundo agradecido. No! No se castigue a la pasión con un destino apenas tibio!
    Me encantó tu relato San. Mágia entre harina, nubes de azucar y aroma a canela. Maravilloso texto!
    Te mando un sonoro beso

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  30. Hola.
    Buena Literatura aqui y mucha gente que te sigue.
    Me gustaría que enlazaraz mi blog al tuyo, si te parece bien, después de echarle un vistazo.
    Un saludo.
    http://estatuasdeceniza.blogspot.com/

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  31. me gusta la historia de amelia...¿qué estaba loca? jajaj.¡no, de eso nada! ¡tenía una misión por la cual merecía la pena hasta volverse loca, incluso morir! la amelia dejó una buena fortuna para el mundo. no sólo para su familia, qué va...
    ahora bien, san, quiero que me mandes una madalena de esas, al menos una...
    gustavo calleja morán
    c/héroes del alcázar, 50
    vezdemarbán 49840
    -zamora-
    espera mi boca abierta y mi estómago impaciente...
    medio beso.

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