Ahora bajo a la playa sin cubo, ni palas ni
rastrillos. En mi bolso sólo llevo unas gafas, un libro y mi toalla. La tiendo
bajo la sombrilla mientras espero que el chico de las hamacas venga a cobrarme
este trocito de sombra. Se llama Alí, me dijo una mañana en la que sus ojos
negros brillaban más que el mismo sol. Luego se fue hacia las tumbonas cercanas
a la mía. Tres parejas jóvenes llegaron. Oculta tras mis gafas oscuras, los
observé sin ser descubierta. Después de un rato ellas se quitaron la parte de
arriba del bikini y se tumbaron sobre la arena. Pensé que no había pudor pues
debían conocerse desde hacía tiempo. Tras un grito ¡todos al agua!, se
levantaron desordenadamente. Noté que mientras ellos ayudaban a sus parejas,
algunos de soslayo, dejaban caer sus ojos lascivos, sobre los cuerpos de sus
amigas.
También llamó mi atención una chica joven que llegó
con una niña. Vi que comía más chucherías y a más velocidad que la pequeña. Su
teléfono sonó. Se alejó un poquito de ella y se acercó a mi rincón,
separándonos solo una prudencial distancia. Fue cuando quedó claro el porqué de
esta compulsión. Sólo hacia unos día que había roto con su pareja.
Pero lo que más me gustaba de estos días de playa, era
el atardecer, cuando el sol derramaba sus rayos oxidados. Llegaba una parejita
de ancianos cogidos de la mano. No les cubría más que el amor que a borbotones
les resbalaba por la piel. Tumbados uno junto a otro nada los perturbaba. Se
perdían uno en los ojos del otro, ajenos hasta del susurro del mar.
Todo esto lo podía disfrutar gracias a estar oculta
tras mis gafas, mi libro y mi toalla.
Muchas escenas divertidas y un poco cotillas, una entrada más abajo San
San, bonito relato. Me ha gustado. Cuántas cosas podemos observar en una playa.
ResponderEliminarUn relato muy chismoso y buenísimo. De las cosas que uno puede observar tras las gafas. Me gusto la parte de los ancianos. =)
ResponderEliminarSaludos
ehhhhhhhhhh, a las 4:40 me sumo al jueves...
ResponderEliminarhttp://julianoelapostata56.wordpress.com/
medio beso.
Me ha gustado cuando siento que vas a la playa relajada, sólo por el placer de disfrutar, también me dio tristeza la ruptura con su pareja de la última mujer.
ResponderEliminarAbrazos San
Esta semana no participo San, mi relato fue mas largo de lo previsto y no quise mancillarlo, lo publiqué así, de igual forma pasaré a leerlos.
También me agrada la serenidad de sentirse resguardada bajo las gafas de sol, es como si sintiéramos cierta impunidad al atender la vida de los demás. Es cierto, tu relato es muy tierno y sensato.
ResponderEliminarun abrazo
Cuantas cosas curiosas se pueden observar tras unas gafas de sol. Feliz jueves...
ResponderEliminarQue gran adicción, ver la vida pasar y que mejor lugar que la playa.
ResponderEliminarBonita mirada a la playa, Chelo, me gusta mucho la frase "No les cubría más que el amor que a borbotones les resbalaba por la piel". Nos situas muy bien en la escena. Un beso, guapa.
ResponderEliminarMe gusta la idea de los dos viejitos al atardecer.
ResponderEliminarUn beso.
Y el verano sin llegar...
ResponderEliminarMuy observadora en tu playa Chelo. Me encanta
ResponderEliminarEn mis escenas me faltó hablar de las personas que nos acompañan en la playa, así que tomo el tuyo como complemento, ¿vale?
ResponderEliminarUn detalle, con vecinos de playa tan interesantes casi que el libro no hace falta, ¿eh?
Besos, Sra. Directora.
Más de una habremos visto escenas como ésta. Muy bien explicado.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuántas escenas podemos ver cuando estamos sentadas en la arena!! y si cerramos los ojos podemos oír multitud de conversaciones que darían para escribir varios relatos.
ResponderEliminarUn beso amiga.
Por favor que bonita la pareja de ancianos...
ResponderEliminarPásate si quieres, un besazo :)
La de cosas tan únicas que podemos encontrarnos escondidas en el susurro del mar. Muy lindo relato, San.
ResponderEliminarUn abrazo.
La observación es una de las cualidades del buen escritor, no ver más allá de las narices de uno no memea las neuronas. Observar es una cosa y contarlo a todo e lvecindario es otra, jajajaaj!
ResponderEliminarUn beso, compi.
La vida enseñando las enaguas pasa frente a nuestras miradas.
ResponderEliminarEnaguas blancas, celestes, vainillas, todas con algo que contar... y esto sucede a su orilla, a la orilla de la Vida.
Besos
El color del cristal de tus gafas nos deja pasar la luz de la juventud y el color sin tinta de la vejez... pasa la vida.
ResponderEliminarEscenas vivas, escenas habituales de las que nos toca vivir. Tus gafas te permiten cotillear pero y ¿tu vida? Un besote muy fuerte y gracias por conducirnos.
ResponderEliminarMiradas indiscretas, miradas de quien gusta de crear historias, ficticias o reales. Todo escritor es un fisgón, aunque no todo fisgón es un escritor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Unas buenas gafas de sol son una magnífica atalaya para observar sin ser observado. Unas buenas dotes de observación (que no de cotilleo), son necesarias para fabrricar historias sobre la realidad que nos rodea.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
cotillear, CUCEAR SE DICE EN MI PUEBLO... joderse con la gente que va a la playa¡¡¡
ResponderEliminarmedio beso.