Frente a la mesa de juego una última mano, nada le queda, todo está sobre el tablero verde. La botella vacía, el vaso bordeado por sus resecos labios en un intento de apagar el fuego que de su garganta nace. Un bombeo continuo de turbia sangre negra, llega hasta sus sienes, el dolor que siente es insufrible. El corazón golpea con furia, se le antoja que fuera a estallar.
¿Lo escucharan todos los que rodean esta maldita mesa? Se preguntó.
- ¿Cartas? Pregunto Fermín.
Miró el abanico de naipes y un escalofrío recorrió su espalda.
- Se aceptan apuestas, retumbo la voz de Fermín.
- Mi vida, no tengo nada más, pronunció, dejando caer sobre el mantel una mágnum del 44.
Todos se miraron, sonrisas soterradas, los cinco jugadores se relamieron por su aditivo triunfo.
Martín, en la próxima mano quedará excluido.
Es el final, nada queda, todo lo que fue dejo de ser.
¡NO, NO, NOOOOOO!
Se aceptan más lecturas sobre excluidos en casa de Gastón
El tapete verde es una mala compañía. En él terminan vidas y haciendas, buscando la "buena racha" que "tiene que llegar" pero no llega.
ResponderEliminarUfffff, duro por lo real que puede llegar a ser. La ludopatía puede hacer que la autoexclusión al mundo sordido de las apuestas, llegue a decisiones tan ilogicas y duras como la que relatas. Quizás no poniendo la magnun¡m en el tapete pero si ponindo la vida en él.
ResponderEliminarUn beso
de todas las exclusiones posibles, es la autoexclusión la más terrible de todas. Si las demás son mezquinas o racistas, esta de la exclusión propia es la más dramática
ResponderEliminarTanto tienes tanto vales. Un beso.
ResponderEliminarEn esto de la exclusión, también influye la suerte, y si no te sonríe... acabas sacando la mágnun.
ResponderEliminarUn abrazo
Hago mías las palabras de Javier. Coincido.
ResponderEliminarUn abrazo juevero!!
=)
Tensión, mucha tensión en ese momento último de quien ya todo se lo ha jugado. Apostó su vida a las cartas y perdió, casi siempre se pierde.
ResponderEliminarUn micro muy intenso.
Feliz día.
Se aceptan apuestas, hay que jugar al límite, fuerte, hasta que estalle el corazón.
ResponderEliminarTener una mano de juego malo en la vida, ser perdedor, la gran exclusión íntimamente asumida.
Besitos emocionados, dulce San.
Por eso en mi casa siempre jugábamos con garbanzos...
ResponderEliminarMala cosa eso de esperar la llegada de la suerte.
Imaginación no te falta, no sé cómo lo logras! Bravo!
Un besito.
Escalofríos me ha dado tu relato, San. Hay muchos paraisos artificiales, la ludopatía es uno de ellos, que nos llevan de cabeza a la autoexclusión, a la autodestrucción. Magnífico relato para el tema que nos convoca esta semana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y lo último que entregó fue el arma... como dice Javier, la más horrible de las exclusiones es la que se autoinfiere. Es el caso de todas las adicciones.
ResponderEliminarEl texto,en su brevedad, es convocante. Me encantaría un relato más extenso que nos mostrara al personaje y a ese ambiente ¡lo que quería ¿eh?!
Linda San, gracias por tu afecto... sabes que lo retribuyo sinceramente.
Mis besos!
El juego de la vida es el más peligroso.
ResponderEliminar(porque nadie queda excluído de jugarlo)
Un beso.
cualquier cosa que nos domine, hay que excluirla de nuestra vida, las dependencias y según que tipo de vicios son nefastos para el cuerpo y para la mente y lo peor es que puede salpicar a los de alrededor.
ResponderEliminarbesicos
El juego en el que todo vale, es el camino hacia la perdida del respeto propio... y en las dependencias sean del cariz que sean siempre se pierde la razón y el contacto con la realidad a favor de un solo objetivo.
ResponderEliminarBesos!!
Lo malo no es que el tipo se juegue la vida, sino que los demás les surjan esas sonrisas soterradas, ese aditivo triunfo.
ResponderEliminarEn mi casa, como dice Vero, se juega con garbanzos o centimitos, apostar dinero ... no.
Un beso
Un escalofrío recorrería la espalda de cualquiera que tuviera que participar con semejante apuesta.
ResponderEliminarCuanbdo ya nada queda, nada es importante. Solo uno mismo
Buenísimo microrelato
Un abrazo
Hola Sun,
ResponderEliminarHace días que no vengo por aquí. Me ha impactado mucho este corto!! jaja y el Magnum!
Saludos,
Felicitat
Me impactó este relato San. Cuánta gente es excluída presa de sus adicciones, primero se autoexcluyen y después lo hacen los demás también. Un final triste pero que seguramente en más de un caso es realidad.
ResponderEliminarMuy bueno y atrapante.
Un beso.
Jugarse la vida, quedar excluído de la existencia por causa de una mala mano de naipes, ¡que ironía San!, podría alguien decirle que se detenga, pero me parece que la autoexclusión empezo mucho antes
ResponderEliminarImpactante relato San, grafico y directo.
Besote
Al menos Martin tiene la decisión de jugarse su vida como, donde y cuando quiere, la gran mayoria deja estas cosas al azar del destino, muchos la juegan (o la pierden) por amor.
ResponderEliminarSuerte¡