Para cuando tú llegues, yo ya me habré
ido.
En estos
últimos días, se ha acercado más de lo habitual, tanto que su nariz quedó
pegada a mi pecera. Eso me asustó. Por ello he decidido vaciarme entera y
recorrer el negro túnel del desagüe del pilón del jardín. Sé que echarás de
menos, el chapoteo de mis piruetas al saltar desde el borde de las rocas. Esas
que un día colocaste, con la intención
de imitar el Acantilado de los Gigantes. Un lugar de ensueño, te oí decir,
mientras las ubicabas a la derecha de los corales y juguetona te lo impedían,
mis zigzag entre tus dedos. He sido feliz, no lo niego. Pero es que dos hembras
en una misma casa no caben, porque una es una gata y otra, un pez de colores.
Sabia decisión, morir de pie a vivir de rodillas. Hay que saber cuando
ResponderEliminarUn abrazo
Unas muy bien razonadas causas para emprender el último viaje.
ResponderEliminarno se veía que iba para ahí el relato...
ResponderEliminarlindas imágenes también ... salu2...
Muy buena reflexión. Feliz domingo.
ResponderEliminarjejej tal cual, ya sea por ser las dos féminas o por ser ejemplares de especies poco afines, una de las dos se tenía que ir jeje
ResponderEliminarPara meditar un rato en paz.
ResponderEliminarbesos
Me encanta :)
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Supongo que la que se fue por la cañería no fue la gata... lo digo por el posible atasco :))
ResponderEliminarNuestro pececito y su novia duermen juntos bajo un algarrobo.
Un beso, corazón.