Son las once de la noche, hora en la que hago una parada en el día, este día loco en el que todo va a la velocidad del rayo.
Suena el despertador !dios! se me hizo tarde, carrera, una duchita, un cafelito, una arreglito de cara, !madre mía que cara! ¿Y esto tiene arreglo? Bueno lo intento.
Metro , autobus y por fin MI OFICINA, Buenos dias, buenos días, buenos días, oye y así hasta llegar al último lugar de la sala, MI REINO.
Entonces miro una a una esas caras aun soñolientas, y sin muchas ganas de conversar, aún, por que en cuestión de diez, nueve, ocho, siete.....!Zas! se armó. Ya no hay forma de pararlo, ruido de máquinas, impresoras y mi amigo Miguelón que no habla ,grita.
Y ese teléfono, porque mira que hablo por teléfono, mi función apaciguar, suavizar, relajar y en algunas ocasiones mandar a la mierrrrrrrrrrrrrrrrr.... si viene al caso, !claro que muy finamente!
Pero cuando llega esta hora, !ayyyyyyyyyyyyyy! cuando llega esta hora, todo se vuelve intenso, sereno y muy, muy relajante.y porque no excitante.
Las ranas se vuelven principes.