Lo vio allí, sobresaliendo de entre una pila de carpetas, en la esquina del
escritorio. No fue buscado, ella no hacía esas cosas. Aunque siendo sincera, sí
que lo hacía, especialmente desde que él se mostraba raro, esquivo en
enfrentarle la mirada y en contestar cuando le preguntaba si todo iba bien. Le
había escuchado hablar con su socia, fue más bien, un susurro de palabras
ininteligibles. Le preguntó si ocurría algo, pero él se encogió de hombros y
movió de un lado a otro la cabeza. Esa noche durmió mal, no dejaba de ver
fantasmas y luego estaban los que si… Que si últimamente los veía con una
intimidad poco habitual, que si Marcos coqueteó con ella en la cena de navidad,
que si ella le reía todas sus ocurrencias y le dejaba hacer, que si… Intentó hablarlo
con Marcos, carente de evidencias, los argumentos se desmoronaban. Él zanjaba
el tema con un – ¡no digas eso cariño!– pero el clavo estaba ahí hincando, generándole
un desasosiego que la ahogaba. Y ahora esta carta abierta y estas palabras
escritas por Marián. –Todo está listo.Ten
mucha precaución. Hasta llegado el momento, ella no debe sospechar. No debe
enterarse–. Entre sus manos sostenía la evidencia de tanto recelo.
Dejó todo como estaba, no quería delatar esa intromisión, y esperó un desenlace, pero los días transcurrían
sin más.
Llegó tarde a casa tras una jornada intensa, introdujo
la llave en la cerradura y la giró . El silencio podía palparse así
como la oscuridad, la misma que la acompañaba desde el día en que leyó la nota
de Marián. Pasó a la sala y tocó el interruptor de la luz.
!Feliz aniversario Laura!, gritaron y corearon muchas
voces. Ella sorprendida no daba crédito, todos sus amigos estaban allí. Marcos
se acercó, abrazándola le dijo al oido: felicidades querida, por otros veinticinco años
junto a ti. Tras él, Marián la tomó de las manos. Qué difícil ha sido mantener
oculto todo esto, aun más para mí, que no tengo secretos contigo.
Ella rompió a llorar, todos pensaron que era por la
emoción.
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