miércoles, 30 de octubre de 2013

ESTE JUEVES UN RELATO...Una convocatoria de muerte


La calle del diablo


Aquel día de feria, seria recordado por todos como el más aciago de la temporada. Lo que se preveía como un final de fiesta apoteósico, se convirtió en la peor de las pesadillas. Todo comenzó en la atracción más visitada de la Calle del Diablo: El tren de la bruja. Yo les dije que se aunaban dos fuerzas terribles, el diablo y la magia negra. Todos rieron mi ocurrencia absurda y pueril. ¿No vas a cambiar nunca?–preguntó Lucas–, siempre tan supersticiosa y miedica, no seas pájaro de mal agüero. Quise alejar ese presentimiento y disfrutar con ellos, pero al acercarnos a la entrada de la atracción, un escalofrió me recorrió todo el cuerpo.
Los vagones se llenaron de gente, animados por un ogro y una bruja esperpéntica, que dando escobazos, conminaban a los visitantes a tomar asiento. Música tétrica, aullidos y temblores hacían reír a unos y a otros, pero yo no conseguía formar parte de la diversión, algo que no sabía identificar me intranquilizaba. Sonó una campana y el tren comenzó a rodar por los raíles. Un chirrido hizo que todos se taparan los oídos. Dentro, en el túnel, la oscuridad reinó. Cadenas y quejidos, sombras que sobrevolaban nuestras cabezas, manos que tocaban sin rozar apenas, soplos como susurros, voces amenazantes, y sangre, mucha sangre…
Durante los días siguientes, la noticia central en todos los periódicos fue, el extraño suceso del tren de la bruja.
Los pasajeros del vagón de cola, habían desaparecido.



Participando en la propuesta de Teresa Cameselle, si queréis pasar mucho miedo visitadla y leer al resto de amigos y amigas. Feliz  Haloween.

domingo, 20 de octubre de 2013

Negro y muy caliente





El vaso se tambaleó mientras mi pensamiento pedía a gritos que no se volcase, pero olvide que un vaso no tiene oídos y que mis gritos eran mudos. Todo fue en cuestión de segundos. La señora se precipitó hacia mí y el ardiente líquido negro cayó, sin tiempo para cubrirme. Sus manos rápidas, llegaron hasta el mismo centro de mi entrepierna. Con movimientos enérgicos quiso quitar aquella mancha negruzca. Yo solo acertaba a decir: _ No se preocupe, no se preocupe, si no es nada.
¿Nada? apostillaba mi cabeza, arde, achicharra. Ni el grueso de la tela puede calmar la quemazón en mis zonas más sensibles.
La mano de la señora era insistente, a estas alturas, mi corazón parecía salirse, por entre la cremallera del pantalón. Los signos, visibles ya, los apreciaba mi joven compañera que no paraba de reír. Agarre la mano de la señora y con los ojos vidriosos, no sé si por la rabia o por la vergüenza, le supliqué: ¡Ya basta!
Al salir, mi compañera me susurro maliciosamente: ¡qué mujer! Ha sido un encanto ¿no?



Este relato surgió de la lectura de una entrada de un blog al que me gusta acudir,Y de repente... sonó un BANG (os recomiendo su visita y la lectura de su entrada, titulada : Elige tu propia aventura). Lanzó la idea para que todo el que quisiera la continuara, yo me animé con un comentario, ahora depués de un tiempo y dandole unos retoques, ha quedado como leeis.

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