Fábrica clandestina
Tras
visitar distintos barrios residenciales, y descartar piso a piso los propuestos
por la inmobiliaria, este le pareció perfecto, un ático en pleno centro y con
unos vecinos muy amables. Solamente encontró una pega: el portero. Preocupada se lo comentó al administrador, este benévolo le restó importancia, Emeterio un sastre retirado, ocupaba el puesto desde que se construyó la finca y jamás había habido una sola queja sobre él. Todo lo argumentado, no logró convencerla, por ello habló con doña Nati, la inquilina más antigua. Esta arrugo el entrecejo y la miro de medio lado, con tono muy seco aseveró que Emeterio era un hombre con un comportamiento impecable, eficiente y responsable en su trabajo, y con un, buenas tardes, zanjó la conversación.
Aun así, Marta tenía la certeza de que ese lado oscuro que él, bajo su semblante de empalagosa amabilidad intentaba ocultar, estaba ahí, por ello se propuso evitarlo en la medida de lo posible.
Con el tiempo se fue habituando a la comunidad, tanto que olvidó la inquietud de los primeros días. Viéndole hoy correr solícito, para abrirle la puerta del ascensor y rogarle que le dejara cargar con la compra, mientras le ofrecía su mejor sonrisa, sintió remordimientos por haber albergado tanto prejuicio insano hacia aquel hombre. Confiada, tras girar las llaves en la cerradura, le ofreció pasar con la intención de agradecerle con unas monedas, su servicio. Al tenderle la mano, él la sujetó con fuerza, con mucha fuerza… El pánico atenazó a Marta. Quiso gritar, pero el grito enmudecido no llegó hasta su garganta.
La señora Nati empujó la cancela de la portería, Emeterio la recibió con gesto de satisfacción, mientras daba las últimas puntadas al vestido que estaba confeccionando. Le va a quedar de maravilla, le dijo, no había visto jamás una piel tan suave y flexible como la de la última chica que alquiló el ático. Ojalá la próxima propietaria sea tan joven como esta, se cose mucho mejor con una buena materia prima.
!Uy doña Nati! deje que le retoque ese ojo, parece que se le ha descosido.
Miedo mucho miedo en otras historias que leeréis en el blog de TERESA