miércoles, 30 de enero de 2013

ESTE JUEVES UN RELATO: Hablar escribiendo o Límites.




ROTOS LOS LÍMITES
Se conocían tan bien que las palabras sobraban. Una mirada, una sonrisa, un pequeño gesto, les era suficiente para saber, y ella hacía tiempo que algo sospechaba.
Aquella tarde llamaron al portero a una hora poco habitual.
-¿Quién? Preguntó.
- Soy yo, dijo Lucas, ¿abres?
El tono la inquietó, el momento tal vez había llegado.
Lucas le contó detalles del viaje que estaba preparando, le habló de las discusiones  que habían surgido con su mujer y de otros tantos problemas… hasta que el silencio se instaló entre los dos. El clavó sus ojos en los de ella y ella los sostuvo.  Mientras lo hacía se fue acercando, invadiendo su espacio, haciéndolo tan de él como lo era de ella.  No dejó de abrazar su mirada, mientras su mano se fue perdiendo en la intimidad de su amiga.
Ella no dio un paso atrás, se dejó hacer y esperó. Lucas sacó esa mano invasora, y sin pudor  metió los dedos llenos del sabor de ella en su boca, fue entonces cuando cerró los ojos y se relamió. Luego no hubo ni tan siquiera un adiós.
Ella confirmó lo que durante semanas había presentido. Ese momento de placer fue el último gesto de complicidad entre ellos.


Otras formas de Hablar Escribiendo en casa de Rossina

domingo, 20 de enero de 2013

MaRipOsA o LaRvA



Por entre las grietas
de la coraza tatuada sobre la límpida piel,
se ha colado una bandada de mariposas blancas.
No hay brazos que puedan contenerlas,
libres revolotean sueños ávidos de vida.
Viéndolas  componer una melodía apenas audible,
el vacío de las horas inertes se constriñe rítmicamente,
mientras yo me complazco en el recuerdo.
Romperse es abrirse, liberarse,
dejar que el amor te penetre, te inunde y se desborde,
ser en ti pensamiento,
amasijo de saliva y sudor en tu cuerpo,
polizón amotinado en tu corazón,
jamás desahuciado.

miércoles, 16 de enero de 2013

ESTE JUEVES UN RELATO: El árbol del ahorcado





Hay que ver dónde me fueron a sembrar; en lo alto de una colina. Nada puebla este solanar más que mis espesas ramas. Brazos abiertos al viento, cobijo de jilgueros, columpio que roza el cielo, entre risas inocentes de vidas que nacen a la vida, abrigo de amantes en tórridas tardes de verano, reposo sereno de caminantes perdidos… Bajo mis cepas los conflictos se demoran,  los miedos se atenúan, se ralentiza el tiempo y el todo se hace nada.
Así fue durante años hasta ese fatídico día… Ahora mírenme seco, sin alegría. No hay hojas para resguardarse ni de los rayos suaves de la luna. Los pájaros emigraron, las voces no se escuchan. El silencio, postigo abierto a los espectros, impuso su voluntad.
El último jueves del mes llegan hasta a mí en peregrinación, fieles seguidores de la señora de negro vestida. Se arrodillan y entre el llanto de tanta plañidera, recitan conjuros por las almas que yacen en la tierra húmeda que me abona.
El primer cuerpo que el viento meció fue el de José, el hijo del carnicero. Me pregunto qué volunto le sacudió para adornar su cuello con la soga cruel de la cobardía. Luego vinieron otros  del mismo pueblo y de pueblos vecinos, emigrantes de la infelicidad, hasta hacerme el árbol más famoso del condado.
¡Fastidio de popularidad la mía! Quiero ser lo que fui, una simple encina cuajada de bellotas.


Otros arboles y otros cuerpos en el blog  Letra digital

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