lunes, 25 de abril de 2011
Este jueves un relato: LA RADIO DE LA NOCHE
Cadena Ser. Consultorio de Elena Francis.
Carmen observaba silenciosa a su madre, ésta sentada en su silla baja zurcía la camisa de trabajo del padre. Miraba como gesticulaba con cada palabra emitida a través de su pequeña radio,palabras pronunciadas por Elena Francis, Dña. Elena Francis.
Carmen cierta tarde mientras escuchaban atentas el consultorio, le había preguntado:
-Mamá ¿por qué escuchas a esta señora?
-Calla niña, no hables que perdemos el hilo, y no nos enteramos de nada.
Dicho esto se hubo de conformar con ese chuuusssss!!! y seguir sintiendo esa curiosidad por descubrir que hacía tan especial a esta señora . Lo que sí sabía cierto, es que era una gran entendida en todas las materias, bastaba con escuchar como daba solución a todas las dudas que le presentaban en las innumerables cartas que recibía a diario.
El programa comenzaba a media tarde, para ella era la hora de la merienda. Para su madre el momento esperado del día, en el que quizás riese o quizás llorase. Había tardes en las que se sumaba alguna que otra vecina, entonces su madre preparaba café y bollos o limonada según la estación del año.
Carmen era una fiel seguidora de este ritual: Todos los días la sintonía del programa anunciaba que llegaba el momento de sentarse frente a la radio a escuchar historias de personas desconocidas, su madre silla en mano, costurero y a coser, junto a ella Luisa la portera y Juana la del quinto, había tardes que se unía Rosa la del bajo y Dña. Amalia la del ático, una oronda señora, viuda del capitán Agredo.
- Escuchen, escuchen señoras, decía su madre.
La voz de Elena Francis comenzaba a leer:
“Querida Dñª. Elena Francis, espero que se encuentre bien al recibo de esta carta, yo bien gracias a Dios y todos los míos también. La presente es para que me aconseje el camino que he de seguir. Llevo once años de novia con el Juan y me he enterado por terceros que dejó preñada a la amiga de su hermana, él me lo niega y quiere seguir con los preparativos de la boda, yo solo se llorar y me encuentro nublada. ¿Qué debo hacer?”
Y aquí llegó el momento esperado, Elena Francis siempre comenzaba con un:
_Querida niña……o un Querida amiga y después dejaba escapar una retahíla de consejos. Consejos todos ellos que claramente reflejaban el día a día de una España de posguerra,con sus miedos y su represión. Consejos en los que se dejaba entrever el papel sumiso y secundario de la mujer en la sociedad en la que se desarrollaba su vida.
-Otra carta, callen, callen, dijo de nuevo la madre de Carmen.
“Querida Elena Francis, escuché su programa del lunes y le tengo que decir, que la crema que recomendó no funciona, hice todo lo que dijo, me la unté bien en las canas pero al lavarme el pelo, sigue tan blanco o más de lo que estaba. Le digo señora Francis que esta crema es una estafa.”
_Querida Canas blanca, respondió la señora Francis, no sé como escucho usted las recomendaciones, pero la crema “TODO CUBRE” no es para untar en las "canas", sino para untar en las “almorranas”, y aquí un estallido de risas surgió de entre las ondas de esa pequeña radio en las que tarde a tarde la firme voz de Elena Francis se acercaba a esos miles de seguidores, fieles seguidores hasta que se emitió por última vez el programa. Un último programa, después de cuarenta años de continuada emisión.
Carmen se hizo mujer y su infancia se quedó cosida en hilvanes de hilo blanco prendido a ese grupo de mujeres que entre carta y carta leída en un consultorio de radio, compartían sus vidas y sus propias historias.
Gracias a esta costumbre, hoy escucha las noticias del mundo a través de sus auriculares y sonríe al recordar el consultorio de Dña. Elena Francis, simiente que germinó en ella para hacerla una amante de la radio. La radio, su radio, en la que lleva trabajando más de media vida.
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Yo también lo oía, e igual que tu prota, yo merendaba y mi madre y mi vecina nos hacían callar durante la medía hora de programa, al final me enganche a él y me gustaba, como romanticona que soy, esperaba que las cartas dirigidas a la Srta. Francis fueran de amor.
ResponderEliminarMe lleve un fustre cuando al crecer me enteré que las contestaciones y creo que alguna carta las escribia un hombre junto a un grupo de guionistas, ...es la vida.
Petonets
Personajes en las ondas que se han quedado grabados a fuego en la sociedad española. Indudablemente cumplieron una importante función social, en su momento compañia de muchas soledades y refugio de muchos desconsuelos aunque tambien simplemente entretenimiento para las largas tardes.
ResponderEliminarBien elegida tu historia radiofónica.
Un beso
jajaja nuevamente me haces reír con tus historias tan entretenidas. Acá en mi país también había un programa que mi madre escuchaba con la misma atención que doña Carmen, al leer tu relato venía a mi memoria esas épocas. Que bonito, me encantó.
ResponderEliminarUn beso
Es cierto, yo echo todavía de menos el teatro radiado. Cuando escuché La casa de Bernarda Alba tendría unos 11 años y, desde entonces, quedé marcada por la lectura, más todavía de lo que estaba!
ResponderEliminarBeso y cafelito.
jejeje qué entrañable historia que muestra con la calidez de tus recuerdos la realidad de aquellos tiempos en que la radio tenía gran magia y poder.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo
Me gusta escuchar radio mientras cocino. Tiene su encanto. Sobre todo, cuando uno le agarra cariño a un determinado programa o a una determinada voz.
ResponderEliminarUn gusto haberte leído.
Cuando aún no existía la TV y ni siquiera en todas las casas había una radio, ésta adquiría una gran relevancia como centro de encuentro de las amigas y vecinas en torno a las labores.
ResponderEliminarEl vecindaje estaba muy arraigado y la proximidad entre vecinos era mayor de lo que en la actualidad lo es entre algunos miembros de la misma familia.
He escuchado muchas vivencias en este entorno y he podido comprobar con cuanto cariño se recuerda.
Un abrazo.
Mariví
Hermosa, la radio.
ResponderEliminarImaginas las imágenes...
Cuando alguna mañana voy a casa de mi madre, allí está la radio puesta en la cocina, le hace compañía. Ella es la que me habla de las tardes de rosario y bordado, donde se escuchaba "Amarosa". Yo recuerdo la entradilla de "Los porretas", era el aviso para salir por la puerta corriendo para no perder el autobús del cole...
ResponderEliminarMe ha encantado, son recuerdos difuminados que están vivos...
Besos
Como no soy asidua de la radio pues tuve que consultar con mi abuela que ella si le gusta la radio y mira por donde me hablo de este programa que le encantada porque contaban sus historia y esta señora aconsejaba como darle solucion.
ResponderEliminarhermoso relato.
Primavera
Me has trasladado a aquellos tiempos, con tu relato.
ResponderEliminarLas tertulias, el chocolate, y el shhhhhuuuusssss, para no entorpecer.
Gracias, amiga, por estos momentos que nos has regalado. Y lo de las canas ¡genial!.
Besinos.
Me ha dado un ataque de risa... por dios, por dios... no sabía lo que son las almaorranas....
ResponderEliminarNo sabía que Elana Francis había durado cuarenta años en las ondas de la radio. En muchas aspectos, aquellas formas de plantear unas respuestas y de encontrar solución a casi todo, tendría algo de ese gusto por sentirse protegidas, de no baber querido haber crecido nunca.
Tésalo
Que preciosidad de relato has hilvanado. La radio unía, encantaba, ensoñaba, aconsejaba, hacía sonreir. Se podía pedir más..? Cómo borrar esos recuerdos que aunque tuyos hago mío y disfruto con la nostalgia de la música que los acompaña....
ResponderEliminarMi querida San, tu sonrisa se dibuja en mi retina así como la calidez de tu persona que tan linda huella dejó en Madrid.
Con tu relato he vuelto a mi infancia por un rato. En mi caso estaba en casa de mi abuela mientras la escuchaba. Entrañable. Un abrazo
ResponderEliminarLa radio, fiel aliada y compañera en aquellas tardes de una España en la que no sobraban precisamente las diversiones. El programa de Elena Francis era lider de audiencia, aunque yo también leí que era un equipo de guionistas dirigidos por un hombre, el que escribía las respuestas a las cartas de las oyentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo de la Sra. Francis debería ser objeto de un buen estudio sociológico (a lo mejor lo es y no lo sé), has reflejado bien lo que representaba en esa época y espacialmente para mujeres.
ResponderEliminarYo recuerdo horrorizado ese espacio cada tarde, volviendo en el autobús del colegio.
Un beso, amiga.
Radio y mesa camilla.
ResponderEliminarY vengan Elenas Francis. El criminal nunca gana.
Una canción un recuerdo. Ustedes son formidables y un largo etc. que hicieron que aquel medio de comunicación formara parte de nuestras vidas.
Aún hoy, le seguimos siendo fieles.
Será porque casi ningún personaje de la radio termina por ser demasiado famoso?.
Divertido relato, con el que identifico de pe a pa.
Besos
se t
Jajaja ¡¡qué bueno querida San!! no sé como quedarán las canas con crema para las almorranas pero peor sería darse en las almorranas tinte para las canas jajaja. Yo un día me eché laca en las axilas pero por equivocación jajaja menos mal que iba depiladita porque si no, no habría podido juntar los brazos.¡¡Qué tiempos!! Cuando la vecina que tenia radio (porque no todas la tenían) cosía con sus amigas al abrigo del brasero a escuchar el famoso consultorio. No sabía que las respuestas las escribía un hombre, ahora entiendo que fuera tan conservador en los consejos a la mujer.
ResponderEliminarUn beso amiga
Uy si, mi madre la escuchaba mucho, en esos tiempos no nos dábamos cuenta de lo machista de sus consejos, lo encontrábamos normal, hay que ver como nos comían el coco.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay que cosas, he cerrado los ojos y la voz de Elena Francis se ha colado en mi salón.... ¡la de cosas que se me ocurren que podia preguntarle! Eso si, atendiendo bien a sus explicaciones para que no me ocurra como a la de las almorranas jajajajaja.
ResponderEliminarUn gusto volver a esos años desde tu cuento.
Un beso
Bonito relato, dueño de intimidad y complicidad, como el mínimo fragmento de una vida que se perpetua en los mínimos fragmentos de otras muchas vidas más... como la radio,precisamente, que genera esa intimidad y esa complicidad, que convoca a tantos y tantas desconocidas vibrando en una misma frecuencia. Bello ese espacio femenino y sus rituales. En Elena Francis se personifican muy bien ese tipo de programas radiales, formatos que permanecen hasta el día de hoy a pesar de la avalancha de nuevas tecnologías. Es que la radio posee una magia que ha permanecido intacta a pesar de ello.
ResponderEliminarEn Chile Yolanda Sultana, la brujita caramelo, es un ícono. Y el Rumpi, ya con un estilo más de hoy le dio nuevos aires a estos consultorios radiales, el boom de su programa Chacotero Sentimental, donde acuño los ya famosos grado 1, grado 2 y grado 3 para referirse a las distintas intensidades de los acercamientos erótico-sexuales,termino siendo una saga de películas de cine (3), por supuesto la primera es la mejor, te la recomiendo, debe estar en la web.
Muchos, muchos besos
Cuanta importancia tuvo la radio, llego a ser uno más de la familia.
ResponderEliminarMe encantó leerte!!!
Gracias
Me encanta San la musicalización que has propuesto! Estoy escuchándola y me transporte de verdad a los dias de la radio con su importancia. El ambiente que recreaste tiene un tufillo al cine de Woody Allen y sus "dias de radio".
ResponderEliminarMagnífico tu relato. Conmovedora intimidad esa vivencia de mujeres cuyas vidas tenian testigos fieles.
Te dejo un gran Beso San!
cullons, trataba de iniciar esto sin que se me notara que me estoy riendo, pero no puede ser..sabes, chelo, pienso decirle a mi papá que he descubierto una pomada que vale para el cabello y para las almorranas, y se lo creerá, pues está sordo y además las tiene y siempre dice eso de ay ay ay que ya me tiene aburrido...ah, le diré que lo escuché en el programa redivivo de la tal francis....él que es muy de esa época y...jaja
ResponderEliminarpor otra parte he de decirte que esto:"
Carmen se hizo mujer y su infancia se quedó cosida en hilvanes de hilo blanco prendido a ese grupo de mujeres que entre carta y carta leída en un consultorio de radio, compartían sus vidas y sus propias historias.", esto es una belleza de frase...
medio beso.
Me has hecho soltar una enorme carcajada, no se porque esperaba algo así, y a pesar de todo no he podido reprimirla. Yo tambien me acuerdo de aquel consultorio, es mas cuando a veces alguien en la consulta, ya mayor, me pregunta por cuestiones que no puedo resolverle, le digo que si se creen que yo soy Elena Frnacis, a los mas jovenes, que no la conocieron, les digo que si piensan que soy la bruja Lola...Estupendo. Me ha encantado mi querida amiga
ResponderEliminarPor email te envío mas de la novela.
Besos