LA ABUELA CONSUELO, EL ABUELO JOSÉ.
Elena recién despertaba a la vida dejando atrás los cuentos infantiles,
fieles compañeros e inseparables durante
su niñez. Hoy quedaban arrumbados sobre la estantería vistiéndose de polvo y
olvido. En su mundo habitan príncipes y princesas no ya de papel. Descubría lo
que era el amor y el desamor, los
encuentros y desencuentros, tan reales todos ellos como su corta edad alcanzaba
a dibujar y soñar. Por eso esta noche en la que una tormenta se hacía oír
tamborileando los cristales de la ventana y algún que otro fantasma anunciaba
visitarla, llamó a su abuela. Ella acudió a su llamada sabedora de sus miedos.
-Abuela siéntate cerquita y cuéntame un cuento
-¿Un cuento, como cuando eras pequeña? Preguntó aun conociendo la
respuesta.
-Noooo, cuéntame cómo enamoraste al abuelo, él tu príncipe azul, tu su
rosa princesa.
Matilde sonrió, salió de la habitación y un instante más tarde,
regresó llevando un sobre entre sus manos. Sentada a los pies de la cama de la
nieta, carraspeo y con voz calma comenzó:
Erase una vez una muchacha de pelo ensortijado y de grandes ojos
verdes que se quedó atrapada en el país de los enamorados. Erase una vez un
joven que le gustaba jugar a ser mayor.
-No, no, abuela, la interrumpió. Sáltate esa parte y cuenta como la
muchacha enamoro al joven.
La abuela rió, abrió el sobre y
desdoblo unas cuartillas amarillentas por el paso de los años.
-Impaciente jovencita, te leeré la carta que le muchacha le escribió, así
fue como lo enamoro.
Se detuvo unos instantes, los recuerdos comenzaron a pasear entre su
memoria, elevo su voz acallando tanta emoción.
“Mi querido amigo…..No sé muy
bien como comenzar esto que hoy escribo, nunca me senté frente a un papel tan
blanco con la única intención de volcar en él, esta madreselva de sentimientos entrelazados
que crecen y crecen dentro de mí. Van tomando forma, vida, una vida propia,
independiente a mi razón. Hacen que me sienta insegura dentro de la más
absoluta seguridad. Me poseen, no cabe duda y yo me dejo arrastrar. Arrastrar y
arrasar.
Hay días en los que controlarlos
se me hace un tormento, otros en cambio nadan tranquilos en el mar sereno de mi
alma. Vivaces asaltan mis pensamientos invadiendo cada rincón de mi ser,
embriagándome de una felicidad inmensa, felicidad que se torna inquietud cuando en un intento por escapar de su
prisión son embestidos por el silencio de mis labios. Rebeldes quisieran gritar
tu nombre o susurrarlo como brisa que acaricia tu piel. La cárcel en la que
habitan se va desmoronando, los diques que los contienen van cediendo. Se hacen
fuertes, tanto que nada los detendrá.
Ya no puedo sostener tu mirada
porque mis ojos me delatan. Ellos dictan lo que deben o no deben alcanzar a
mirar y es en ellos que las palabras no dichas se me desbordan.
Habitas cada segundo de los
sesenta minutos de cada una de mis horas. Eres el primer pensamiento de mis
días y el último de mis noches.
Cuando te siento o te presiento
el aire me falta y toda yo tiemblo. Te has convertido en el centro de mi universo.
Pero tú no escuchas mi grito
y ¿Cómo vas escuchar lo que no sabes? ¿Y cómo vas a saber si no te hablo? No
formo parte de tu circulo, tu mundo es otro ¡tan distinto al mío! No sé de qué
manera caminar esos pasos que nos separan.
Hoy he decidido que será esta
hoja blanca la que lo haga por mí.
Ahora podría escribir TE AMO, y
quedaría bien, pero así leyéndolo me parece que suena tibio, le falta vida. Si
alguien me escribiese esto, me resultaría frío; no tiene voz, no tiene color ni
calor. No tiene nada más que miedo y frío.
No me gusta sentir frío.
Hace tiempo que un recuerdo me
atormenta, recuerdo recurrente que regresa una y otra vez abriendo una brecha
que hiere. La fiesta de Isabella, ¿te
acuerdas? en ella me emborrache por primera vez de ese olor amaderado que me
fue envolviendo al tiempo que te acercabas a mí.
-¿Bailas? me pediste tendiendo tus manos. Yo
las recibí y al ritmo de la cadente música nuestros cuerpos se acercaron. Tus manos rodearon mi
espalda, yo, me deje. Su tacto calmó mis dudas, mis miedos. Manos que alientan,
manos que abrigan. Manos, eran tus manos recorriendo suavemente mi espalda. Territorio
desconocido para ti, hasta entonces prohibido.
Meses más tarde nos volvimos a encontrar,
fue en el teatro real. Entre acto y acto al pasar junto a mí, solo pronunciaste
un saludo cortés, pero cuando te alejabas las yemas de tus dedos, como suaves
mariposas que alzan el vuelo, rozaron las mías. Una llamarada de fuego sacudió
todo mi ser, tú, tú, tú…me dejabas un regalo.
Hoy soy yo quien te regala.
-Te amo, por lo que eres y por
lo que haces que sea, por lo que sientes
y por lo que haces que sienta. Por esas señales que vas dibujando a mí
alrededor llenas de misterio, un juego consentido, al que sabes que siempre jugaré.
Te amo y te deseo. Deseo acariciar,
acariciarte, oler, olerte, besar, besarte, amar, amarte.
¿Y tú, que deseas tú?"
-¿Que dijo abuela?, ¿Qué dijo?
-A ti, solo a ti.
Elena sonrió. Matilde la beso en
la frente.
-Abuela acercarme tu fotografía, si, esa en la que apareces como te pintó el abuelo.
Matilde la dejó sobre la mesita
de noche. La niña la miró embelesada.
El autor de esta obra es un artista en el más amplio sentido de la palabra Javier, |
-Gracias abuela, susurro. Cerró
sus ojos y se durmió.
Y colorín colorado este cuento
se ha acabado.
Otros cuentos, muchos más en casa de José Vicente
¡Uffff! San que historia de amor más bonita, casi pone los pelos de punta esa declaración de amor tan clara, tan dirécta, tan diáfana. En verdad que es un bonito cuento para irse a dormir envuelta en una maravillosa sensación de romanticismo.
ResponderEliminarPrecioso San.
Muchas gracias por llegar y un abrazo
Y ahora se han perdido las cartas y se envían mensajes de móvil...Y se enamoran igual, porque la primavera no perdona.
ResponderEliminarCuando el amor nos desborda ¡qué fácil resulta comunicarlo!, la mirada, la voz, la piel, una hoja en blanco donde volcar todo lo que nos ocurre, mil gestos que nos delatan y un sólo sentimiento. Magnífica enseñanza la que esa abuela transmitió a su nieta con la lectura de esa carta amarillenta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola San
ResponderEliminar¿Como no dormirse y tener maravillosos sueños después de escuchar una historia así?
Precioso cuento para soñar a cualquier edad, yo por lo menos me voy flotando en un halo de romanticismo.
Un beso
Mar
San, una maravilla expresada en carta de amor, un cuento verdadero, un recuerdo intenso. Bello cuento para la chica, regalo a su medida, a la de sus sueños, le regala la dulce abuela.
ResponderEliminarA cada edad corresponde un cuento.
San, besito y hasta pronto.
Ya no se escriben cartas de amor así, tan bellas, realmente hay mucho fondo de buena escritora en tus relatos, estare muy pendiente del próximo,
ResponderEliminarsaludos
a veces, uno viene de un día o de una noche que lo deja a uno preparado para poder permitir que las sensibilidades entren en él cual hoja de cuchillo en el aire...a veces, uno está sensible...y así me has pillado a la hora de leerte...es por ello que me he empapado de la carta de la agüela, que me he emborrachado con esa carta...es por ello que quise hacer otro comentario que no fuera este, pero...tan sólo decirte que OLÉEEEEEEEEEEE¡¡
ResponderEliminarmedio beso, san.
Una historia de amor, para dormirse y comenzar a soñar, sobre todo, para iniciarse en los sueños del amor.
ResponderEliminarBellísimo Chelo, conmovedor y emocionante.
besos y abrazos mil
Hola San!!!!!...qué suerte que llegaste para regalarnos esta preciosidad!...tierno, muy tierno tu relato, que nos retrotrae a ese estadio de pureza en que el amor puede ser descrito con justeza con una sentida carta como esa.
ResponderEliminarHizo bien la nieta en pedirle a su abuela que la leyera. No sólo en los cuentos puede llegar a reinar la felicidad!
Un abrazo!
Precioso y dulce cuento. Orgullo para la nieta que oía a su abuela narrar con la templanza que dan los años cómo había enamorado a su abuelo.
ResponderEliminarEs una pena que se haya perdido la costumbre de escribir a mano una carta de amor. No me imagino un SMS que pueda expresar tanto sentimiento.
Imagina: Ola jse t mand un sms pa dcirt q tamo y k avr si kedms, por poner un ejemplo.
Un beso.
Estoy de acuerdo con >Leonor, un SMS no expresa tanto sentimiento, lo que más se aproximaría sería un email, pero con menos glamour, claro está.
ResponderEliminarY nenaaaaaaaaa, que te ha salido genial, me han dado ganas de enamorarme otra vez, jeje. Que preciosidad de cuento.
Un beso.
Estupendo San. Lleno de frases maravillosas, como esa "Tu tacto calmó mis dudas ..."
ResponderEliminarEn lo personal me trajo un recuerdo, una postal que aún tengo. Mis abuelos se conocieron en Madrid y se reencontraron en México. Aquella postal es de Madrid, del lago del Retiro, en la que mi abuela saluda a mi abuelo hablándole de Ud. Ello no mucho tiempo antes de su boda.
Besos amiga.
Precioso cuento vestido de declaración de amor impresionante, ya me gustaría a mí que me hubieran escrito tan bonito...
ResponderEliminarUn beso
Precioso cuento de amor. Palabras llenas de poesía. No me extraña que la nieta deseara que la abuela le contase esos cuentos preciosos. A todas nos gustan que nos digan esas bonitas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola San,que regalo para la nieta, que dulzura de historia,me perdi entre tantas frases llenas de amor, ahora parece que nos da verguenza, hablar de sentimientos, decir te amo, o dar un abrazo,lo de los MSM...Sin comentarios,suscribo lo dicho por nuestr@ amig@s arriba.
ResponderEliminarBesos llenos de emoción amiga mia.
Que bonito este cuento de amor que has escrito... supongo que acunarse entre estas palabras de recrear sueños para vivirlos...
ResponderEliminarBesos
Es un cuento precioso San.
ResponderEliminarAnoche estaba cansada y no lo pude terminar de leer, pero ahora estoy bien despierta y solo puedo añadir: me encantó. Aún me agradó más que fuera Matilde, la abuela de Elena, la que le enviara aquella hermosa carta de amor a su futuro marido, sencillamente genial.
un abrazo :)
Y presiento esa carta perfumada y si acaso con un beso de carmin en la ultima linea. Valiente la abuela cuando a las mujeres de entonces les estaba poco menos que prohibido airear sus sentimientos. Que lindo.
ResponderEliminarUn beso
Hola!! mi nombre es anna del blog romance y llego aqui por un amigo apasionado de la poesia como yo.
ResponderEliminarTengo un blog donde escribo poemas, relatos, organizo certamenes.
Te invito a que pases por alli, las puertas estan abiertas.
Te sigo
Un beso
Un cuento como la vida misma, que a veces parece cuento, y en este caso, un hermoso cuento de amor. Las historias de las abuelas siempre tienen su magia y una buena dosis de ternura, escucharlas hace no solo que nos retrotraigamos en el tiempo (nos hacen volar con la imaginación) sino, que nos regalan detalles, instancias que no imaginábamos. En esta ocasión, la niña descubrió una abuelita que supo como dar a conocer sus sentimientos. Muy bella historia!
ResponderEliminarBesitos al vuelo y perdón por la tardanza.
Gaby*
Que bello y tierno, amores que sin importar tiempos siguen mimando a los seres que lo vivien.
ResponderEliminarCariños
y cada viernes él sacaba justo la butaca tras ella en los conciertos de cámara, y sin rozarla un pelo la decía palabras mudas al oído: púrpura, cerezas, libélula, atardecer, sentimiento
ResponderEliminarEs una de tus mejores relatos, me ha emocionado Tu abuela conquistaría todo hombre que se propusiera , sin lugar a dudas