De reojo le miro para no ser
descubierta. Cualquier gesto puede delatarme. Conoce mi cuerpo como conoce mi
alma. Muchas horas y días enredados entre la misma vida.
Si sonrío sabrá mis porqués
y es que en este ahora de calma, en el invierno que nos media, no quiero ser
adivinada.
Hoy seré yo quien ría la
última, siempre lo hace él. Mis olvidos son ya tantos que no voy a cargar con
esta culpa.
Anastasio se desajusta el
ojo de cristal y lo deposita sobre la encimera del viejo mueble de su
baño, lo mismo hace con la dentadura postiza que le encajara don Miguel, su dentista de toda la
vida. No da crédito: el ojo no
entra y la dentadura se le cae.
Martina, no aguanta más la
risa contenida en su desdentada boca, una carcajada la delata.
-Anda viejo tonto. -Ojo por ojo y diente por diente, le dice entregándole una
dentadura algo más grande y un
ojo de cristal azul.
-Dame eso que es mío. Anoche bajo tu sonambulismo, cambiaste de lugar el vaso donde estaban y hoy ya no te acuerdas, menos mal que soy yo la desmemoriada.
-Dame eso que es mío. Anoche bajo tu sonambulismo, cambiaste de lugar el vaso donde estaban y hoy ya no te acuerdas, menos mal que soy yo la desmemoriada.
El movió la cabeza de lado a
lado, pensó que la edad no perdona. Se encajó su ojo azul, ajustó
sus dientes blancos y sonrió a su María, tuerta y desdentada aún.
Otros ajustes de cuentas en casa de TERESA
Curioso he interesante relato SAN, un saludo.
ResponderEliminarjajaja muy gracioso, y triste
ResponderEliminarUn abrazo
San, tu historia se toma al pie de la letra lo de ojo por ojo. Me imagino a ambos ancianos con tu descripción, riéndose por la ocurrencia. Lo que uno le falta, el otro lo complementa. Entre tantos olvidos pasa la vida. Muy bueno, un abrazo
ResponderEliminarTu relato como el de "Juliano el apóstata", han ido por el mismo camino. La vejez y las prótesis.
ResponderEliminarCuando se llevan muchos años juntos, esas pequeñas venganzas son la salsa del día a día. Esas situaciones los mantienen alerta y se sienten más vivos. Los ancianos son todo un ejemplo.
Un beso.
Me acabas de descolocar la mañana, PERO DEL TODO, jajajajaja. Me encantan estas venganzas tipo "pues ahora verás, te vas a enterar", y luego zanjarlas con una miradita de complicidad. Sí señora.
ResponderEliminarUn beso
A Martina ¿cuándo le tocará ojo azul y dentadura blanca? En plan bestia, ahora que no le de por probarse la dentadura vieja y los dientes gastados, aiiins, asco.
ResponderEliminarPara acabar así, mejor apaga y vámonos, olvidémonos mútuamente.
Duro, contundente, triste, humor negro, venganza que sabe a poco, relato que dice mucho.
Besito.
Había un anuncio en la tele de dos ancianos con las dentaduras intercambiadas que siempre me hacía sonreir. Hoy lo consigues tu.
ResponderEliminarEl sentido del humor es imprescindible en estos casos y en estas edades. Un bravo por los dos yayos.
ResponderEliminarUn abrazo
me hizo reir; con un pelín de tristeza, eso sí.
ResponderEliminarsaludos!
es completamente gracioso, y no entiendo el por qué, debería de ser triste, pero el modo en que lo cuentas resulta todo lo contrario, o es que nos gusta saborear el dolor ajeno? o nos gusta señalar con nuestro dedo torcido a todo aquel que es semi completo? el morbo empuja a todo ser humano a ser malvado con las personas que no son iguales a uno o al común humano, de allí nace la discriminación, cosa que hasta hoy no a podemos eliminar de nuestra gen dominante, quizás nos reimos hoy porque no somos aquella pareja discapacitada que vive esta relato, que crueles somos, me sigo torturando con la risotada que di hace rato, y me sigo riendo como un demonio ocultando sus dientes puntiagudos.....
ResponderEliminarUyyy, qué mal rollo, espero tomármelo con la misma actitud y alegría si algún día me veo así jajaja.
ResponderEliminarBesos
La vejez es lo que tiene. El ojo no, pero jugueteos con las dentaduras de los abuelos, escondiéndolas cuando no se daban cuenta es una travesura que más de un crio ha pensado e incluso ha llevado a cabo. Una historia con un fondo triste pero que tiene mucha gracia por lo bien desarrollada que está.
ResponderEliminarComo se dice por aquí por estas tierras valenciana "que mala es la vellea"
Un abrazo
Pues tiene su gracia... recuerdo cuando metí unos calcetines sucios en el congelador en lugar de en la lavadora... o me fui a un concierto toda vestida de uniforme negro y zapatillas de estar por casa...
ResponderEliminarPero una cosa es un despiste y la otra las consecuencias de la edad, amiga. Tristes.
Un besito y café lejos del teclado.
Hago coro con José Vte., no se donde escuché que lo peor que se le puede desear a alguien en estos tiempos es que llegue a viejo. Yo ya estoy en las puertas, si no las he traspasado y puedo asegurar que sin amor y/o humor la cosa se pone fea. Bsss.
ResponderEliminarVaya panorama me estáis mostrando para la vejez, ojos de cristal, dentaduras... dicen que donde hay confianza... Pues si ellos lo viven bien y con naturalidad pues no hay mas que hablar.
ResponderEliminarBesos
Verdad que la sonrisa se borra cuando uno piensa que la vejez es implacable y un día podemos estar en el lugar de los vejetes del texto ... . Suerte que se lo toman con humor al menos.
ResponderEliminarun beso
Es gracioso y a la vez patético, pero por lo menos se ríen de sus desgracias.
ResponderEliminarNo quiero pensar en llegar así a la vejez, y si lo hago espero llegar con humor.
Un abrazo.
Muy bien narrado San, me ha gustado mucho
ResponderEliminarMe parece un relato rebosante de ternura.
ResponderEliminarNo merece la pena llegar a viejo, a no ser que se puedan vivir esas situaciones y se tenga al lado a alguien con quien reír y a quien seguir deseando.
Un besote.
Reírse de uno mismo (incluida nuestras prótesis) es el mejor elixir de juventud que existe.
ResponderEliminarUn guiño y una sonrisa, realizados sin postizos :).
ibso
Es una venganza ingenua, tierna, amorosa. Más que una venganza es una pequeña travesura el dejar a su esposo "fuera de juego". Me gustaría llegar a viejo, no con dentadura postiza y ojos de cristal, pero sí con esa capacidad de seguir amando y compartiendo con la compañera de siempre y con la suficiente complicidad para poder llevar a cabo pequeñas venganzas sin que estas menoscaben el amor hacia el otro.
ResponderEliminarMe encantó tu relato, San.
Una venganza tierna y mucho sentido del humor, ojalá lleguemos tod@s así a viejos.
ResponderEliminarMuchas gracias por acudir a vengarte con nosotr@s y perdona mi retraso en visitarte vale?
Un beso,guapa.
Muy tierno y muy entrañable. Has sabido darle un toque humorístico que se te ajusta muy bien. Un beso
ResponderEliminaryo, don gustavo de los moranes y puede que de las callejas, digo:
ResponderEliminarque en algún momento de la vida del humano hombre bien que se puede decir que lo suyo no es suyo...a modo de ejemplo: mi pata derecha no es mía, a modo de ejemplo: mi dentadura no es mía, a modo de ejemplo, mi corazón es de...en fin, que si estuviera casado y tuviera 200 años, como ese matrimonio tuyo, bien que podría intercambiar prótesis sin pensármelo dos veces. diríase que. incluso, hasta podría ser ella y ella él o yo...uff, es que las prótesis nos inhumanizan...
medio beso.
Tiene una gracia particular, si. Humor negro, que se le dice. Pero como a otros tanto me deja pensando en la vejez. Y digo, si se toma así, no esta tan mal, lo prefiero antes de que sean amargados. No?
ResponderEliminarSabes que me paso algo curioso con tu blog, vi esta entrada el miércoles y cuando entre aparecía eliminada y no me volvió aparecer, bue, cosas de la red o el Señor Bloger. Je
Un abrazote San!!!!
jajaja
ResponderEliminarcomo era aquello de "no falta un roto para un descosido" o bien "le dijo la sartén al cazo"... es un texto muy tierno, como los que tu escribes tan bien.
Un abrazo
Este tipo de "venganza" si que me gusta, son pequeñas travesuras, esto es a lo más que pueden llegar las personas de corazón noble, ahora sí, prótesis de diente, valeeeee, pero los ojos me los dejas tranquilos, je, je.
ResponderEliminarMe encanta leerte. Besitos.
Ay...! Al final resulta una historia tierna, con el tono tan temible que le habías dado al principio.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos, amiga.
El que rie último, rie mejor... eso! yo me estoy riendo bastante avanzado el "jueves" y me encuentro con que esta chica, o sea vos, no tenés remedio: SOS MUY GRACIOSA Y TENES MUCHA CHISPA!
ResponderEliminarbesotes.
Es cierto que al principio insinúa una historia de las terribles, pero resultó de lo más risueña. Estupendo relato San!, una pequeña broma, sin culpa en el porvenir, que total mañana se lo olvida, me encantó. Es original e ingeniosa, de una redondez exquisita, y en tan pocas palabras además.
ResponderEliminarTe mando un gran beso
jajaja... que divertido muy buena venganza eee de esas de que no hacen daño eso realmente me agrada
ResponderEliminarVenganza tal para cual... Jaja... Buenos personajes armas te... Un besitode domingo.
ResponderEliminarBien San. Original y lleno de humor. Y además una venganza indolora.
ResponderEliminarUn beso
Una escena triste y cómica a la vez, muy bien narrada. Un gusto leerte de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una venganza risueña la tuya, muy útil para refrescarnos en medio de tantas reyertas más duras.
ResponderEliminares un canto a la esperanza, sólo veo optimismo en la actuación de personas que se quieren
ResponderEliminarPues a mí me ha dado asquete... O_o
ResponderEliminarFuera bromas, mi reacción es ésta: "ainssssssss...". Y es que me ha parecido una historia de lo más entrañable.
:)
Besitosssss, San. (He llegado!!!! He llegado!!!!! - Lo mío no tiene arreglo, jajaja...)