Receta de la
princesa
La mujer de mi abuelo, que no era mi abuela, se
llamaba Celina. Era una mujer de piel transparente, de pelo negro, muy negro, y
de ojos grandes. De risa fácil pero de sonido falso. Cuando pienso en ella,
siempre la recuerdo en la cocina, con las mangas de la camisa remangadas y el
delantal puesto. Un día le pregunté por qué siempre andaba vestida así, ella
contestó que era el uniforme de las reinas de la cocina. Así fue como entendí,
que ella pertenecía a ese reino. Mi madre tenía por costumbre visitarlos todos
los miércoles, y en cada visita, Celina orgullosa, nos daba a probar sus
últimas recetas. Recetas que mamá anotaba, para hacerlas luego en casa. A pesar
de lo mucho que se esmeraba y aun poniendo el ingrediente secreto: Amor hija,
mucho amor, le había dicho su madrastra, jamás alcanzaban el color, el aroma y
el sabor que ella conseguía darles. Un toque mágico que a mamá se le escapaba.
Un miércoles cercano a Navidad, cuando llegamos a casa del abuelo, el olor a
canela, a azúcar tostada, a miel y ajonjolí lo inundaba todo. Celina había
salido dejando sobre la mesa de mármol blanco, bandejas de mantecados,
rosquillos de anís, tortas de almendra… mi madre con ojos llorosos, lo miró
todo sintiéndose nada. El abuelo libre de la presencia de la que era su esposa,
y adivinando lo que mamá pensaba, le dijo: No te sientas triste querida, en
cada receta que anotas, tu madrastra, siempre se olvida de alguna cosita.
Receta para hacer feliz a quien tienes
cerca:
Un pellizco de buena voluntad
100 gramos de bondad
100 gramos de generosidad
200 gramos de agradecimiento
Sonrisas al gusto
No está de más añadir, amabilidad junto con un
poquito de comprensión
Mezclar con movimientos envolventes hasta que la
mezcla suba y alcance su punto álgido.
Servir en todo momento y a discreción.
(Se admiten otros ingredientes que puedan mejorar
esta receta)
(Receta de mi madre)
Una receta que me apunto, tu madre era sabia y sabía darle el punto necesario a la manera de ser feliz, que es lo importante.
ResponderEliminares como tu relato lo dice, las recetas tienen un contenido "ene" díficil de explicar y cada uno tiene "su mano propia" para lo que cocina. No hay plato igual a los demás. Saludos afectuosos amiga San.
ResponderEliminarEs cierto, esa es la receta básica. Ahora bien, quien se case con una o un buen cocinero, no sabe lo afortunado que es. Se lo dije a un amigo que pretendía separarse de su mujer, que era una joya y más aún en la cocina. ....necio..... afortunadamente no se separó, ella le dejó. Bss.
ResponderEliminarQuerida San, me quedo con la receta de tu madre ¿ sabes por que ?
ResponderEliminarporque ella cocinaba con todo su amor, y además si su madrastra se olvidaba algún ingrediente a propósito, y ella seguía confiando... Me da que pensar que tu madre suplía generosamente la falta del toque en sus recetas con montones de cariño, que seguro guardas en ti.
Besos amiga.
Hay que dejarla reposar, mientras el corazón acompasa los latidos de todos los comensales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que ver que "puñetera" la abuela. En cuanto a la receta para hacer feliz a alguien, no creo que sea necesario nada más, salvo que sea un inconformista. Besos castos y puros.
ResponderEliminarLa receta de tu madre, alimenta en cada ingrediente y me quedo con lo de que se admiten nuevas "ideas" para mejorar el guiso.
ResponderEliminarAdivino a Celina en el papel de la siniestra madrastra de los cuentos, pero siempre se dejaba algo, nada es perfecto, por suerte, menos, tal, vez, un beso.
No solamente come el cuerpo, también el alma. Y esa receta de tu madre, no la hace reina, la hace Emperatriz...
ResponderEliminarNo es infrecuente que los mejores cocineros se olviden de algún ingrediente a la hora de transmitir sus conocimientos.
ResponderEliminarDicen que el secreto de la felicidad comienza en el estómago. Yo pienso que no, que reside en la complacencia del corazón, pero evidentemente es un excelente complemento. ¿Tal vez por eso soy, feliz casi siempre?
Un abrazo, San.
Qué buena historia San! y bueno, a veces, los que tienen el don del arte culinario, son bastante reticentes a dar la receta exacta... digamos que a falta del truco mágico, Celina agregaba picardía. De todos modos, la receta de tu madre, creo que es la mejor de todas, es la que nos prepara para la vida, para querer y ser queribles, ese es un bocado muy necesario.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Buena receta la de tu madre, la anoto,porque creo que el resto de recetas sabrán mucho mejor si se le añade esta, que es como una base para todo.
ResponderEliminarUn beso guapa
Así que se guardaba el truqui, eh?? Rediez!!, a ver si esa sonrisa tirando a falsa tuvo que ver con el secreto...
ResponderEliminarUn beso
a mí me ha pasado, cuando intentaba cocinar alguna receta de la abuela, siempre estaba incompleta y tenía que usar mi talento de químico, científico, detective, sabueso para poder dar con el ingrediente olvidado en algun rincón de aquella mente tan sabia como ancentral, mi abuela ahora sufre de alzheimer, ya ni recuerda mi rostro, y con las ganas que tengo de preguntarle algo más, ni modo, tendré que seguir inventándome la receta y esperar que algún día me salga igual..... un beso para ti, acabas de hacerme recordar a mi abuela que ya ni visito, porque para ella soy un extraño más....
ResponderEliminarjajaja muy típico de esas recetas de familia donde "nada como los postres de la abuela o de la tía fulanita". Pero la receta de tu mamá sí que estaba completa y se puede llevar a cabo tal cual si es que estamos dispuestos hacerlo.
ResponderEliminarGracias SAN, un abrazo
sin duda es un pastel para emborracharse con él... y además no engorda... no tiene azúcar... ni manteca... precioso relato, como todos los tuyos... un abrazo.
ResponderEliminarPues muy sabrosa la receta, yo le añadiría el conocimiento suficiente para saberla distribuir a quien la merece...
ResponderEliminarUn beso y tu cafelito de hoy.
Claro le faltaba alguna cosa a esa receta; pero quizás siguiendo los pasos que seguidamente has puesto le salga bien.
ResponderEliminarMuy original y entrañable.
Un abrazo
Todo lo que la receta nombra en ingredientes, es una buena combinación para andar el camino de la felicidad. Un camino a veces que se hace difícil, pero cuando lo aprendes a condimentar, se siente muy bien.
ResponderEliminarYo quiero aprenderlo como tu mamà.
Un besito San :)
Jajaja...siempre hay que guardarse algún pequeño truquillo en la manga para que la gente recuerde tus comidas como las haces tú.
ResponderEliminarHola San, buenas tardes,
ResponderEliminarexcelente receta,
por aquí hay muchos que le vendría bien una probadita de ella! =)
Te deseo un bonito fin de semana
feliz otoño!
un cálido abrazo
Un sencillo relato, pero lleno de contenido. Te mantiene la sonrisa con un final tan natural como efectivo.
ResponderEliminarMe apunto tu receta... espero que no sea demasiado tarde.
Si es que la receta de las madres son únicas... mis hijos dicen que la comida de la abuela es mucho más rica que la mía.
ResponderEliminarUn beso!
Sí... ese maestrito que siempre se guarda algo... Los movimientos envolventes, suelen ser muy buenos para hacer que las recetas no fallen. Tu receta tiene ingredientes básico que nunca pueden faltar!!!
ResponderEliminargracias por participar con un precioso relato y poner esfuerzo y esmero en tu receta amiga!!
besos
El sabor del que sabe darse es el mejor del mundo.!!!!
ResponderEliminarY las recetas asi salen maravillosas.
Cariños