Le llamaban “el tumbas”. Caminaba
delante del coche fúnebre, vestido de uniforme, con sombrero de plumas y un bastón,
que agitaba de tanto en tanto, marcando el paso del cortejo. Los niños subidos
en la tapia del cementerio, le veíamos llegar severo y arrogante hasta las
puertas del Huerto del Señor. Él, como maestro de ceremonia, siempre estaba
atento a todo. Allí encaramados, esperábamos a que el rito concluyera para ser
asustados por este personaje, que nos perseguiría hasta la entrada del pueblo,
donde volvería a recobrar su andar medido.
La tradición se acabó, cuando
vimos un día en el cementerio, el sombrero de plumas sobre un ataúd, un viernes
de otoño.
Otras historias de cementerios las encontrareis donde CHARO
El tumbas imprimía seriedad y carácter al último paseo de los difuntos. Pienso que era importante su misión. Me hubiera gustado saber quien precedió el cortejo fúnebre de su propio entierro. Intuyo un cierto sentimiento de pena en los chiquillos ante la visión de ese sombrero de plumas encima de una tumba. Para los inocentes ojos de los niños, todo un personaje y su ceremonial, un motivo de divertimento.
ResponderEliminarUn abrazo, San.
Nadie se salva de quedarse ahí por una eterna temporada, ni el Tumbas.
ResponderEliminarUn relato tierno con final triste.
Besos!!!
Simple y contundente tu historia San!!
ResponderEliminarHola San, Buenos dias. Que bonito relato, amiga. Tiene toda al pinta de ser un episodio auténtico,, un recuerdo de tu infancia, perqué cosas asi no se olvidan nunca.
ResponderEliminarUn abarzo y un beso
Me pregunto si en los lugares en que hay más piedra que cemento se llamará "campo Santo". Aunque los viejos mausoleos ya solamente son un adoprno en tiempos de incineración y cenizas al mar.
ResponderEliminarNo es mal papel presidir los entierros: es peor protagonizarlos.
Ay! las antiguas tradiciones y su evanescencia. Sin haber visto nada semejante, puedo imaginar la sensación de ver al maestro de ceremonias en la ceremonia misma de su entierro y quizá un epitafio, como el de Groucho Marx..."Señora, disculpe si no me levanto"
ResponderEliminarUn beso
Personaje singular "El tumbas", a lo mejor existió de verdad...
ResponderEliminarUn abrazo.
wow!!!! que tal historia, y que curioso personaje, en los pueblos alejados y olvidados, siempre existen personajes curiosos como el que nos has pintado, mezcla de locura y sabiduría, siempre tienen algo que los ubica como extraños y extravagantes, en el pueblo donde nació mi madre existían muchos de estos, lamentablemente el tiempo los fue acabando, y el pueblo se convirtió en ciudad, y estos personajes no volvieron a nacer nunca más.....
ResponderEliminarEso solamente significa que la muerte no ignora ni a los sombreros :)))
ResponderEliminarUn beso bien gordo.
Una evocación a esos personajes que cobran popularidad, sobre todo ante la mirada de los más chicos. El final del relato sugiere muy bien el final de "el tumbas" con ese sombrero sobre el ataúd. Me ha gustado tu relato!
ResponderEliminarUn beso
Hola SAN
ResponderEliminarPues ultimadamente todos, sin distinción, tenemos el mismo final y hasta las tradiciones se van perdiendo.
Un beso
Una historia narrada en pocas palabras pero que bien deja la impresión que ese personaje ha causado en aquellos que le veían. Sin dudas, esos seres quedan en la memoria popular grabados para siempre. Muy significativo el final, con el que sellas la historia. Me ha encantado San!
ResponderEliminarBesos:
Gaby*
Un asiduo y conocido del cementerio no podía faltar a la cita. Al menos debiera haber tenido un trato especial. Me ha gustado mucho la forma de narrarlo. Un abrazo.
ResponderEliminar"stá tó guapo!", o dicho de otra forma "m'a gusta'o".
ResponderEliminarYo quiero que quieran que no me muera. Si no, querría morirme.
Un besote,
Hay mucha buena literatura en el mini relato que nos ofreces. Ese personaje- sea real o imaginario- es todo un hallazgo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Me ha parecido un relato fantástico.
ResponderEliminarLe llegó su final, nadie escapa de su destino. Muy bueno tu relato. Besote
ResponderEliminarMuy original tu cementerio!!
ResponderEliminarAunque este buen hombre del sombrero a mí me ha recordado a las majorettes jajaja
Aquí no nos vamos a quedar ninguno, con sombrero o sin él :(
Un beso!
Una historia preciosa contada con pocas palabras que dicen muchas cosas.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar.
Un beso
Original final tiene tu relato... aunque lógico por otra parte pues a todos nos llegará la hora pero visto con los ojos de unos niños... muy triste.
ResponderEliminarUn beso
Los niños ven la muerte como algo más natural que los adultos, y con ese sombrero termino para ellos la anecdótica vida del tumbas, sin más.
ResponderEliminarBesos amiga.
Estoy de acuerdo con tus comentaristas, el deceso desde los ojos de un niño es un asunto que no preocupa como un adulto porque se siente lejano, incomprensible y aún no han comprendido, que algún día todos/as desapareceremos...
ResponderEliminarun abrazo
Un micro bien hecho, describe mucho a ese personaje peculiar. Vamos, que le estoy viendo ... besos, amiga.
ResponderEliminarMuy buen y original escrito me ha gustado
ResponderEliminarqué cercano me llega tu relato. Yo también conocí un " tumbas", Se llamaba Antonio Monago, y era lo que antaño llamaban " el tonto del pueblo"
ResponderEliminarInocente siempre, murió con la picardía de un niño pequeño. Al igual que tu personaje, todo el pueblo acompañó en comitiva su féretro como él siempre hizo.
Breve y redondo, tu relato nos pone en situación de compartir tus recuerdos de infancia. Ser parte de ciertas tradiciones implica también participar de su final...como fue el de este singular personaje. Un abrazo san, me alegra estar de vuelta entre el grupo juevero!
ResponderEliminarOhhhhh que historia tan dulce. Si, a pesar del tinte trágico, del tétrico cortejo, de los ojos asustados de los niños... Me encantó.
ResponderEliminarEl sombrero se salvó por las plumas.
ResponderEliminarYa se... ya se... me repito: pero es que Ud. señora, lo hace tan bien!!!
ResponderEliminarbesos y buen domingo y siga así, para nuestro deleite al leerla.
Genial Chelo, conduces el relato con maestría. Da la sensación que no te importa decir poco, si lo dices todo. Algo que pocos sabemos hacer.
ResponderEliminarMe gusta.
Esa hora que nadie quiere, le llega a todo el mundo, incluso hasta "el tumbas".
ResponderEliminarBonito relato.
Abrazos.
Muy cómodo de leer incluyendo la sombra del personaje del cortejo.
ResponderEliminarSiendo niños,todo eso asusta(bueno y ahora también,al menos a mí me da reparo,jaja)
Pero lo has descrito de manera que lo iba viviendo todo,en especial los niños
subidos en la tapia.
Besucos de luz
Gó
Los cementerios, los ritos...la marcha...a pesar de todo, me gusta visitar los cementerios, algunos, son hermosos
ResponderEliminarEstupendo relato
Besos
triste pero muy lindo escrito ; )
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