domingo, 20 de abril de 2014

Un viaje sin retorno




Para cuando tú llegues, yo ya me habré ido.
En estos últimos días, se ha acercado más de lo habitual, tanto que su nariz quedó pegada a mi pecera. Eso me asustó. Por ello he decidido vaciarme entera y recorrer el negro túnel del desagüe del pilón del jardín. Sé que echarás de menos, el chapoteo de mis piruetas al saltar desde el borde de las rocas. Esas que  un día colocaste, con la intención de imitar el Acantilado de los Gigantes. Un lugar de ensueño, te oí decir, mientras las ubicabas a la derecha de los corales y juguetona te lo impedían, mis zigzag entre tus dedos. He sido feliz, no lo niego. Pero es que dos hembras en una misma casa no caben, porque una es una gata y otra, un pez de colores.

9 comentarios:

  1. Sabia decisión, morir de pie a vivir de rodillas. Hay que saber cuando

    Un abrazo

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  2. Unas muy bien razonadas causas para emprender el último viaje.

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  3. no se veía que iba para ahí el relato...
    lindas imágenes también ... salu2...

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  4. Muy buena reflexión. Feliz domingo.

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  5. jejej tal cual, ya sea por ser las dos féminas o por ser ejemplares de especies poco afines, una de las dos se tenía que ir jeje

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  7. Supongo que la que se fue por la cañería no fue la gata... lo digo por el posible atasco :))

    Nuestro pececito y su novia duermen juntos bajo un algarrobo.

    Un beso, corazón.

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