Don Juan era un hombre trabajador, metódico, formal,
de palabra. Descrito así puede uno imaginarlo aburrido, pero… siempre hay un
pero. Tenía “prontos”. Y aquel domingo, le llegó uno nada más abrir los ojos,
en un amanecer que le trajo olor a incienso y a garrapiñadas. Zarandeó un
poquito a María y suave le susurro. –Nena, arréglate y pon guapa a la niña, que
nos vamos a la ciudad. No hubo más que decir, María no desaprovechaba ni uno
solo de sus “prontos”. Al llegar ya las calles bullían de vida, de color. Los
vendedores de los muchos tenderetes, voceaban sus productos. Golosinas, globos
luminosos, y amarrados a sus faldones, trompetas de oro o plata y tambores adornados
con terciopelo rojo, que sonaban a latón duro, cuando lo repiqueteaban los
chiquillos de pantalón corto. Todo llamaba su atención, pero lo que les hizo
detener su paseo fue un hombre vestido con una camisola gris oscura, que frente a una
cámara sujeta a unas patas de madera, invitaba a los viandantes a ser retratados.
El fotógrafo sonrió a María y ella a Juan y los
tres a la niña.
El hombre había hecho de aquel rincón, montado con
tanto mimo, que el tiempo pareciera detenido. Como buen profesional, diseñó un
escenario perfecto: una salita de té, con camarera incluida. María tomó la mano
de la niña y la introdujo en esa obra de teatro. La pequeña no titubeó, ni se
asustó, al ver aquella puesta en escena, todo lo contrario. Se quedó sentada
como la protagonista de un guión aprendido, mirándolo todo fijamente. De pronto
un flas, y la fotografía inmortalizó ese momento de ensueño.
No es fácil fotografiar,
porque el que mira tras la cámara ha de ver lo que ningún otro puede vislumbrar
en el ser fotografiado. Pero en esta ocasión fue distinto. No supo descubrir la esencia de aquel rostro infantil, y mucho menos lo que llegó tras ese flas. Hicieron falta más de dos horas para desasir las manos regordetas de la
pequeña, de aquel sillón trenzado en plástico azul y blanco.
Ella era la protagonista de un sueño y nadie la
podía arrancar de él.
Este jueves Alfredo nos invita a elaborar un texto en el que se incluyan las palabras que aparecen en rojo, si os apetece curiosear y descubrir otras fotografías visitad su casa. La plaza del diamante.
Una gran parte de los de mi edad podríamos tener alguna foto callejera. Muy real la narración.
ResponderEliminarCuantas historias detras de cada foto
ResponderEliminarEn dias de lluvia invito amis nietas cercanas ycomentamos fotosdeantaño.
Cariños
"La protagonista de un sueño", me gustó
ResponderEliminarAbrazos
jeje es cierto, la expresión de la nena no es precisamente de felicidad jaja me imagino que lo que más le atrajo fue la escenografía en la que querría jugar, por eso no quería irse luego del clic!
ResponderEliminarUn relato que nos lleva con agilidad hacia el lugar y el momento de ese flash
=)
Es que junto al hecho de la fotografía, circulan fantasías y poderes mágicos que hacen que perdure amiga SAN. ¡Lindo relato!
ResponderEliminarSupongo que hay mucho de real.
ResponderEliminarPrecioso relato, tan mágico y tierno. Me encanto la narración, sobre todo la puesta del escenario.
ResponderEliminarRecuerdos maravillosos!
Saluditos
Ja,ja...qué bueno! La niña se sentía la reina de Saba sentada en su trono! Qué recuerdos me traen esas sillitas!
ResponderEliminarUn Salón de Té, que es un mundo. Fantasía con la magia de dejarte pegado al mimbre de la silla, para seguir viviendo ese instante único.
ResponderEliminarSupongo que por el estado de la foto, lo de los "prontos" es hereditario.
Besos y gracias por participar.
Excelente forma de relatar la situación. Solo la protagonista sabe lo que sintió cuando sentada en su sueño querían arrebatárselo. Es un precioso recuerdo.
ResponderEliminarUn beso.
Qué mona! Y qué buen texto. Describes muy bien. Recuerdo que me gustaba jugar a algo como lo de la mesita con el el cafecito o algo así y tener invitados... mis muñecos, claro! Gracias por traerme tan dulce recuerdo a la memoria. Os echo de menos jueveros! ando hoy un pelín nostálgica... Oye, esa foto de la derecha con noticia en un periódico sobre los jueveros... me gustaría leerla entera... donde la encuentro? Clico ahí y no se me abre. Besitos dulce San :)
ResponderEliminarMe ha recordado tanto algún pasaje de mi niñez, que me veo sentada en esa sillita cuando en uno de esos "prontos" mi padre me llevaba a la feria del pueblo de al lado mmmmm.
ResponderEliminarUn beso
La fotografía me ha dado una ternura tremenda, esos ojitos mirando más allá, viviendo el sueño. Y la historia es preciosa, de esas que se atesoran en el alma para emocionarse cada vez que se cuentan y se escuchan.
ResponderEliminarUn beso!
Entrañable y bien contando, por momentos me he imaginado haciendo hasta la foto y enfocando a esa chiquilla. Cuanta ternura se me ha mostrado. Desde el momento en el que se van a la ciudad hasta el final de la foto... todo lo he sentido y he sentido una ligera envidia... ojala en mi infancia hubiera habido algo de esos momentos.
ResponderEliminarUn beso.
Bonito relato!
ResponderEliminarQué mágico es el instante en que el fotógrafo pulsa el botón de su maquina!
Un abrazo.
Normal que no se la pudiera sacar de ahí, se la ve disfrutando un montón. y además ¿no esa niña la que quería ser artista?
ResponderEliminarBesos, amiga.
Preciosa fotografía y precioso relato, Chelo. Un beso
ResponderEliminarMe gustaria ser esa niña asida a su teatro...me gustaria a mis 51 ser esaniña en esas dos horas para siempre!!! He dicho!!!
ResponderEliminarMedio beso con muchos dias de retraso!