La grandeza de un hombre no se
mide por sus palabras, si no por sus obras, era lo que pensaban todos los que
conocían a José. Un hombre honesto y cabal, que no necesitaba de papel alguno,
para refutar lo pactado con aquellos a los que ayudaba o con aquellos con los
que llevaba a cabo sus tratos de compraventa. Para él un fuerte apretón de
manos era la ley y a la ley nunca se falta.
En casa, su nieta, siempre había
oído hablar del abuelo el tratante y de su fama de honrado. Esto lo rememoraba
mientras volvía al pueblo a saldar la última compra de José, una deuda que no
pudo liquidar porque falleció repentinamente.
A su muerte sus padres y sus tíos
no quisieron abonarla, porque suponía un bocado muy grande, en la herencia
dejada por el abuelo.
Hoy ella, habiendo perdido casi
la mitad de su fortuna, volvía al pueblo a pagar la deuda de su familia y a
heredar el respeto de su abuelo.
Otra formas de contratos las podéis leer, en el blog de Matices.
A veces los genes se saltan una generación 😉
ResponderEliminarSaludos 🙋
Que buen ejemplo de honradez de esa nieta hacía su abuelo y que mal por los hijos por la ambición del dinero , pero como siempre ovejas negras las hay en todas las familias pero tan bien la lealtad y aquí se vio demostrada por su descendencia .
ResponderEliminarUn abrazo y super lindo el texto.
Bendita la rama que al árbol sale. Un abrazo
ResponderEliminarQué bonito lo de la nieta o el nieto.
ResponderEliminarLos contratos con gente honesta antes se hacían así.
En mi tierra hay un pueblo muy conocido en la que aún siguen haciendo pactos a base de darse la mano .
Otra cosa ya es el asunto legal,pero tu relato sería una maravilla si todos hiciéramos lo mismo.
Besucos
Gó
No siempre cumplir lo pactado es fácil, de ahí la importancia de aquellos que se sellaban y cumplían con un apretón de manos. Hace un año, vendí un coche, el comprador era una persona de etnia gitana. Sellamos así la compra. En todo momento ambos cumplimos lo pactado
ResponderEliminarLa honestidad es un gran valor humano.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato.
Besos.
Honesta y cabal la nieta. Yo he vivido muy de cerca esos tratos de que hablas en mi juventud en el pueblo donde nací. Los tira y afloja se terminaban con un apretón de manos y el "alboroque", que en la mayoría de las ocasiones, se pagaba en el bar de mi familia.
ResponderEliminarBesos.
Quizas heredo de su abuelo lo mejor que el hombre pudo dejarle.
ResponderEliminarBesos.
SEria muy hermoso, si fuera verdad. Si el mundo funcionase así, otro gallo nos cantaria.
ResponderEliminarUna historia muy bonita, amiga San.
Una historia preciosa, bien por la nieta quien ha recibido la mejor herencia, besos.
ResponderEliminarLa calidad de buena gente se pierde si no se cultiva. Linda historia. Un beso.
ResponderEliminarEs emocionante, no sé si decir que es un merecidísimo homenaje al abauelo o un acto de ineludible justicia.
ResponderEliminarBesos, amiga.
Ella fue la única que tuvo respeto por la manera de hacer de su abuelo. Eso es lo más bonito que hay.
ResponderEliminarUn abrazo
Es como dice JLO. Ella heredó la personalidad de su abuelo, el cumplir con lo prometido. Es para elogiar.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bonito y tierno relato. Me gusto la trama, con esa nieta que supo dar esa honor a su abuelito.
ResponderEliminarBeso
Me ha encantado.
ResponderEliminarUna nieta digna de su abuelo.