A estas alturas de la vida lo había probado todo, o casi
todo. A pesar de ello se sentía desdichado, vacío. En esta oquedad, se detuvo
un tiempo indefinido, y descubrió que necesitaba llenar de color sus días en
blanco y negro: olvidar los gestos toscos y dibujar una sonrisa franca. Para
ello decidió dar un giro y partir de cero; se embarcó en nuevos proyectos;
conoció a gente de pasado amable con la que compartir sus ideas, sus aficiones.
Gente entre la que encontró a Corina. Estaba seguro que fuera de ese contexto
jamás se hubiese acercado hasta ella. A simple vista no encajaba dentro de sus
cánones, pero ahora eso no le importaba. La eligió por pura intuición,
sospechando una vida plácida y serena junto a ella. Alcanzar su amistad le
supuso todo un reto.
El primer encuentro estuvo apenas salpicado, por algunas
frases sueltas. Más tarde, un cruce fortuito dio pie a preguntas y respuestas
cercanas. Luego fue la búsqueda provocada del tiempo a compartir, la que jugó a
favor de los dos, hasta hacerse inseparables, confidentes y amigos. Amigos
especiales sin intenciones ocultas. Un afecto de puertas abiertas y a la clara luz
del día, donde se asentaba la comprensión, la confianza y la entrega mutua.
Hoy frente a una taza de café, celebran su primer
encuentro.
– ¿Veinte años ya?, –le pregunta Corina. ¡No puede ser!…
Se miran y ve su silueta reflejada en los ojos vidriosos
de él. Le sonríe, mientras piensa que tal vez ha llegado el momento de decirle,
que fue ella quien le eligió a él.
Cómo siempre...perfecto. Los he visto juntos desde el principio. Y me encanta una amistad sin intenciones ocultas.
ResponderEliminarUn beso y gracias por dejarme participar!
San, me disculpo por no participar. Estoy terminando las tarjetas y la verdad mis neuronas andan secas de inspiración. Si surge algo más o menos presentable, lo publico y te aviso. Leeré lo textos apenas me desocupe. Besos!
ResponderEliminarDestinados a compartir un trecho de sus vidas, darse cobijo emocional mútuamente y sobre todo eso: sin intenciones ocultas. Una grata experiencia muy bien contada. Besos.
ResponderEliminarEso siempre ocurre, pero ellos no lo saben, son elegidos, aunque piensen lo contrario
ResponderEliminarEso es una bonita amistad, sin ninguna otra intención que esa
Abrazos San
Esa obra que es la amistad y que dura veinte años, tiene que ser edificada, irremediablemente, a dúo.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Muy bonito, Chelo. En realidad no importa quien buscó a quien, el caso es que se encontraron y surgió una amistad especial. Buena propuesta la de este jueves y mejor anfitriona. Besos.
ResponderEliminarA veces es verdad son los otros los que nos eligen. Es así, poco a poco se labra una buena amistad.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo que sí es seguro(además de que es una bonita historia) es que no hablas de la amistad del rey.
ResponderEliminarTal vez la elección fue mutua... pero abogo por la intuición de la mujer. Creo que bien sabemos dónde poner el ojo y el sentimiento. Una bella historia de amistad, que tira un poco abajo, ese mito de que la amistad entre el hombre y la mujer no existe.
ResponderEliminarBesos! y ha sido un gusto participar de tu propuesta.
Gaby*
Y tal vez no haga falta.
ResponderEliminarEs importante que se hayan elegido los dos.
Esa es la leyenda que elegimos nosotras....
ResponderEliminaraaahhh!!!
ResponderEliminarvaya que hermosa historia me ha emocionado
Siempre es ella la que elige. El seguro que lo tiene claro.
ResponderEliminarUn relato que se te acerca por detrás y te saluda con cariño, y aunque te sorprende no te asusta porque 20 años son tiempo. La duda es si han sido 20 años perdidos para otro tipo de amistad. Es como ir a la feria, tirarle al payaso, darle y dejarte la muñeca en el mostrador.
ResponderEliminarBesos
Hola, amiguina:
ResponderEliminarAh!!!! Creo que añoro aquel tiempo en el que participaba en los Jueves, y aquellos Sábados aún anteriores. Pero como la vida discurre alguna vez como le da la gana y no como nos da la gana, hace que disponga de poco tiempo para leer, y comentar. Por eso, no aparezco.
Hoy, vísperas de Navidad, en una tarde lluviosa y gris, me cobijo por aquí, y he encontrado el calorcito de antaño.
Muchos besos y como no podía ser menos, tu relato bonito y acertado en esa reflexión tan extebdida de que las mujeres elegimos, aunque alguna vez el elegido se escurra -que también se da el caso-.
Feliz Navidad
Me encantó esa metáfora de llenar de color sus días en blanco y negro, sin duda fue su cambio de actitud lo que le permitió ser elegido.
ResponderEliminarUn abrazo SAN y feliz navidad!
No creería que la amistad se elija. Así como el amor o el odio, me parece que surgen espontáneamente, sin procurarlo.
ResponderEliminarUna historia que dura tanto tiempo no merece mayor análisis ni explicaciones.
=)
amistades testigos, les llamo a esos amigos que permanecen junto a nosotros tantos años, atravesando peripecias buenas y malas, conociendose lo suficiente para que cuando se dice este es mi amigo, quieres decir lo quiero y me quiere a pesar de mi y a pesar de todos los pesares, me quiere y lo quiero de verdad. Con los años que llevanos cerca a tan larga distancia, siento el orgullo de llamarte amiga testigo sin saber quien elegió a quien, convencida, de que hoy te vuelvo a elegir.
ResponderEliminar¿Quien elige a quien?. Sería prepotente pensar que siempre son los hombres los que eligen y conquistan. Me inclino más bien por lo contrario pero habrá seguro bastante equilibrio en esa balanza. ¿Importa quien inicie el acercamiento? Creo que lo que realmente importa son esos 20 años de consolidación que dan solidez a su relación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y Feliz Navidad.
Como pasa casi siempre, que los conquistadores son conquistados.
ResponderEliminarUn beso.