viernes
distinto
distinto
Como cada viernes me regalo la tarde. Unas horas
solo para mí, me acompaña un libro y un intenso café. Siempre en la misma mesa,
siempre en el mismo rincón. Samuel ya me conoce, me sonríe cuando me ve entrar.
Desde donde estoy puedo ver todo lo que ocurre en la cafetería, observo a los
clientes, oigo incluso sus conversaciones si descuidados elevan unos tonos sus
voces.
Jóvenes bulliciosos, mamás que como un regalo
invitan a un dulce chocolate a sus retoños, esos amantes que en secreto toman
té con sabor a canela, mujeres solas que buscan compañía con la mirada… gentes
de todas las edades, que Samuel atiende solícito. Si los ve indecisos les
propone bebidas que puedan llenar sus vacios si los hay, en cambio si la
felicidad les desborda les ofrece las burbujas de un buen champán.
Para alejarme de todo este mundo, bajo la mirada y
me sumerjo entre las páginas de mi libro, todo lo que antes me entretenía
desaparece y un inmenso silencio me envuelve.
No sé en qué momento entraron en el local, ni el
tiempo que llevaban allí. La llamada
insistente de un teléfono hizo que mi atención se dirigiera hacia el sonido.
Una joven se apartó de la barra para contestar.
Hablaba con voz fuerte y segura, reía apoyando una mano sobre su cintura. Usaba
pantalón vaquero y una camiseta con un estampado extraño. Me pareció guapa, de
rostro cuadrado y marcadas facciones,
para suavizarlas había cortado su pelo en capas. Sus ojos de un azul intenso bailaban al ritmo
del sonido de sus palabras. Toda ella transmitía felicidad, una felicidad
contagiosa.
- No sabe estar quieta, pensé, en ese ir y venir de
la conversación.
Ya no pude
seguir leyendo, toda mi atención la acaparaba ella. Me preguntaba quién
la acompañaría. La barra estaba tan llena que era imposible distinguir. La
verdad es que por sus formas, por sus gestos, no sabría precisar ahora, pensé que no era posible que esta mujer
estuviese con un hombre, y así fue. De entre las personas que allí estaban, con
un:
– ¿Por favor me dejan salir?–, apareció una chica,
las dos se miraron cómplices, sonriéndose.
-Guapa ¿nos vamos? le dijo.
Yo no había visto jamás una mirada así, quedé
sobrecogida. No cabía más amor en ella, más ternura, más complicidad.
Jamás nadie me había mirado de esa forma, nunca vi a
parejas amigas mirarse así. Dicen que el amor, cuando lo hay, no puede ocultarse, pero nunca lo percibí de
esta forma.
Envidia esa es la palabra que me nació. Nació en mi
corazón y se propagó por todo mi cuerpo. Dibujé en mis labios una sonrisa
triste y sentí el deseo de ser mirada así.
el amor y la libertad para vivirlo, siempre resultan un envidiable coraje, no?
ResponderEliminarun abrazo
El amor, que sorprende en los sitios más inesperados y a cualquier hora. Es bonito.
ResponderEliminarBss.
El amor salta a la vista, nos atrae, es un bellísimo espectáculo, y esa contemplación de la gente es una apredizaje fascinante, curiosidad sana, hasta la lectura abandonamos, la vida pasa delante.
ResponderEliminarBello relato lleno de detalles y con historia de amor resplandeciente...esa mirada.
Besito.
Cómo fue esa mirada que logró conmover hasta las paredes del local?
ResponderEliminarLas miradas que guardan complicidad, son las más especiales tal vez.
En todo caso qué lindo relato que nos lleva a esa mirada para pensar, para soñar, para desearla.
besotes
Sí, dicen que en la mirada se nota el amor, pero hay personas que no saben mirar pero dejan latir su corazón de forma calma con una adoración sin medidas, pero sí, en la mirada se les nota también, es cierto.
ResponderEliminarUn abrazo, compi, y un cafelito con esmero y cariño preparado.
Precioso y delicado texto, que me ha hecho sonreír a pesar de ese apunte de tristeza al final. MI tarde es hoy. Sí había decidido que cada miércoles por la tarde sería para mí. Hoy empiezo o empezaba, pues no sé si va a poder ser... No sé si lo que escribes es real o pura ficción; pero me he visto reflejada.
ResponderEliminarBesos
Hola Mar, ya sabes que no suelo responder, pero en este caso si te diré, que parte de verdad hay en el texto, y son esas dos mujeres y la felicidad que transmitian. La forma de mirarse era de tal intensidad que me quedé totalmente fascinada, lo demás es purita ficción. En la protagonista,si queria que se percibiese su soledad y ese deseo de conocer lo que es amar.
EliminarBesos, muchos y concedete esa tarde solo para tí.
No hay recetas para el amor ni conveniencias que lo determinen...eso sí, para leer tranquila y concentrarte sólo en la lectura, te vas a tener que buscar un lugar más tranquilo! jajajaja
ResponderEliminarUn abrazo
Me reordó mis mañanas tomando café y leyendo...también me ha llamado la atención alguna conversación...no me dejó continuar leyendo...
ResponderEliminarUna mirada de amor traspasa todo, nos remueve las "tripas" y un sentimiento de soledad nos envarga si no te`nemos a nuestro lado alguién que nos ame...
Lo has narrado con el corazón...
Besos
Un gran relato San, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPuedo decirte que yo también conozco esa mirada.
Besos